Capítulo VI

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—¿El KGB cree que Napoleón trabaja para nosotros? —Preguntó Iván a la vez que se burlaba del error del servicio de inteligencia.

—Exactamente, debo agregar que también creen que Illya es un traidor porque no lo ha reportado y de hecho lo ha negado. —Le respondió Mijaíl.

—Dado el historial familiar de Kuryakin, hubiese pensado que era más inteligente. Por cierto ¿Quién te ha informado de eso?

—Oleg, jefe del primer directorio.

Mijaíl abrió la puerta de la celda de Napoleón. Ambos entraron.

El estadounidense estaba sentado en una esquina, tenía la cabeza entre las rodillas. Una rata estaba caminando por su pie descalzo y este la empujó. Miró a los dos hombres de Svabóda y volvió a su posición inicial.

—¿Ves el colchón que esta allá? —Iván señaló el asqueroso colchón del otro lado de la celda— sirve para algo. Puedes echarte ahí.

—Claro que puedo la cuestión es que... huele a pies —respondió Napoleón recordando a Gaby. Pensó en cuando llegarían sus compañeros —Y además no os mataría limpiarlo de vez en cuando. Quiero decir, sé que estáis ocupados intentando robar armamento nuclear pero vamos van a morir vuestros prisioneros antes de que hablen por la falta de higiene.

Mijaíl no dijo nada pero le dio un puñetazo en la barbilla en el acto. Napoleón reparó en la cicatriz en la sien de su captor. Idéntica a la de Illya, curiosamente también vestía camisas cuello de tortuga.

—Veo que intentaste arreglar tu mano—dijo Mijaíl después que de Napoleón se recuperara del golpe. Ató una soga alrededor de sus muñecas y sus talones.— No te será de mucha ayuda, volveremos a lastimarlas, a menos que nos digas lo que queremos.

Napoleón sonrió, mentalmente se daba ánimos pensando en que no estaría ahí mucho tiempo más. Illya y Gaby lo encontrarían pronto, atraparían a los malos y volverían a New York.

—Solo para que lo sepas, tus zapatos tenían micrófonos con rastreadores. —Dijo Iván— Tus amigos estarán cerca pero esto son kilómetros de lugares abandonados. ¿Puedo llamarle amigos? Yo no llamaría amigos a personas que me ponen rastreadores.

La tortura psicológica era bastante común. Hacían creer a las víctimas que su familia, amigos o compañeros les habían dejado solos, que les habían traicionado desde hace tiempo y la persona terminaba por creerlo. No Napoleón, él era un espía estadounidense, sabía cómo era en la URSS. Fingió creerles.

*****

—Este lugar ya debió demolerse para construir algo mejor. —dijo Natalia, quién frenó el auto en seco frente a la entrada de una zona industrial abandonada.

Natalia dio la vuelta a los paneles de aire acondicionado y ahí estaban el localizador. Era una pantalla verde con códigos que indicaban el lugar donde estaba el rastreador.

—Según esto Napoleón debería estar fuera de las instalaciones a menos de 50 metros de aquí, eso es prácticamente imposible pero busquémosle de igual modo.

Los tres agentes se bajaron del auto. Illya lo primero que hizo al estar fuera fue estirarse. Tras una hora de un viaje incómodo tanto física, ya que era muy alto para el coche como mentalmente, porque debía estar al pendiente de no hacer ningún movimiento que lo convirtiera automáticamente en un traidor, sumado a eso la tensión entre Natalia y Gaby. Era lo único que podía hacer.

—Seguidme.

Según el localizador Napoleón debería de estar máximo en el tercer edificio que revisaran. Era una nueva generación de rastreadores por eso era poco eficiente, necesitaba mejorar algunas partes.

Gaby e Illya siguieron a Natalia tomados de la mano. Ella al verlos volteó los ojos.

Natalia abrió la puerta de la primera fábrica, un lugar pequeño y a punto de caerse. Illya le extendió un arma hacia Gaby.

—Ya le quite el seguro, ten cuidado —dijo Illya en un susurró.

Gaby sujetó el arma con fuerza, era pesada y fría. Recorrieron toda la fábrica, buscaron escondites secretos pero solo había oscuridad y soledad. Registraron minuciosamente esperando encontrar algún botón oculto en su lugar solo encontraron basura.

Fuera de esa fábrica Illya le enseñó ligeramente a Gaby como usar el arma. Le pidió disculpas por haberlo olvidado. Cabe destacar que la alemana ya había disparado antes pero le gustaba ver a Illya intentando explicar las cosas.

Misión URSS (The man from U.N.C.L.E fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora