Chapter 17: Cold blood

352 37 7
                                    

La fiesta había empezado dos horas antes de lo previsto. Al menos para nosotros. Todos los colegas vinieron a beber a casa, porque mamá no pasaría la noche en Manchester. Al parecer una de nuestras tías se había puesto enferma, y como era una solterona, alguien se tenía que quedar con ella. La cosa es que les dije a todos que vinieran a casa, para ir calentando el ambiente. Habíamos hinchado la vieja piscina de plástico y nos pusimos a remojo antes de cambiarnos de ropa. Era costumbre llevar ropa un tanto estrafalaria para aquella noche de agosto, así que mis amigos se pusieron todo tipo de mierdas: un flotador, chancletas, camisas hawaianas, e incluso uno llegó a ponerse una cortina de ducha de capa. Bueno, en realidad no todos nos vestíamos así. Las chicas iban en plan buenorra, se ponían faldas cortísimas, camisetas sin tirantes, y al final de la noche, muchas acababas sin camiseta. Aquella noche lo sentía, lo sentía en las putas venas, tío. Iba a ser grande, estaba seguro, iba a ser la mejor noche de mi vida.

A la hora de estar de parranda por casa, varias amigas de Rose vinieron para vestirse con ellas, porque se supone que esa es la clase de cosas que hacen las chicas. Mis amigos intentaron subir las escalera en plan coña, mientras las chicas pululaban por el piso de arriba, entre risitas y correteos. No me molaba ese rollito de coqueteo y tuve que poner a mis amigos firmes poniéndome serio, cosa que me duró menos de tres minutos. Abandonamos la casa entre gritos de "NOS VEMOS AHÍ" y nos pusimos rumbo a The Rough. No estaba precisamente en el centro de Manchester, de hecho, tuvimos que "coger", y cuando digo coger digo colarnos, el tranvía y luego caminar unos diez minutos por un camino lleno de faroles en el suelo, con flechas de colores fosforitos pintadas en el suelo. Tenía muy, muy buena pinta todo aquello. La música se oía desde lejos, como si fuera una rave, y había un montón de luces por todas partes. 

De vez en cuando, la gente me paraba para hablar y pedirme un autógrafo, aunque obviamente ninguno tenía un rotulador a mano. Aun así, he de admitir que me hacía mucha, mucha ilusión. Ya no era Liam Gallagher, un chico popular de Manchester. Ahora era Liam Gallagher, el puto cantante de Oasis. No eramos muy grandes todavía, pero nuestro nombre sonaba y a las chicas se le hacía la boca agua cuando hablaban conmigo. Mejor dicho, cuando yo hablaba con ellas. Así, llegamos a aquella mansión semiabandonada, con un grupo de pibas que sabíamos que eran de nuestra misma edad y entramos a la casa. No sé por qué, yo me esperaba un sitio con globos, una tarta, o algo así ¿sabes? No sé, una cosa normal para una chica de dieciséis años, ¿no? Pues la cosa es que estaba todo a oscuras, y lo poco que se podía ver eran trozos de pastel por las paredes, grafitis raros, y marcas de pintalabios. Recuerdo fruncir el ceño nada más entrar y sentirme como fuera de lugar, pero entonces se encendieron las luces, y aparecieron las amigas de mi hermana tirándose tarta seguidas de un pelotón de personas que hacían lo mismo, mientras saltaban y bailaban al ritmo de la música. Menuda puta locura. Entonces vimos un montón de tartas alineadas en una mesa, por lo que rápidamente cogí una y se la estampé a mi amigo Brian en la cabeza. Salí corriendo hacia el fondo de la casa, donde había mucha más gente. Ahí vi a muchos conocidos, y en la mesa del fondo, Paul discutía con el DJ, supongo que para que le dejara pinchar mientras Noel se partía de risa a unos pocos metros de él. Ver a mi hermano me puso de mal humor. Últimamente las cosas estaban tensas, por no hablar de que nos pegábamos todo el puto día juntos. Porque él quería ensayar mucho, muchísimo. Y me tocaba los huevos, porque yo también tengo una puta vida. Noel era imbécil. Arrugué el labio como otras tantísimas veces y le robé una birra a un pavo que pasaba por ahí.

Obviamente, en cuanto la gente empezó a fijarse en mi, vinieron a hablar conmigo. Sobretodo pibas. Me encantaba que me dieran atención. Yo no paraba de contar cosas de las giras, de la vida de músico, tal y cual, mientras mi hermano me fulminaba con la mirada desde el otro lado de la sala. Que se joda si no le van pibas. Por feo. Por feo y coñazo. No quería pensar más en eso, pero en realidad Noel no era un coñazo. Conocía a todo Manchester y encima todo el puto mundo parecía adorarle. Pero daba igual, porque yo soy el mejor. Las chicas me prefieren a mi. Mamá me prefiere a mi. Rose me prefiere a mi, y así. Me giré para hablar con una chica muy guapa de ojos negros, que me quitó la cerveza en plan coqueteo, y seguí tonteando con ella buena parte de la noche.

(What's the Story) Morning Rose?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora