27.

83 12 1
                                    

Jᴜᴇᴠᴇs, Oᴄᴛᴜʙʀᴇ 30...

Sin mensajes nuevos.

Parecía que era el mantra de su teléfono estos días. Sin llamadas. Ni mensajes. Ni de JungKook ni de YoonGi o sus amigos de The Grove. Había intentado llamar a JungKook. Dejo dos mensajes y luego de eso, escucho el sonido grabado de su correo de voz antes de colgar. Se le ocurrió la idea de que si JungKook no había asistido a clases en los últimos días, era porque probablemente se dirigió antes a la casa de sus padres para pasar el fin de semana de Halloween.

Jimin solo fue a la escuela porque parecía mejor que quedarse en casa, mirando fijamente un lugar que seriamente estaba comenzado a odiar. Pero luego de eso, quedaba poco que hacer, ninguna parte a dónde ir salvo su casa. Cuando llego, la puerta principal estaba desbloqueada.

YoonGi estaba esperándolo, cardenales azules y púrpura adornaban el lado derecho de su mandíbula. Se detuvo en la entrada y contempló darse vuelta y caminar directamente afuera.

Salvo que el peligris tenía una mochila empacada con el. La carpeta negra de Jimin abierta sobre la mesa y su lista desplegada en sus manos. Desde que había decidido no terminar con la lista, la había guardado en su armario, decidido a no volver a mirarla.

La puerta se cerró silenciosamente detrás de él. Su mochila se deslizó hasta el suelo. Por más que deseara huir, una parte de él quería abrazarlo y decirle que todo mejoraría. Has la vida más sencilla de nuevo.

Pero, ¿Alguna vez lo había sido realmente?

YoonGi se inclinó. Asintiendo hacia el papel.—¿Esto es una especie de lista negra?

Los ojos del rubio viajaron del papel y se alzaron hacia el rostro de él. Asintió en silencio.

—Entonces...—no sonó enfadado mientras miraba la lista, era como....asombro. Completamente fascinado.—Uno de ellos, había caído por las escaleras..

Jimin se removió incómodo.—Lo empuje.

—¿Los demás? Se suicidaron..

—Los obligue a hacerlo.—su garganta estaba seca.

—Ah.—los dedos de YoonGi recorrieron la lista de nombres permaneciendo en el final. Después de lo que pareció toda una vida, preguntó.—¿Porque Zico no está aquí?

La sangre de Jimin se congeló. Eso sonó como una pregunta engañosa.

Se desplomó en la silla frente a el.—El no te violo.—Jimin quería que YoonGi dejara a Zico por su cuenta, sin ayuda de él. ¿No veía que estaba matando por el, para darle la fortaleza para echar a Zico?

Su boca esbozó una sonrisa irónica.—Pero mataste a mi hermano y eso fue estupendo.

—Lo odiabas.—dijo el rubio, estaba cansado de discutir.—El es tan responsable por lo que te hicieron como ellos los son.

—Tú madre tenía razón. Eres un monstruo.—ladeó la cabeza a un lado, curioso.—¿Lo lamentas?

Si. No. Tal vez. ¿Como respondía eso?

—No lamentó querer hacerte feliz.—se frotó las yemas de los dedos juntas, como si de alguna manera todavía pudiera sentir la sangre de JongIn en ellas.—Pero no se siente bien tomar una vida. Si pudiera ser hecho de otra manera, lo habría hecho.

—De verdad no hay otra manera ¿o si?.—algo en su tono envío arañas deslizándose hacia arriba y abajo por su nuca.—¿Lo volverías a hacer?

Jimin le dio un vistazo al hematoma en su rostro e instantáneamente supo a donde estaba dirigiendo la conversación.

—Quieres que mate a Zico.

YoonGi sacó una pluma de su cajón de la cocina y agregó el nombre de Zico al final de la lista con su bonita letra.

—Nunca conseguiré alejarme de él de lo contrario. Nada de lo que hago lo hace feliz. Incluso luego de que le dije que regresaría con el, hizo esto.—se señaló la cara a la vez que cerraba la carpeta y se ponía de pie.

Sus dedos estaban fríos cuando le tocó la mejilla.

—Estoy atrapado de nuevo, Jimin.—se sentó en su regazo y los brazos pasaron alrededor de sus hombros. El corazón le latió furiosamente contra sus costillas, reverberando a través de sus pulmones, bajando a sus entrañas.—Quieres que sea libre ¿no?

Jimin lo quería o lo había querido. ¿Todavía lo hacía? ¿Sabía cómo querer otra cosa? Su cuerpo todavía reaccionaba al de él. Todavía lo quería besar y tocar pero había algo incorrecto en ello que era perceptible y no podía ubicarlo. No era comodidad, era desesperación, una necesidad de aire mientras se estaba ahogando en el lío de su vida.

Le rozo con su pulgar el labio inferior.—Se que JungKook te dejo.

Eso fue como un puñetazo en el estómago, dejándolo sin aire. Ellos nunca habían estado juntos, entonces, ¿como podía dejarlo JungKook? Pero aún así, sonaba cierto de todas formas. Jimin estaba solo. Pero si YoonGi podía entenderlo y amarlo todavía, ¿no se merecían el uno al otro? YoonGi psicótico y roto, el, un monstruo. Tal vez, Jimin no se merecía a alguien como JungKook. Alguien que podía hacer que la luz envidiara su brillo. Jimin cerró los ojos, dolido, incluso con la boca de YoonGi rozándose contra la suya. El asintió, callado, destruido.

El peligris lo besó. Nada gentil ni amoroso en el gesto. Solo un crudo, ansioso deseo ahogándolo más. Cuando éste se retiró, pudo saborearlo en sus labios.

—Eres un buen chico, Jimin.—susurro, suave como una pluma contra su boca.—Y cuando lo mates, voy a estar ahí contigo.

HUSHED; KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora