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Peter wyman

Desde que tengo me memoria, en mi vida solo he amado cuatro cosas, a mis abuelos, mi hermana, la música y la moda.

Mis abuelos me criaron fuera de mi ciudad de nacimiento, en un pequeño pueblo, y siempre me han apoyado, en mis estudios, mis locuras y cuando me declaré abiertamente gay.

Mi hermana creció junto a mi padre en nuestra ciudad de nacimiento, y aunque nos veíamos poco, siempre estábamos para ayudar al otro. O eso creía hasta que murió y me enteré que mi padre abusaba de ella, y nunca pude ayudarla.

La música siempre ha sido parte de mi vida. Mi hermana estudiaba música y me enseñó a tocar la guitarra desde los seis años. Mi mamá tenia una hermosa voz y me encantaba escucharla cantar antes de dormir. Y yo, aunque no me dedico a la música, tengo mucho talento con la guitarra y el piano.

La moda ha estado en mi vida desde que tengo uso de la razón, y según mi hermana, aun cuando era pequeño me vestía como modelo de revista. Decidí estudiar para ser estilista y asesor de imagen, y finalmente después de largos años he conseguido graduarme.

Pensaba salir del país para trabajar y aprender otros idiomas, pero luego de la muerte de mi hermana cambié de opinión y decidí mudarme a Diebe.

Actualmente, dos años después de su muerte, me ha llegado una oferta de trabajo para trabajar en el nuevo centro comercial de Diebe. Y sin pensarlo dos veces, comienzo a buscar boletos de autobús para viajar.

Luego de comprar el boleto, voy a casa de mis abuelos y les cuento la gran noticia.

—Felicidades, mi amor —dice mi abuela después de escucharme.

—Gracias, tita. Prometo venir a visitarlos y mandarles dinero —contesto.

—Eso espero, gastamos mucho criándote. Si me traes a un yerno, yo seré más que feliz —declara mi abuelo, acariciando mi cabello.

Les doy una pequeña sonrisa y los abrazo mientras beso sus mejillas arrugadas.

—¿Cuándo te vas? —pregunta mi abuela.

—Tengo la entrevista mañana temprano —respondo —. Así que viajaré hoy y pasaré la noche en un motel.

—Solo te pido que te cuides. Esos lugares son peligrosos —comenta mi abuela, apretando mi mano.

—Tranquila, cariño —interviene mi abuelo ante los nervios de mi tita —. Nuestro hijo sabe defenderse, sabes que le rompería la cara a cualquiera.

—Es cierto, tita. Sé cuidarme y no me pasara nada —hablo y mi tita sonríe.

Después de tomar un poco de café juntos y tomarnos algunas fotos, subo a mi habitación y termino de empacar algunas cosas.

Cuando se hacen las cinco de la tarde, me ducho, me despido de mis abuelos y camino hasta la terminal de autobuses para finalmente subir a mi autobús a las cinco y treinta.

Duermo la mayor parte del viaje y solo me despierto cuando el bebé de la señora detrás de mi comienza a llorar.

Para evitar escuchar al bebé que no deja de llorar, cojo mis audífonos y coloco música a todo volumen.

Hacemos una parada para buscar comida y como no tengo hambre me quedo en el autobús. Media hora después todos regresan al autobús y un joven que no estaba antes se sube, se sienta a mi lado y me sonríe.

El chico tiene los ojos claros, el cabello bien peinado y ocupa un traje azul claro con una camiseta blanca debajo.

—Me llamo Erick —dice el chico al tiempo que guardo los audífonos.

Dark MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora