Capítulo XX

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Con tan sólo ver a Karpov, Illya supo que había desertado pero no comprendía porque quedarse en su propia casa. En cualquier caso su orden era matarlo pero aún debía justificar quedarse varios días hasta que pudiera escapar a Berlín.

—No debes preocuparte, también voy a desertar —dijo Illya con suma calma.

Esas palabras parecieron desconcertar a Karpov, esperaba que lo intentara matar en el acto, en especial si se trataba de Illya Kuryakin. Dudó si bajar el arma pero decidió que era mejor no hacerlo, por el contrario Illya guardó la suya en su chaqueta.

—¿Por qué debería confiar en ti?

—No deberías pero es la única opción que nos queda si queremos salir vivos.

Karpov hizo seña con el arma a Illya para que tomara asiento en uno de los pequeños muebles de la habitación secreta. Él lo hizo con desgana, Karpov guardó el arma y se sentó frente a él, aunque lo suficientemente lejos para evitar un ataque.

Illya fue el primero en romper el tenso silencio, quería hacerlo sentir bien, era una de las pocas técnicas que no solía usar porque no sabía como hacerla funcionar. Le dijo que desertar estaba bien pero que tenía que irse de la casa donde el KGB conocía que vivía, era absurdo mantenerse allí.

—A veces el escondite más obvio suele ser el mejor, han venido varios agentes pero ninguno había encontrado la habitación secreta. —dijo Karpov con relativa seguridad— Ahora ¿Por qué tú, el niño prodigio del KGB, quiere escapar?

Illya se encogió de hombros, miró con tristeza al suelo y no respondió. Fue entonces cuando su interlocutor se dio cuenta de que no mentía, coincidió pocas veces con Illya mientras estaban en Rusia pero nunca mostró algún sentimiento distinto a la rabia o la ira pero ahora veía odio mezclado con tristeza.

Un pensamiento cruzó la mente de Karpov: quizá si el KGB tratara mejor a sus agentes tendrían menos problemas y menos necesidad de vigilarlos.

—Hirieron a quien quería más que a nada en el mundo sólo para que volviera a trabajar —dijo Illya con toda la entereza que pudo reunir.— Tengo que vengarme. Era lo que querías saber pero ¿Por qué desertaste tu?

La historia de Karpov no era tan trágica, sencillamente había reunido el valor suficiente para dejarlo, tras años de continúas amenazas con enviarlo al Gulag al más mínimo error. Sumado a que su madre había enfermado y finalmente muerto, así que ya no temía las represalias de dejarla en Lviv.

Varias semanas después de enterarse tomó la decisión, fingió desparecer durante la misión. Dejó todo arreglado para salir del escondite de su casa tras dos semanas e irse lo más lejos posible, a Suramérica. Tenía una maleta pequeña, un pasaporte falso y el pasaje de avión para probarlo.

Illya supo que decía la verdad, ambos estaban hartos, odiaban lo que hacían y para quien lo hacían. Sin embargo, no confiaba lo suficiente como para dejarlo solo pero debía salir rápido del edificio o irían a buscarlo.

Llegaron a un acuerdo deprisa. Illya no iba a capturarlo sino que fingiría buscarlo, llamaría a sus conocidos y seguiría investigando como si nada hubiese pasado. Karpov se quedaría escondido el resto de la semana, aunque perdería el pasaje de avión. Entonces se verían en el aeropuerto y seguirían su camino.

Illya salió de la casa fingiendo estar fatigado. Volvió a su habitación en el hotel, allí lo esperaba otro agente del KGB, el que estaba asignado para vigilarlo. Le preguntó sobre sus avances y probablemente le había puesto micrófonos.

Explicó que realmente no tenía nada, ni en su oficina o en su casa había encontrado algo que lo ayudará, salvo una lista de los números de teléfono de sus conocidos, a los que tenía planeado llamar cuando amaneciera, en hora laboral.

Así Illya ocupó casi toda su semana, llamando a personas que no tenían ni idea de la "desaparición" de Sedoné aka Karpov. A algunos los visitó personalmente y fue a otros lugares a los que su objetivo solía acudir. Como era de esperarse no obtuvo el menor resultado.

Por otro lado, mentía al KBG, si bien lo estaban siguiendo no investigaban con él, así que tenía cierto margen para mentir. Les dijo que Karpov había desaparecido tras una reunión con un contacto, que seguramente lo secuestró, pero aún necesitaba más detalles.

Cuando llegó la fecha acordada entre los espías, cada uno salió de su lugar en dirección al aeropuerto. Karpov lo tenía más fácil, se escabulló desde su escondite por la puerta trasera de su casa con un pequeño bolso, llevaba una peluca, unas gafas y estaba vestido como un hippie. Era imposible que el KGB lo reconociera.

El escape de Illya era más complicado porque sabía que lo seguían todo el tiempo. Habían acordado verse de día pero Illya salió de la habitación de hotel a las 4 a.m. para evitar ser visto. Tenía cuatro horas antes que notarán que no estaba.

Caminó hasta el aeropuerto, deteniéndose varias veces para quemar tiempo aunque no le gustaba hacerlo porque implicaba pensar y pensaba en Gaby, en lo que le había hecho y lo atormentaba al punto de no dejarlo dormir.

Illya fingía estar bien, como siempre había hecho pero se estaba desgastando tanto física como mentalmente. Tenía pesadillas, dormía menos, comía justo lo necesario y su mente divagaba cuando no estaba ocupada. Se odiaba a si mismo, por lo que había hecho y por seguir viviendo pero lo prometió, le debía al menos eso a Gaby.

Continuó su marcha, con su mente centrada en el pasado, en la venganza y en la vigilancia, se mantenía alerta por si alguien lo seguía pero no vio a nadie. Se había escabullido a buena hora, probablemente el agente seguiría durmiendo. Además, hizo el menor ruido posible para evitar dejar rastro en los micrófonos, luego de revisar su ropa y zapatos. Conocía bien para quienes trabajaba, ahora más que nunca.

Illya evitó entrar al aeropuerto hasta las 8 a.m, la hora que había acordado con Karpov, y esperaba que él hubiese hecho lo mismo. Esos lugares estaban vigilados por la inteligencia de casi todos los países. No son seguros pero son la mejor opción para salir de un país rápido y sin que nadie pueda subir a último minuto.

Compró en efectivo dos boletos en clase económica para el próximo vuelo a Berlín Occidental, tuvo suerte, ya que el avión tenía asientos disponibles. En ese momento Illya pensó que había sido una estupidez pedir una reunión en Berlín Oriental pero en aquél momento no estaba pensado con claridad y el taller mecánico donde trabajaba su Gaby fue lo primero que se le ocurrió.

Una media hora tarde, se le acercó Karpov, estaba irreconocible, Illya lo felicitó por su habilidad para cambiar de apariencia, no preguntó si lo habían seguido, su mera presencia allí era una prueba de que no. Su intercambio de palabras fue breve, como el de dos viajeros que van al mismo destino.

Sin embargo, Illya no dejó que Karpov partiera a algún país de Suramérica sino que lo obligó a subir a su avión. Le dijo que cuando estuviera en Berlín Occidental podría ir a donde quisiera, no antes. Después de todo Illya tenía sus reservas, ya lo habían traicionado muchas veces.

Ambos embarcaron de prisa, Karpov estaba muy asustado, se temía una treta para hacerlo cruzar el muro pero no tenía opción, ni una forma de escapar, Illya ni siquiera lo dejaba alejarse lo suficiente de él. Durante el vuelo no tuvo ni un momento de paz, la cabeza le daba vueltas y no paraba de pensar en el gélido frío de Siberia.

Misión URSS (The man from U.N.C.L.E fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora