≪•◦ 23. Buceo en aguas turbulentas ◦•≫

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D-126 antes del impacto.

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Pov Luffy

- ¡Maldición, Luffy, despacio...!

- Haa-... ¡Cállate! Hhnn... ¡No pares...! ... Me... ¡Me voy a...¡

- ¡Tú no pares...! Estás... aah... ¡Estás acabando, te lo recuerdo...! ¡Humpf...!

- ¡Aaaaace...!

Ace arquea la espalda, sus uñas arañan mis nalgas mientras se hunde profundamente en mí una última vez y su cabeza se inclina hacia atrás, en las almohadas, cuando el orgasmo lo golpea con fuerza; su grito de placer resuena en el contenedor y lo sigo de cerca, mi propio placer inundando sus dedos cerrados sobre mi erección. Mi vientre se aprieta bajo la fuerza de los espasmos que contraen mis músculos y Ace gime cuando me aprieto un poco más sobre él, con mis manos pegadas a su pecho para sostenerme.
Tiemblo de pies a cabeza y mi visión se nubla de lágrimas de placer; lo sé, es patético colapsar así, pero no puedo evitarlo si Ace me hace sentir muy satisfecho.

Jadeando, me dejo caer hacia atrás, en las sábanas mojadas de nuestro sudor y miro el techo intentando recuperar el aliento. Ace se estira en las almohadas y se ríe, antes de estirar la mano y acariciar mi muslo.
Todavía está dentro de mí y estamos de pies a cabeza. Muy elegante. Mi cabeza entre sus rodillas, mis pies sobre sus hombros. Lástima... el coma «post-follada» me espera y no quiero preocuparme por la elegancia de nuestra posición.

- Joder... pensé que me ibas a romper, en serio...

- Oh, deja de quejarte, gimo poniendo los ojos en blanco. ¡Tú empezaste...!

- Vaya cosa... muy maduro, bravo.

Intento enderezarme, pero el dolor en mis lomos me inmoviliza en el colchón. Una queja se me escapa y Ace finalmente se retira, arrancándome otro gemido de placer, antes de levantarme como si no pesara nada para tumbarme boca abajo.

- ¿Qué estás-

- Masaje.

¿...Ace? ¿Un armario de hielo como ese, masajeándome? Tss.
Es más probable que me rompa una vértebra que de- ... ooooh... diosess...

- Aaah...

- ¿Entonces...? Sonríe su voz en mi oído mientras se acomoda en mis muslos.

- Hhnn...

- Muy elocuente.

No, pero no es cierto... tiene muchos talentos ocultos, ¿cómo este...? Estoy desplomado como un trapo en las sábanas, con los brazos cruzados y la cabeza enterrada en las almohadas. Incapaz de hacer el más mínimo movimiento. Ninguna gracia.
Ace masajea, tira, aprieta, tensa y amasa mi piel y los nudos de mis músculos de maravilla. Tengo ganas de gemir de bienestar y no me contengo, y le oigo reír suavemente a mis espaldas. Muy divertido.

- ... ¿Dónde aprendiste a dar masajes así...? Murmure.

- Con un fisioterapeuta.

- ... ¿Hhnn...?

Se ríe y me susurra que me calle y disfrute.
Sus manos son cálidas, mi espalda está empapada de sudor y sus dedos se deslizan perfectamente sobre mi piel. Es terriblemente bueno y liberador, y sus manos suben a emplumar mis nalgas para masajear ese punto, justo ahí, entre mis lumbares y el surco de mis nalgas.
El paraíso.
Es doloroso y agradable al mismo tiempo.

Ace se agacha y lame el hueco de mi espalda con la punta de la lengua. Nnghnn...

- Mmmn...

Sonríe contra mi piel y su lengua desciende sobre mis fosas lumbares. Un largo estremecimiento me eriza la piel y mis dedos se aferran a los cojines por reflejo. Ace besa sensualmente mis nalgas y lame delicadamente su surco; dejo escapar un gemido de placer y su risa resuena en el recipiente, donde el calor comienza a ser insoportable. La luz de la mesilla de noche sigue encendida y su tenue resplandor me adormece.

𝐑𝐞𝐧𝐝𝐞𝐳-𝐯𝐨𝐮𝐬 𝐞𝐧 𝐄𝐧𝐟𝐞𝐫 | AceluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora