≪•◦ 8. Primera lección ◦•≫

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D-167 antes del impacto.

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Pov Luffy

Parpadeo, en la oscuridad.

Estoy caliente, estoy cómodo, acurrucado en las sábanas oscuras de la cama de Ace. Lo único malo... es el vacío a mi lado. Me doy la vuelta y buscó a tientas en el colchón, pero el lugar está cálido, parece que no se ha ido hace mucho tiempo. Encuentro una hoja de papel y mi otra mano enciende la luz de la mesita de noche.

«Lu', bebé.

Estoy en casa a las 15:00, tengo mi celular por si me necesitas. Si estás aburrido, puedes guardar lo libros en orden alfabético, hacer ejercicio, dar un
paseo (evita pasar el rato en el oeste de L.A., todavía te da un poco de miedo allí) o tocarte pensando en mí, pero también puedes esperar a que regrese para eso, será mil veces mejor, prometo cuidar muy bien tus adorables nalguitas :D

A.»

Me río mientras vuelvo a caer en las sábanas; este chico es increíble...

Y él es solo mío.

Sonrío como un idiota cuando me levanto, y es en piloto automático que enciendo la radio mientras preparo mi desayuno. Me doy cuenta de que voy a tener que comprar algo de pan antes de que rompamos la losa mañana por la mañana, y no es recomendable poner a Ace de mal humor a las 6:00 am.

Me río imaginándolo gimiendo y negándose a levantarse hasta que el pan aparece milagrosamente en la mesa.

Me subo a un taburete y meto la nariz en mi tazón de chocolate caliente, leyendo el periódico que Ace me dejó, él sabe que me gusta estar al día con todo lo que sucede, y ese es uno de los pequeños toques que siembra aquí y allá. Ace sigue siendo él mismo, pero a veces trata de ser amable conmigo. Así como trato de endurecerme con él. Intercambio de buenas prácticas.

Limpio mi desorden y me doy cuenta de que Ace ha lavado los platos, este maníaco, cuando tiendo a dejar que se acumule hasta que los armarios estén vacíos y el fregadero esté lleno. Lo lavo, pero la pereza me alcanza y dejo que todo se escurra en la repisa.
En el que Ace casi me rompe la espalda, la primera vez que nos acostamos, para conocernos. Me sonrojo estúpidamente al recordar la brutalidad de nuestras payasadas esa noche; todo lo que queríamos era sexo. Supongo que nos ha servido, así que...

Voy directamente a la ducha, bueno, sí, no tengo pijama ni nada por el estilo. En casa de mi madre, por pudor y respeto, dormía en bóxer, y me ponía un jogging y una remera para bajar a almorzar. Ace no es del tipo que se preocupa por eso, está en el límite si no me prohíbe vestirme. Si me duermo con la ropa puesta, manda todo por los aires al otro extremo del contenedor y entrelaza nuestros cuerpos desnudos, así le gusta dormir, terminé cogiéndole el truco, y no me molesta.

Abro el suministro de agua y espero a que alcance una temperatura aceptable, antes de deslizarme bajo el chorro; el agua me da en el cuello y en los hombros, algo me hormiguea, ahí, en el hueco del cuello. Pongo mi mano ahí y sonrío, ojos cerrados, sintiendo la marca de los dientes de Ace en mi piel, un mordisco demasiado violento, anoche, entre estocadas y gemidos de placer. Me mordió en el cuello y no tardé mucho en correrme otra vez.

Ace...

Este tipo me va a matar, a la fuerza. Pero si es así... entonces definitivamente no me voy a privar de eso.

Me enjabono, tratando de no imaginar que Ace lo está haciendo, de lo contrario, nunca podré salir de esta ducha. Mis manos bajan a lo largo de mi estómago, rozan mis muslos y...

𝐑𝐞𝐧𝐝𝐞𝐳-𝐯𝐨𝐮𝐬 𝐞𝐧 𝐄𝐧𝐟𝐞𝐫 | AceluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora