Dark Mafia

XIII

Peter wyman

Me encuentro con Sam en la entrada de la central y le pregunto por la ubicación de Andrew.

—Volvió al hotel —responde —. ¿Estás bien?

—¿Por qué todos me preguntan eso?

No me responde y simplemente me dice que ella estará para mi si quiero hablar.

Salgo del centro comercial y cojo un taxi hacia el hotel al tiempo que le escribo a Andrew, avisándole que voy a verlo.

Ha pasado bastante tiempo desde que estuve en el hotel y cuando llego todo se ve igual, pero se siente diferente.

En el ascensor me cruzo con Sophia que también va al ultimo piso y ya que no esta Kate, la acompaña una trabajadora del hotel.

Todo el viaje en el ascensor no hablamos, ni siquiera sé si sabe que estoy allí.

Cuando se abren las puertas en nuestro piso, ella toma mi mano y cuestiona mi identidad.

—Soy Peter —contesto.

Me libera de su agarre y me da una media sonrisa.

—Les daré tiempo para hablar —expresa.

Llama a la trabajadora del hotel y juntas toman asiento en las escaleras junto al ascensor. Me despido y toco la puerta de Andrew.

Él abre enseguida, se coloca una camisa y al verme su expresión cambia a una indescifrable.

—¿Qué haces aquí? —pregunta.

—¿Puedo entrar? —respondo.

Me abre el paso y me adentro a su habitación mientras el observa el pasillo para después cerrar.

—Necesitamos hablar —digo.

—Estoy de acuerdo —responde.

Tomamos asiento sobre su cama y respiro, contando del uno al diez para calmarme.

Luego por accidente hablamos al mismo tiempo y le pido que hable primero, pero el me pide lo mismo.

—Mejor yo lo hago o perderé el valor —declaro.

Asiente y me permite hablar, pero la parte estúpida de mi cerebro toma el control sobre mí.

Me acerco a él y sin pensar me coloco de rodillas sobre él para quedar frente a frente, y lo beso.

Al principio mi beso es tímido y dulce, pero cuando me alejo para verlo, coje mi rostro para volverme a besar, el beso se torna violento y apasionado.

Su cuerpo y cabello están húmedos como si acabara de salir de la ducha y por lo mismo sus labios saben a menta.

Nos separamos y nuestros ojos quedan fijos entre ellos, respiramos de forma agitada y puedo escuchas sus latidos y los míos.

—Eso estuvo...

—Wow —digo.

Me bajo de sus piernas y me acomodo a su lado.

—¿De qué me querías hablar? —pregunto.

Se queda en silencio, se coloca de pie y me hace sentir inquieto.

Sus ojos me miran con inseguridad, sus labios quieren mantenerse cerrados y no puede dejar sus manos quietas.

—¿Qué sucede? —cuestiono.

Me levanto y me poso frente a él, a pocos centímetros.

Le vuelvo a preguntar, se peina el cabello para atrás y se dispone a hablar.