24.

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Vɪᴇʀɴᴇs, Oᴄᴛᴜʙʀᴇ 24...

Jimin ignoró las protestas de JungKook y se fue a clases. La vida tenía que continuar. No podía detener su vida debido a la muerte de la señora Min, y estaba cansado de escuchar sonar su teléfono. La distracción que las clases ofrecían lo mantuvo alejado de YoonGi solo un poco más.

Terminó cerca de las 4, deteniéndose en casa para conseguir un par de cosas y se fue de nuevo.

Todavía había dos nombres en su libro. De los cuales se encargaría esta noche, quiera o no.

Estos dos chicos eran las últimas cosas que le debía a Min YoonGi, y cuando se hayan ido, podría seguir adelante con su vida. Así YoonGi lo quisiera después o no, el quería, necesitaba este hecho. Uno de ellos vivía a tres horas de distancia, y había sido bastante escurridizo como para que Jimin no pudiera llegar hasta el sin llamar la atención sobre si mismo. ¿Que le hizo decidirlo hacerlo ahora? No lo sabía. Podría dejar correr el tiempo. Con el tiempo, el asesinato de JongIn podría estar vinculado de nuevo a el y su trabajo estaría sin terminar.

Pero más que eso, estaba JungKook. Se estaba haciendo cada vez más difícil mirar al pelinegro a los ojos sin querer derramar todos los detalles de lo que había estado haciendo. Solo para escapar de allí, solo para que alguien sepa la verdad.

Uno de ellos podría hacer desaparecido de la faz de la tierra después de la noche de la violacion de YoonGi. Tomó algo de investigación para Jimin imaginar siquiera a donde había ido. Había comenzado a entrenar para convertirse en un bombero, lo que le dio a pensar a Jimin que debió limpiarse a si mismo. Consiguió poner su cabeza en orden.

Pero se preguntaba ¿Este chico jamás pensaba en YoonGi y lo que hizo con el? ¿No se daba cuenta del daño que había hecho?

El edificio del siguiente en su lista era de apartamentos de clase alta; Jimin no llegaría más allá del portón. Así que tuvo que pensar en algo más. Estacionó en la calle de atrás entre algunos viejos edificios y el parque, bajo la ventana para escuchar y espero. Miro y justo a tiempo, el ritmo constante de los pasos viniendo desde el sendero del parque. Traía un traje de correr, ya que salía a correr a medianoche. Una clase de rutina. Jimin lo sabía desde hace meses conduciendo aquí y observando.

Pero a diferencia de las otras muertes, no tenia nada planeado. El chico cruzaría la calle justo en frente de su auto. ¿Tenía que salir, agarrar su pistola y dispararle? ¿Tenía que hacer que se viera como un atropello con fuga o un atraco que salió mal? Ambos podrían remontarse a el, pero, ¿que otras opciones tenía?

El arma se sentía pesada en el bolsillo de su abrigo.

¿Crees que nadie más va a morir?, había preguntado JungKook.

Cerró los ojos. La cara ensangrentada de JongIn vino a su mente, y con ella, las náuseas abrumadoras que había sentido esa noche. El entumecimiento de la punta de los dedos de los pies a la cabeza. Los pasos del siguiente en su lista acercándose y...

No se pudo mover.

¿Le había dejado JungKook completamente incapaz de matar? ¿Había sido su desliz con JongIn? ¿O era YoonGi y el abismo cada vez mayor entre ellos? ¿Porque era tan difícil ahora, después de tanto tiempo, después de las otras vidas que había tomado?

El chico estaba en camino. Jimin tomó un respiro. El ruido de los zapatos golpeando y dejando la acera. Paso delante del coche y cruzó la calle. El rubio no podía moverse. Su víctima desapareció en una esquina de la carretera.

Monstruo. Eres un monstruo.

Sus manos se apretaron en el volante. Eso no evitó que temblaran.

Una policía llamó a su ventana veinte minutos más tarde, haciéndole saltar del susto. Bajo el vidrio y se quedó viendo a la mujer uniformada. Ella se inclinó, inspeccionando su coche antes de mirarlo a la cara.

—¿Te has perdido, hijo?

Siempre estoy perdido.

El flexiono los dedos, obligándolos a relajarse. Le ofreció una pequeña sonrisa.

—Si, ¿En que dirección está la autopista?

La policía le apuntó la dirección correcta. Su motocicleta lo siguió hasta que llegó a la rampa.

Cuando llego a casa, apago el motor y no se molesto en dirigirse arriba. Era muy pasada la hora que JungKook nadaba, pero se sentó en el mirador y se quedó observando la piscina oscura de todos modos, imaginándoselo ahí.

¿Que diría si le dijera donde estuve esta noche? ¿Si le dijera lo que estuve apunto de hacer?

Lo que no debía hacer. Primero sus muertes se habían vuelto frenéticas y descuidadas, ¿y ahora no podía realizarlas? No tenía sentido. Tenía que terminarlo. Si no lo hacía, estaría atado a YoonGi para siempre. Cuánto más colgaba el peligris, cuánto más se ahogaba el, empujado bajo el agua una y otra vez por el peso de su culpa por no mantenerlo a salvo  cuando había sido más importante. Su amigo no sería así si él lo hubiera protegido.

Se recostó en uno de los bancos y se quedó mirando el cielo nocturno, tocando la botella del medicamento prescrito por su doctora en su bolsillo. No había tomado ni una a pesar de que sabía que debería. La señora Min tomaba medicamentos para la ansiedad; ella probablemente le hubiera dicho que lo intentara.

Jimin se preguntó que le diría la señora Min que hiciera con todo lo demás. ¿Le diría que se quedará con YoonGi hasta el final? El había llegado tan lejos con el, ni una sola vez Jimin lo había decepcionado. ¿O la señora Min le diría que se liberara y cambiara? Aprovechar esta segunda oportunidad de la vida y ser el sol en el mundo de JungKook. ¿Incluso si eso significaba dejar a YoonGi atrás?

Quedarse o irse. Seguir adelante y ver a donde lo llevarían sus decisiones pasadas, o tratar de agarrar esta segunda oportunidad.

¿Los monstruos consiguen segundas oportunidades?

HUSHED; KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora