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Peter wyman

Regreso a mi habitación, pero me siento inquieto y decido llamar a la chica de la tienda de música para salir a beber.

—Hola, soy el que te debe una bebida —digo para iniciar la conversación.

Al principio no responde y luego de unos segundos dice recordarme.

—¿Te parece si vamos por unas copas? —invito.

Acepta la propuesta con emoción y luego nos despedimos.

Ahora estoy frente al armario y no sé qué colocarme.

Mi primera opción es un chaleco tejido color azul con un buzo gris debajo y unos jeans cortos.

La segunda opción es una camisa de rayas verdes y blancas sin mangas, y unos jeans largos y anchos.

Al final mezclo las dos opciones y decido no peinar mi cabello, dejarlo como naturalmente se ve.

Nos vamos a reunir en el nuevo bar que se creó hace un año, en el lugar donde ocurrió la tragedia.

Ella ya se encuentra esperándome y está ansiosa.

—Te ves bien —me dice cuando bajo del taxi.

—Tu tampoco te quedas atrás —le respondo.

Ella ocupa unos pantalones de cuero sintético negros, un crop top rosa y unas botas chunky de tacón alto.

Entramos y tomamos asiento en una mesa cerca de la barra de bebidas.

—¿Qué quieres? —pregunto.

—Una michelada de mango —responde.

Me acerco a la barra de bebidas y el señor me pide nuestras identificaciones. Le muestro la mía y acepta, pero también pide ver la de mi acompañante.

—Necesito tu identificación —digo.

Ella me la entrega y sonrío.

—¿Te llamas Elizabeth? —cuestiono, tratando de no reír.

—Si, pero dime Lizzie —contesta.

Me alejo, busco las bebidas y regreso con una cerveza para mí y una michelada para ella.

—¿Tu como te llamas? —pregunta cuando le entrego la bebida.

—No puedo creer que estemos bebiendo juntos sin siquiera saber nuestros nombres —expreso entre risas.

Ella me sonríe y repite la pregunta.

—Me llamo rulitos —digo —. Perdón, Peter, me llamo Peter.

Nos reímos y no puedo creer el ser tan idiota.

—Esta música es horrible —se queja.

Concuerdo con lo que dice, la canción ni siquiera tiene letra y el ambiente es aburrido.

—¿Qué tipo de música te gusta? —pregunto.

—Taylor Swift —responde.

Yo AMO a Taylor Swift y el solo hecho de que a ella le guste, me hace querer ser hetero para casarme con ella.

—¿Quieres ser mi esposa? —bromeo.

—Si fueras hetero aceptaría —contesta.

—¿Cómo sabes que no lo soy? —cuestiono.

—Ningún hetero tiene tan buen gusto —explica.

Tiene razón y no trato de negarlo, nunca he tratado de ocultar mi sexualidad.

Dark MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora