Los siguientes cinco días pasaron tranquilamente, tanto, que hasta daba miedo. Para suerte de Jimin, quien se encontraba mucho mejor, pudo descansar como a el verdaderamente le agradaba: acurrucado entre los brazos del Diablo, con sus frentes unidas y respiraciones mas audibles de lo normal ante una larga sesión de besos.
Debido a que los Park parecían estar tramado algo, Jungkook decidió que, por el bien de su niño favorito, permanecería ausente durante el día, y tan solo regresaría por las noches. Resistiría el no pasar todo el tiempo junto al mundano, ya había estado solo durante siglos, ¿en que le afectaría volver a ello?
Bueno, al parecer, en todo.
---Es mi hora de partir.----Murmuro el rey del inframundo, repartiendo dulces, lentos y pequeños besos por la piel del cuello ajeno.
----Entiendo.---Jimin aflojo sus brazos, los cuales rodeaban el cuello de Jungkook. No se negaría a la decisión del arcángel, quien parecía estar haciendo su mayor esfuerzo para protegerlo. Espero unos momentos, con sus ojos cerrados, hasta que los labios contrarios se alejasen, pero, a pesar de aquello sucedido, Jungkook permaneció en su sitio.----...ah, ¿Kook?
---Mh.
---¿No es...?----Sintió los brazos de Jungkook rodear mejor su cintura, acomodándose como anteriormente lo estaba.---¿No es tu hora de partir?
---¿No te hace gracia?---Aparto su rostro del cuello del rubio, dejándolo frente al de este, quien lo observaba con curiosidad.---¿Mi "hora de partir"? Suena a que moriré.
Jimin frunció su ceño, con su semblante serio mientras negaba lentamente con la cabeza.---No me hace gracia.
----¿No?----Ahora, quien lucia confundido, era el Diablo.----Comprendo.
No lo comprendía.
----No me gusta imaginar que podrías morir.
----No debes imaginar cosas que no podrían suceder.----Retruco Jungkook, llevando su mano repleta de anillo dorados al lado derecho del cuello de Jimin.---Lo haces constantemente.
----Es inevitable.---Susurro el rubio, alzando un poco su rostro y observando los finos labios ajenos.
---Pero no irremediable.---Finalmente, el rey del inframundo le obsequio al mundano lo que este tanto anhelaba, besando sus labios con lentitud, y hasta dulzura.
Tras aquella conversación, surgieron nuevos asuntos como, por ejemplo: el que Jimin no debía, ni tenia que, arriesgar su vida por los demás. Jungkook le confeso el haber sido el quien envió a Muerte hacia el sacerdote, y que no debía de invadirlo de preguntas por ello. El mundano, en medio de aquella pequeña discusión, intento hacerle entender muy delicadamente que Jungkook, aunque pudiese, no tenia el derecho de asesinar a cada persona que lo moléstese. No solo era sospechoso, sino, también, hacia un gran daño en el corazón de Jimin, quien expreso la culpa que sentía, sin poder evitar soltar una que otra lagrima al recordar todo el daño que, según el, había causado.
Por otra parte, Jungkook sabia que, aunque sus palabras siempre eran las mismas, algún día permanecerían intactas en la mente del rubio.
"Mi niño favorito. ¿Por qué lloras por seres que no merecen permanecer en este mundo? Ni en otro. Si están ardiendo en el infierno es por culpa de ellos. Nadie debió ni te pondrá una mano encima...jamás."
Lo que resto de aquella noche se baso en el Diablo besando lentamente, con suma delicadeza, los labios de Jimin, quien no podía evitar pensar en que aquel extravagante ser estaba intentado, de alguna manera, reconfortarlo, y apartarlo de su miseria.
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Dancing with the Devil •Kookmin•
FantasíaEs 1967 y Jimin esta harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Ya cansado de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Que tan rápido le oiría esté? Era...