La Nueva y la Ultima.

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¿Cuánto tiempo trascurrió?

No estaba muy seguro, tal vez no lo que el creía. Aun continuaba en aquel lugar, abrazando el cuerpo de su niño favorito, acariciándole su precisos cabello, admirándolo.

"Jamás te he amado." Fueron sus últimas palabras. 

Jungkook intento no dejarse influir por ello, porque recordaba sentir lo que Jimin sentía por el antes de no tener alma pero, de todas formas, sabían que no podría deshacerse de ese recuerdo ni en millones de años.

Lo peor de todo es que ni siquiera podía morir. No había nada que lo matará, estaba condenando a ello. Estaba condenado a vivir sabiendo que había matado al amor de su eternidad.

Le acarició con su dedo pulgar los labios, los cuales estaban pálidos, del mismo color de su bello rostro. Jamás volvería a probar esos labios, ni oír su dulce voz. Jamás vería sus linda nariz y su tímida sonrisa, ni tampoco aquellas dos palabras que provoco una extraña, pero agradable confusión en su mente.

Era tan injusto. El lo intento...

...realmente había intentando ser, al menos un poco bueno.

Una fuerte y fría brisa interrumpió sus pensamientos, un chillido fuerte se hizo presente, y se vio obligado a soltar a Jimin cuando fue lanzado contra un rincón, en la oscuridad de la habitación. El cuerpo de Jimin cayó al suelo al no haber sido re acomodado en la camilla. Jungkook gruño con furia antes de levantarse del suelo, observando a la figura alta, con capa negra y, una guadaña de punta muy filosa en una de sus manos, encaminarse hacia el cuerpo de su esposo.

Jungkook formó un puño con su mano al frente, manteniendo a Muerte en su lugar. Sus ojos nuevamente estaban completamente negros. Movió su mano con fuerza, y Muerte fue expulsada por la habitación, primero hacia un lado, y luego hacia el otro, golpeándola.

---No lo toques, maldita sea.---Gruño el Diablo, finalizando por atraer a Muerte hasta tenerla frente a el.---Te voy a hacer pedazos, hasta que agonices, para que jamás encuentres la paz...

La guadaña voló por la habitación, cayendo en el medio de esta a la par que Jungkook tomó el cuello frente a la cosa sobrenatural frente a él, apretando con fuerza y sintiendo la satisfacción como sonaba unos huesos contra su mano. Sonrió de lado, complacido pero nuevamente volvió a estar serio y, con un grito lleno de furia, arrojó a Muerte hacía otra punta de la habitación. Ya nada le hacía sentir satisfacción, lo único que sentía era un profundo hueco en el pecho. Siquiera destruyendo el universo le serviría de consuelo.

Aun menos sabiendo que la verdadera razón era él.

---Era todo un plan, ¿Verdad?---Dijo, sonriendo con amargura mientras nota la figura de negro levantarse del suelo y soltar otro chillido.---Él quería esto, Dios quería a Jimin. Y tu se lo diste. Te llevaste su alma para que yo volviera a ponerla en su cuerpo, y fallara. Ahora está muerto, y no hay forma de hacerlo regresar. Bravo.---Muerte, la cual ya estaba de pie, caminaba nuevamente hacia Jimin. ---Esa es una gran lección: usar a las personas para experimentar. Tenia razón,---Asintió lentamente.

Todo fue un juego del de arriba.

 O eso creía.

Alzó la mirada cuando noto la mano de Muerte ir en dirección al pecho de Jimin, y fue justo cuando estuvo a punto de alejarla, cuando estuvo a punto de matarla, que esta chillo, más fuerte que nunca antes de ser arrojada, sin siquiera tiempo de caer al suelo debido a que, inesperadamente, se convirtió en cenizas, estimándose en el mismísimo aire.

El ceño de Jungkook se frunció, totalmente confundido. Ese no fue el. Observó hacia la puerta, en busca de algo que se adentrara a su cuarto, pero no había nadie.

Dancing with the Devil •Kookmin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora