Capitulo 7

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Holis, de nuevo. Me apoyan con los errores por favor


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Terminó de hacer la compra con determinación y condujo hasta su cómodo apartamento. Dejó las bolsas en la cocina y estaba a punto de entrar en la ducha cuando vio el piloto encendido del contestador. Automáticamente, se dirigió hacia él para comprobar las llamadas.

—Hola, soy Perrie. Sólo quería saber si lo de esta noche seguía en pie. Adiós.

Harry se tocó la frente. ¡Damian! Se había olvidado de él por completo. Era el hijo de su compañera y amiga, Perrie, y le había prometido que lo llevaría a ver el partido esa noche. Había comprado las entradas hacía meses como regalo de cumpleaños.

Como distracción, la llamada no podía haber llegado en mejor momento. Había planeado ir a visitar a Louis esa noche, pero aquélla era su oportunidad de empezar a hacer su vida normal. Aunque una parte de él se rebelaba, la parte sensata ganó porque era por su propio bien. Decidido, se sentó en un sillón y tomó el teléfono.

La madre de Louis se puso al teléfono en la sala de las enfermeras.

— ¿Hazz? ¿Te pasa algo?

"Estaba pasando, pero pronto dejaría de pasar", pensó Harry resuelto.

—Estoy bien, Johannah. Es sólo que he olvidado decirles una cosa. No podré ir a ver a Louis esta noche. Había quedado para ir al partido con un amigo. Es su cumpleaños y no puedo decirle que no.

No sabía por qué no le decía que su amigo era un niño, pero ya que no lo había hecho pensó que sería mejor dejarlo sin aclarar. Podría necesitar un novio imaginario en algún momento.

—Claro que no. Louis lo sentirá mucho, pero estoy segura de que lo entenderá —respondió Jay, aunque por su tono parecía decir que era ella quien no lo entendía.

—Dígale que lo veré mañana —añadió fríamente, antes de colgar el teléfono. Suspirando, no hizo ningún movimiento para levantarse, aunque tenía muchas cosas que hacer. Siempre había creído que el amor sería una experiencia maravillosa, pero había estado equivocado. Era muy dolorosa. Al final fue al partido, dispuesto a pasárselo bien. No tenía ningún sentido ir con la cara larga. Y, además, no quería estropearle la noche a Damian.

El béisbol le gustaba mucho y era estupendo ver un partido con alguien que estaba tan emocionado como él. Había algo catártico en gritar y animar a coro con la multitud y los perritos calientes y los refrescos nunca le habían sabido mejor. Durante un par de horas se olvidó de los problemas y acabó tan feliz como su pequeño compañero cuando su equipo ganó el partido.

— ¡Já, qué bien! —dijo el niño mientras salían arropados por la multitud.

— ¿Lo has pasado bien, Dami? —preguntó sonriendo, aunque ya sabía la respuesta. Él devolvió la sonrisa, mostrando el hueco que acababa de dejar uno de sus dientes de leche.

—Ha sido el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho nunca. ¡Ya verás cuando se lo cuente a mamá!

Por un segundo, Harry sintió pena por su amiga. A Perrie no le gustaba béisbol, pero era una madre viuda, ya que su esposo había fallecido hace 2 años, y no quería que Damian se perdiera nada, así que iba a todos los partidos de los niños y escuchaba al niño hablar sobre ellos horas y horas.

— ¿Te apetece tomar un café? —invitó Perrie cuando llegaron a casa. Harry había pensado decir que no, pero cambió de opinión. Podía ser bueno para él hablar con alguien.

EL PROMETIDO DE MI HERMANO - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora