43. Final.

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Viernes, Mayo 22...

Inclusive después de todos esos meses, JungKook no podía sacar la expresión del rostro de Jimin, mirando fijamente a su madre muerta, de su cabeza.

Todo se había movido tan rápido. Jimin colapsando, tratando de alcanzarla. Cualquier hilo frágil que había estado sosteniéndolo después de todo lo que había pasado pareció romperse, y todo lo que JungKook pudo hacer fue sostenerlo, mantenerlo ahí mientras llamaba a la policía. Tratando desesperadamente de no dejar a Jimin hacer algo estupido como tocar el cuerpo y que estuvieran sus huellas dactilares por todas partes.

Los paramédicos llegaron ahí primero. No podía dejar que su novio dejara de sollozar y gritar. Los paramédicos de emergencia le pusieron una vía, sedándolo antes de que pudiera lastimarse a si mismo o a alguien más. Todo el rato, JungKook se quedó pensando....Por favor, no les dejes creer que hizo esto.

No lo hicieron. La hora era demasiado perfecta. La bala en la cabeza de la señora Park coincidía con el arma que YoonGi había usado en Zico, en Jimin y en el mismo.

Después de eso, llevaron a Jimin a un hospital psiquiátrico, y JungKook pidió que lo retuvieran tanto como legalmente fuera posible. No porque quisiera dejarlo, no porque pensara que Jimin estaba loco, si no porque....

No podía ayudar. Era inútil, y él lo sabía. Jimin necesitaba algo más que el.

Por los primeros dos meses, su novio no habló con nadie. Miraba fijamente a las paredes, el techo, por la ventana. Sin moverse y tan silencioso. Solo cuando JungKook lo visitaba era cuando mostraba signos de vida. Inclusive así sus respuestas eran distantes como mucho.

—Me dijo que había hecho algo para probarme que me amaba más.—había murmurado Jimin en un punto, sin mirarlo, su voz tan dolorosamente suave que rompió de nuevo el corazón de JungKook.—Le prometí a mamá que nunca la lastimaría, que nunca dejaría que nadie la lastimara, pero esto pasó por mi. YoonGi lo dijo. Él lo dijo, lo verás por ti mismo....y me siguió molestando. Lo dijo lo verás por ti mismo.

Sin importar cuánto le asegurara que no había sido su culpa, no parecía ayudar. Cuando trato, Jimin dejaba de hablar completamente. Era mejor mantenerse callado, dejarlo hablar cuando quería hablar.

—...se suponía que la mantuviera  a salvo. No puedo mantener a nadie a salvo.—inclinó su cabeza, entrelazando sus dedos detrás de su cuello. Doblándose sobre si mismo como si pudiera romperse en pedazos si no lo hacía.

Aparte de él, la doctora era la única persona con la que Jimin hablaba en todo el lugar. Era una mujer bonita de cabello rubio. JungKook pensó que era porque le recordaba a la madre de YoonGi.

Era la única que conducía a Jimin por el edificio, conversando acerca de cualquier cosa. Preguntándole cómo estaba, si estaba esperando el verano. Cosas pequeñas. Cosas que le preguntaba cada vez que lo veía. El clima estaba lo suficientemente bonito por lo que Jimin estaba afuera y la doctora detuvo a JungKook justo dentro de las paredes dobles al final del pasillo. Un camillero camino lentamente por ahí, y a propósito no hablo hasta que había desaparecido en la esquina.

—Solo pensé que debería saber.—dijo suavemente.—el me dijo.

Inmediatamente, un nudo se formó en el pecho de JungKook. Pero dio su mejor sonrisa de chico bueno, la que había perfeccionado con el paso de los meses. La que le daba a todo el que le hablara acerca de YoonGi y Jimin, y sabía que mejor se preparaba para recordar su historia. Las mentiras que tendría que recordar por el resto de su vida.

—¿Le dijo que?

—Todo.—hizo una pausa y lo miró.

La sonrisa flaqueó y se borró de su rostro.

HUSHED; KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora