Capítulo XXII

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Entraron con sigilo al taller mecánico, que aún no estaba abierto. Se mantuvieron en silencio cuando los trabajadores llegaron, Illya se preguntaba si alguno recordaría a Gaby.

Esperaron durante varios minutos por alguien de U.N.C.L.E o una señal. El auto del sr. Waverly y Napoleón entraron al taller como si necesitaran un cambio de neumáticos urgente porque uno se había pinchado.

Natalia e Illya vieron a Waverly salir del coche y pedir lo que supuestamente necesitaba. Ella tocó la ventana del lado del copiloto donde aún se encontraba sentado Napoleón. Él estadounidense les hizo un gesto para que ambos subieran al coche, también lo hizo Waverly mientras arreglaban el neumático.

—Peligro, nunca creí que me alegraría de verte —dijo Napoleón a Illya quien acababa de sentarse junto a Natalia en la parte trasera del coche.— ¿Estás bien?

—Eso no importa ahora.

Napoleón entendía el silencio del Illya, pensó que en su lugar también intentaría hacer lo mismo pero más tarde tendría que contar que había ocurrido. El sr. Waverly preguntó por Natalia, la había visto en Moscú pero no sabía mucho más de ella, Illya dijo que debía ir con ellos porque lo había ayudado a conseguir la radio para descifrar su mensaje.

Natalia esperaba que la abandonaran, lo comprendía, ellos no tenían modo alguno de creerle y hasta había puesto micrófonos en los zapatos de Napoleón. Para su sorpresa Waverly aceptó llevarla a New York aunque no participaría en las actividades de U.N.C.L.E, una sensación de alivio recorrió su cuerpo.

—Sólo tenemos un problema —dijo el Sr. Waverly— ¿Cómo cruzamos el muro? Tenemos un pasaporte diplomático para Illya pero no tenemos uno de repuesto.

Pensaron por un momento en un plan, incluso repetir la forma en que Napoleón sacó a Gaby pero Illya les informó que habían construido una torre en el lugar por donde habían escapado para evitar futuras fugas, los antiguos túneles fueron otra opción pero estaba vigilados. Finalmente Napoleón tuvo una idea.

—¿Y si sólo cruzamos? Ambos tienen la identificación como agentes del KGB y hasta donde podrían saber Illya desertó, así que usaremos el pasaporte, pero sobre Natalia no tienen información aún.

—Es una idea muy mala, tres diplomáticos y una agente del KGB, notarán que algo está mal y llamarán a su central en Berlín. —dijo Illya.

Al final decidieron unir varios planes, siendo el más importante el de Napoleón. Los tres saldrían en coche como diplomáticos y Natalia caminaría algunas calles al otro lado y luego la recogerían, después de todo el KGB aún la creía una agente leal y para cuándo notarán su deserción estaría lejos.

El plan se llevó a cabo, primero iría Natalia. Ella caminó sin demostrar emoción alguna hacía el retén del muro, mostró su identificación y dijo al guardia que estaría de vuelta al día siguiente. Cuando le entregó su identificación de vuelta ella guiñó el ojo y siguió andando. Dos calles después giró a la derecha, dio unos cuantos pasos más y se detuvo, allí esperaría.

Unos minutos más tarde el coche del sr. Waverly se detuvo ante los guardias del retén. Napoleón conducía, seguramente ya lo habían visto cruzar el muro en más de una ocasión. Él entregó los pasaportes de los demás, el guardia los revisó minuciosamente como solía hacerse con los pasaportes diplomáticos de los que ya habían entrado varias veces.

El tic de Illya estaba apareciendo lentamente en sus dedos, eran nervios, el guardia era el mismo al que le había dicho que era del KGB el día anterior. Respiró profundo para calmarse. Tuvo suerte el guardia no lo recordó o no lo reconoció.

Entregó los pasaportes y se despidió de ellos con amabilidad. Napoleón le agradeció y arrancó el coche, todos se sintieron calmados a medida que se alejaban. Dos calles después dieron la vuelta a la derecha para buscar a Natalia, quien estaba sentada en la acera con la mano en la cara.

El coche se detuvo casi al lado de ella, al subir los vio a todos, finalmente respiró con tranquilidad. Se dieron la enhorabuena por haber salido de manera sencilla pero aún quedan mucho por hacer.

Irían de vuelta a New York, donde tendrían privacidad para hablar dentro de sus propias instalaciones pero aún debían encontrar una forma de hacer que Natalia permaneciera a Estados Unidos, lo mejor era que diera alguna información sobre la URSS.

Fueron hasta el aeropuerto lo más rápido posible. El sr. Waverly tenía los tres pasajes comprados de antemano, aunque tuvo que negociar y pagar con sobreprecio un cuarto. De nuevo, la interminable espera para abordar el vuelo.

Subieron al avión, tomaron asientos separados uno del otro como estaba previsto, acomodaron el poco equipaje que llevaban. Aunque ninguno lo dijo se sintieron mejor cuando el avión despegó, ya no podrían detenerlos.

Misión URSS (The man from U.N.C.L.E fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora