Capítulo 1

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                         °CAPITULO 1°

Harry Styles empujó la puerta de urgencias del hospital y entró dando zancadas en el pasillo que llevaba hasta información. Estaba calado hasta los huesos.

Había tomado un taxi, pero se habían quedado atrapados en uno de los típicos atascos de la ciudad de Denver, así que se había bajado y había ido caminando dos manzanas hasta el hospital.

—Me han dicho que han traído aquí a mi hermano. El apellido es Styles —dijo con tranquilidad. Se alegraba de que su imagen de serenidad, que tanto le favorecía en su trabajo como abogado, escondiera los ansiosos latidos de su corazón.

La imperturbable enfermera comprobó sus papeles, estuvo a punto de hacer un comentario y, después, viendo la expresión de Harry, se lo pensó mejor.

—Lo encontrará en la UCI. Tome el ascensor hasta la sexta planta.

¿En la UCI? ¡Dios Santo! ¿Por qué no le habían dicho que era tan grave? Intentando convencerse a sí mismo de que no había ocurrido lo peor, Harry se dirigió hacia el ascensor, sin prestar atención a la curiosa mirada de la enfermera. Cuando se abrieron las puertas, salió y miró a su alrededor. No parecía haber nadie a quien pudiera preguntar pero, acostumbrado a tomar decisiones rápidas, se dirigió sin dudarlo hacia la derecha.

Fue mirando habitación por habitación y entró rápidamente en una de ellas cuando vio una figura familiar. En lugar de estar tumbado en una cama, su hermano estaba paseando arriba y abajo en la salita de espera.

—Cuando me dijeron que estabas en la UCI pensé que te encontraría malherido —dijo Harry tenso.

— ¿Desilusionado?

Harry Y Henry Styles eran gemelos idénticos. Tenían veintisiete años y eran dos hombres apuestos, con unos ojos de un verde esmeralda que a veces las personas se perdían en ellos, una presencia impactante que llamaba la atención. Tenían la piel blanca y firme, en magnífico contraste con el brillo de su pelo castaño. Los dos eran altos, esbeltos y apuestos. La única diferencia que saltaba a la vista era que Harry, Hazza para los amigos, llevaba su cabello medio largo. Las diferencias realmente importantes no se veían. Precisamente por esas diferencias los dos hermanos habían dejado de verse hacía mucho tiempo.

Henry era un secretario excepcionalmente bueno pero, en lugar de usar su cerebro, usaba su aspecto físico para conseguir lo que quería. Los personas tontas, decía, pensaban con otra parte de su anatomía y podían ser utilizadas para mejorar de posición en la vida. Por contraste, el aspecto físico era un hándicap para Harry en su trabajo. Tenía que trabajar el doble para convencer a la gente de que no era sólo una cara bonita sino un buen abogado. A pesar de que, por deseo de Henry, sólo se veían en raras ocasiones, a Harry le seguía importando su hermano. Era la única familia que tenía.

—Parece que estás bien —dijo burlón.

— ¿Bien? ¡Mira esto, me va a quedar una cicatriz, ya lo verás! —exclamó Henry señalando un pequeñísimo corte en su mejilla derecha que había sido limpiado y que ni siquiera había necesitado puntos.

Por la fuerza de la costumbre, Harry ignoró el comentario de su hermano y buscó información.

— ¿Qué ha pasado? Lo único que me ha dicho la policía es que habías sufrido un accidente —dijo recordando el miedo que había sentido pensando que había perdido a su único familiar. Huérfanos desde pequeños, siempre habían estado solos, razón por la que Harry seguía aferrado a Henry.

Ignorando descaradamente el cartel de «No fumar», Henry encendió un cigarrillo y le dio una profunda calada durante unos segundos antes de contestar.

EL PROMETIDO DE MI HERMANO - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora