Capítulo XVII

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Illya ya había descifrado la poco más mitad del código morse, usualmente lo hacía más rápido pero su nublada mente no le dejaba concentrarse, tenía 6 minutos antes de que el tren llegará al andén. "El libro de la peque..."

No había tiempo se puso la camisa cuello de tortuga manchada bajo otra igual ocultándolas con su chaqueta. Illya se detuvo a pensar en donde podría esconder los números que copio de la radio sin que fuesen descubiertos.

4 minutos. "Pequeña chata..." chatarrera. No necesitaba terminar. Cada célula de su cuerpo sabía que era chatarrera. El libro, El idiota. Título que Illya pensaba era perfecto para él en estas circunstancias.

2 minutos Illya escribía a toda velocidad los números sobre su piel cerca de la entrepierna. Si le hacían quitarse la ropa descubrirían la camisa pero no los números, sus calzoncillos ayudarían un montón.

La puerta del vagón se abre y Evershev entra. Illya le miraba con desprecio, era algo que no quería ni podía evitar. Había escondido todo lo que necesitaba, faltaba averiguar si lo descubrirían.

—Hemos llegado. Baja del tren, te veo en la cabina telefónica a unos 10 metros de la estación. Eso o...

—¿O qué? ¿Podéis quitarme algo más? —Illya interrumpió a Evershev y se apresuró a salir, propinándole antes un fuerte empujón.

Evershev se enojó por el mal humor de su colega, lógicamente, nunca se puso en su lugar. Ni pensó en lo que había hecho. Salió con aparente calma y se dirigió a la cabina telefónica como si fuera una persona común avisando a casa que recién llegaba, claro, nadie que no los siguiera desde dentro del tren notaría la relación con Kuryakin.

*****

New York, Estados Unidos.

El teléfono de la, por el momento única, sede de U.N.C.L.E suena, la recepcionista responde justo en el momento en que llega Napoleón.

—Kuryakin al teléfono. Comuníqueme inmediatamente con Solo, es urgente —decía un hombre con extraño acento al teléfono.

La mujer tapó la parte de abajo del antiguo teléfono de modo que el hombre no escuchara. Acto seguido llamó a Napoleón quien se aproximaba a pasar la siguiente puerta.

—Un hombre le llama.

—Envíe la llamada a mi escritorio —dijo Napoleón con desanimo— ¿Se identificó?

—Sí señor. Lo hizo como Kuryakin.

Su mirada cambió automáticamente y se apresuró a arrancar el teléfono de las manos de la recepcionista, ante la sorpresa de esta.

—¿Peligro? —dijo esperanzado Napoleón con el aparato en su oído.

Da. No tengo tiempo, estoy en Moscú. Gaby está... está... muerta —Napoleón sintió como se quebraba la voz de Illya al dar la noticia— Estaré en Berlín Oriental en exactamente 3 meses, a esta misma hora, en el taller mecánico donde trabajaba Gaby. Eso si hago lo que ellos piden.

—¿Y si no lo haces? —preguntó dudosamente Napoleón.

—Estaré muerto. Da svidaniya.

—Espera... —El teléfono hizo el ruido de llamada cortada y Napoleón miró con melancolía el teléfono y murmuró— Waverly te envió una nota por radio.

¿Por qué siempre pierdo el tiempo preguntando estupideces? Pensó Napoleón Solo para sí mismo. Caminó hasta su escritorio, sentó y cruzó los brazos sobre la mesa y hundió su cabeza en ellos. Gabriella estaba muerta, lo había sospechado pero gracias a Waverly se negó a creerlo. Y probablemente jamás viera a Illya de nuevo. Sin embargo, se prometió estar puntualmente en Alemania del este. Miró la hora de su reloj, 08:13 am. Probablemente a esa hora estuviese abierto el taller para no despertar sospechas.

*****

Moscú, URSS

Illya solo llevaba un bolso como equipaje, salió de tren como cualquier pasajero, con aparente calma y tranquilidad pero al quedar fuera del alcance de cualquier agente del KGB dentro del aeropuerto. Entró en la cabina telefónica, depositó una moneda y marcó rápidamente el número de U.N.C.L.E, esperaba haberlo hecho bien, tenía poco tiempo.

Lo había conseguido, por primera vez agradecía algo a su buena memoria. Pidió hablar con Napoleón, la mujer al otro lado del teléfono tomó el tiempo que a él no le sobraba para comunicarle. Contó de manera rápida los acontecimientos y donde debían verse, quiso impedir detenerse en la muerte de Gaby, pero sus sentimientos le traicionaron.

Él escuchó como Napoleón intentaba añadir algo más pero el tiempo se había agotado. Arrojó otra moneda y llamó a la oficina del KGB en Moscú.

—Kuryakin, necesito información sobre un agente de apellido Evershev. ¿Es confiable? —preguntó.

—Mijail Yevgenievich Evershev. Efectivamente es uno de los nuestros. —dijo una mujer letona, a juzgar por su acento.

—Muchas gracias —agradeció Illya a la radio operadora.

Acababa de explicar la llamada, si alguien preguntaba a quien había llamado el KGB sería su respuesta.

Evershev, tocó el vidrio de la cabina. Illya salió y le saludo.

—¿Con quién hablabas? —preguntó el agente.

—El comité —respondió Illya, refiriéndose al KGB. Después de todo no había dejado de ser un espía, calculó todo de manera perfecta.

Misión URSS (The man from U.N.C.L.E fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora