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Miércoles, noviembre 19...

Jimin no había estado en casa desde que salió de la universidad. Porque su mamá no se mudó, no tenía idea. Parecía un desperdicio mantener una casa hundida en los malos recuerdos. Especialmente una con tantas habitaciones y nadie para ocuparlas. JungKook esperaba en el auto. No pregunto porque Jimin quería que viniera. Simplemente parecía correcto tenerlo ahí.

Él medio esperaba que su llave ya no funcionara. Su mamá estaba aterrorizada de él ¿entonces porque no habría de cambiar las cerraduras? Pero la llave se deslizó y chasqueó, y Jimin se deslizó en su interior después de una última mirada triste al auto.

El aroma a manzana y canela lo saludo en el interior, y los platos se sacudieron desde la cocina. La lavadora zumbo. Cerró la puerta más fuerte de lo necesario, y el grifo de la cocina se cerró. Su madre salió a la puerta de entrada lentamente, secándose las manos con una toalla.

¿Como habría sido volver a su casa con un abrazo y un beso? Olvidado por una madre que se preocupaba demasiado por cosas que no importaban, como su cabello rizado o la ropa que llevaba. En su lugar se encontraba allí. Ambos torpes. Ambos cautelosos.

—Hola, mamá.

Ella frunció los labios, giró y desapareció en la forma en que llegó.

—¿Que estás haciendo aquí? No llamaste.

Jimin la siguió. La cocina había sido pintada recientemente de ese aburrido color ladrillo rojo a blanco brillante, como si el sol se hubiera levantado en las paredes. Se preguntó qué más había cambiado ella, o si había limpiado su habitación. No es que hubiera dejado mucho atrás.

—Lo siento. Solo quería verte.—Su voz no salió tan firme como hubiese querido.

Su madre tiró el trapo sobre el mostrador y se giró con los brazos cruzados. ¿No podría sonreír? ¿No se supone que las madres son felices de escuchar ese tipo de cosas?

—¿Por que? ¿Que quieres? ¿Necesitas dinero?

Una recepción fría que no era inesperada, pero si cualquier comentario podría haberlo molestado, era ese. Nunca le había pedido dinero. Ella lo quería fuera de la casa, así que le dio fondos mensualmente. Después de cuentas no era mucho, pero nunca le había pedido más.

—No. No quiero nada.

—Entonces ¿que es esto?

Pensó en la señora Min, siempre feliz cada que la visitaba. Recordó a la señora Jeon dándole un fuerte abrazo y enderezando el cuello de su camisa antes de que el y JungKook se fueran. Su madre había sido así, hace mucho tiempo. A ella no le gustaría lo que él le tenía que decir, pero quería decirlo. Quería que ella lo conociera. Sus razones. Sus motivaciones. Tal vez esto era más su culpa por ocultar todo de ella durante tanto tiempo.

—He estado saliendo con alguien.—dijo.

Las cejas de su mamá se juntaron en un ceño fruncido. Pero no sonaba todo desinteresada cuando pregunto:

—¿Estas bien?

El metió sus manos en el pantalón, se encogió de hombros y asintió lentamente.

—Es un chico.

—Lo supuse.—hizo una pausa.—¿El del funeral?

Ella recordaba. Algo....que casi le daba un ataque de nervios. Dio otro asentimiento.

—Su nombre es Jeon JungKook. Me gustaría que te reunieras con el en algún momento.—una reunión apropiada, no lo había sido antes. Y tal vez ella no querría. Tal vez JungKook no querría. Jimin no se hacía ilusiones de que una reunión entre ellos fuera bien, pero estaba allí para tratar no obstante. Tratar de llegar a ella. Para asegurarse de que no importaba lo qué pasó, ella recordaría que era su madre. La amaba. Incluso si el no sabía como demostrarlo.

HUSHED; KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora