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Eran cerca de las doce de la noche cuando Isabella ingresó en aquel bar, que con tan solo verlo desde lejos se lograba distinguir que era una mierda. Se vio obligada a vestir un vestido que le llegaba hasta la mitad de los muslos con escote en v, de tirantes, con la espalda descubierta y pegado al cuerpo; era plateado en su totalidad adornado con brillos por donde lo vieras. Lo acompañaba por unos zapatos no tan altos de taco ancho que combinaban perfectamente con la ropa y joyas de oro blanco que brillaban con la oscuridad. También tenía un pequeño bolso donde tenía guardado su celular, una caja de cigarrillos y una navaja.

Si hubiese estado en otras situaciones no habría dudado en mandarle una foto a Vinnie, como por cierto ya había hecho en ocasiones anteriores. Pero no estaba en una situación en la cuál podía parar un segundo a jugar. Mucho menos con lo que le había llegado esa tarde.

Un número desconocido le había pasado una foto, una maldita foto donde se veía a su hermano atado en una silla, con los ojos vendados y con la cara repleta de sangre. Además de eso, se notaba como tenía moretones repartidos por todas las partes visibles de su cuerpo y unos cortes en la zona de las clavículas. Te estas tardando, decía debajo. Y al parecer habían destruido el celular luego de eso, porque por más que lo intentó una y mil veces, no pudo rastrearlo.

Iba a matar a todos los que tuvieran que ver con eso sin dudarlo. Y esa noche seguiría con su cometido.

Ingresó al establecimiento intentando disimular la mueca de asco que se le formó cuando percibió el intenso olor a putrefacción que había ahí adentro. El aire se sentía denso y una espesa capa de lo que probablemente era humo de marihuana o alguna droga se extendía por toda la parte superior. Ni en sus más rotundas pesadillas imaginó que alguna vez en su vida estaría en un lugar así.

Caminó con pasos firmes y la mirada en alto hasta llegar a la barra, que se encontraba en el otro extremo del bar. Durante su recorrido observó a su alrededor y pudo notar tanto a hombres como mujeres bebiendo y fumando como si la vida se les acabara mañana, y a otros enredándose con la primera persona que se les pasara en frente. También notó como la mirada de algunos se iba hacia ella, estaba segura de que parecía una bola de disco andante con su atuendo, pero era justamente lo que buscaba.

Cuando llegó a la barra se sentó delicadamente en una de las banquetas libres que había y esperó pacientemente para que el barman terminara con el trago que estaba preparando. Tomar algo no le vendría mal, la ayudaría a entrar en papel.

Después de pedir un whisky y tomarse la mitad del contenido apenas lo tuvo en sus manos, comenzaba a hartarse de estar ahí. Ya había perdido la cuenta de cuántos tipos se le habían acercado, y que ella había rechazado con toda la gentileza que tenía guardada. Algunos incluso la habían insultado.

Sin poder evitarlo, y viendo como otro tipo se alejaba, sacó los cigarrillos de su bolso y prendió uno, sintiendo inmediatamente como la nicotina hacía su rápido efecto y la tranquilizaba. Dejó escapar el humo con los ojos cerrados y al abrirlos los vio. Sus siguientes presas estaban ahí frente a ella.

𝐈𝐒𝐀𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀 ; vincenzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora