-Laura, ¿Puedes....? Siento que me dará un ataque de asma o algo- Dice Tyler con una mano en su pecho y la pelinegra asiente.
-Se que va a sonar muy difícil de creer o que pensaran que estamos locos -Empieza a decir captando la atención de todos- Ha...
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| Corregido, 16/07/24|
●●● EL INICIO DEL PROBLEMA●●●
Las ramas de los arboles golpeaban partes de sus cuerpos a medida que avanzaban a gran velocidad por el bosque, las hojas anteriormente caídas crujían bajos la suela de sus zapatos y la oscuridad de la noche les dificultaba la visión. Los mas pequeños del grupo era arrastrados o cargados por los que tenían mayor fuerza o habilidad, pero el largo trecho que habían corrido estaba empezando a pasarles factura y era cada vez mas difícil seguir, sus pasos se volvían mas lentos y pesados. Sus corazones golpeteaban desesperados contra sus pechos, el aire se quedaba atadas atascado en su garganta.
—¡Nos están alcanzando!—rugió uno de los chicos con una pequeña niña en brazos sin dejar de correr.
A sus espaldas se escuchaban gritos de varias personas, pequeñas luces que alumbraban escazas partes del camino y como disparaban todo tipo de armas en su dirección. Los perros ladraban en su dirección dando su ubicación a las personas que los seguían cada vez mas de cerca. Las numerosas pisadas en la maleza hacían eco en sus oídos desarrollados, el aroma a tierra mojada junto con la madera y hojas abrazaba los olores de sus perseguidores fundiéndolos con la naturaleza.
—¡No se detengan, solo sigan!— Exclamo la mayor de todos sin soltar la mano de su hermano. Su agarre se apretó en la mano del más joven en un vano intento de transmitir algo de confianza.
Pero ya estaban muy cansados, tenían mucho tiempo corriendo y algunos cargaban con un peso extra. El ardor persistía en cada uno de los músculos de sus cuerpos, tensos por el uso constante junto con el miedo y la ansiedad.
—¿¡Seguir!? ¿¡Hasta donde mierda vamos a correr!?— Protesto el rubio de ojos verdosos. Su pecho subía y baja con violencia, mientras guiaba a los dos pequeños que se aferraban con fuerza a cada una de sus manos. La ira burbujeaba bajo su piel y sentía su sangre hervir de rabia.
Los demás se mantenían en silencio mientras seguían los seguían como podían. El frió y el rastro de la resiente lluvia dificultaba un poco mas la tarea, lo bueno es que no solo para ellos. Las nubes de tormenta a penas estaban empezado a abandonar el cielo, no lo suficiente como para que la luna pudiera alumbrar su camino, estaban agradecidos de no necesitarlo del todo.
—¿¡Y que quieres que hagamos!? ¿¡Que los matemos!?—Grito enojada la pelinegra volteando en dirección al otro chico que corría detrás de ella—Sabes que no podemos.
Un gruñido se escucho y luego como alguien tropezaba yéndose al suelo seguido de un ruido de chapoteo.
—¿Estas bien?—inquirió la chica pelirroja que se detenía a ayudar rápidamente al moreno y a la pequeña que este traía en sus brazos.
