Capitulo 22

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Siguió corriendo, siguiendo el sendero pero sin reconocer ninguno de los árboles y arbustos distorsionados por sus lágrimas. Desde la distancia oyó a Louis llamándolo y el sonido de sus pasos tras él. Siguió corriendo aún más rápido y tropezó con una raíz. Se quedó quieto en el suelo un momento, pero cuando oyó a Louis acercándose se levantó como pudo y siguió adelante.

— ¡Harry, para, no vayas por ahí! — Louis gritó justo detrás de él.

El rizado intentó volverse y ese movimiento lo desequilibró. Dio dos temblorosos pasos hacia atrás intentando recobrarse y en el tercero notó que no había nada bajo sus pies. Horrorizado, se dio cuenta de que estaba al borde de un barranco.

Su mirada se cruzó con la de Louis, tan aterrorizada como la suya mientras corría hacia él, e intentó echarse hacia adelante. Pero era demasiado tarde. Con un grito desgarrador sintió que caía hacia atrás.

— ¡No!.

Oyó el grito de Louis mientras se golpeaba contra el suelo y caía rodando por una pendiente escondida entre la maleza. Casi no sentía los golpes.

El horror lo había dejado como insensibilizado, pero cuando se golpeó la cabeza contra algo duro y afilado sintió un fuerte dolor y lanzó un gemido.

Unos segundos más tarde, Louis estaba a su lado. Llevaba puestos los zapatos pero estaba desnudo de cintura para arriba.

Tenía cortes y arañazos por todas partes y estaba completamente pálido. Se acercó a tocarlo, pero en el último segundo se paró. Podía ver sus manos temblorosas y sabía que tenía miedo de tocarlo por temor a que estuviera malherido.

— ¡Dios mío!.

Louis se pasó la mano por el pelo y tragó saliva.

— ¿Qué has hecho? ¿Te has roto algo, dónde te duele?.

Le dolía todo el cuerpo, pero no creía haberse roto ningún hueso.

—Me duele la cabeza —gimió.

Sabía que se había golpeado contra algo y le extrañaba no haber perdido el conocimiento.

Louis maldijo en voz baja pero con una violencia que no había escuchado nunca. Con mucho cuidado, tocó su cabeza para comprobar dónde estaba el daño.

—Desde luego, te has dado un buen golpe. Voy a comprobar si hay algún hueso roto. Dime dónde te duele —dijo con voz temblorosa pasando los dedos por los brazos y piernas de Harry.

Se sentó en cuclillas y apretó los dientes.

—No parece que haya nada roto, pero hay que llevarte a un hospital enseguida. No quiero dejarte aquí solo pero tengo que ir a recoger el walkie-talkie.

Harry intentó sonreír.

—No me pasará nada. Te prometo que esta vez no saldré corriendo —añadió bromeando y vio el dolor en los ojos de Louis.

—Te prometo que volveré.

—Ya sé que lo harás. Confío en ti.

—Empieza a contar, cariño. Volveré antes de que hayas contado hasta cien —dijo después de unos segundos y empezó a subir de nuevo la pendiente. Harry había contado hasta sesenta cuando sintió un dolor agudo.

Intentó girar la cabeza y se hizo daño. Esa vez sintió que todo se volvía negro y no pudo hacer nada para no perder el conocimiento.

Harry se despertó. Sabía que estaba en un hospital por el inconfundible olor y recordó haber recobrado a ratos el conocimiento, pero no sentía el dolor.

EL PROMETIDO DE MI HERMANO - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora