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Martes, Noviembre 25...

Las clases se arrastraron al ritmo de una señora de 80 años con artritis. Jimin estaba haciendo mucho de mirar al techo. O al suelo. O sus manos. Centrándose en todo, excepto en las clases. La única razón en la que se molestaba en aparecer en absoluto era evitar ser expulsado por completo. Se había perdido demasiado.

Tiro su mochila en el asiento del pasajero después y se fue más rápido de lo necesario para llegar a la estación. JungKook se reuniría con él allí. Tenían facturas enteras de teléfono celular, completas con un desglose de textos que había recibido de YoonGi. Había sido pura suerte que no contuvieran nada que lo incriminara.

El detective Choi se reunió con el en el vestíbulo. No JungKook.

—El tenía clase, pero...tal vez está atrapado en el tráfico.—A pesar de que Jimin lo dijo, lo sabía mejor. La última clase de hoy de JungKook terminaba al mediodía. Eran casi las 6. No había razón para que el no estuviera allí. Me habría enviado un mensaje. Me habría llamado.

No dispuesto a esperar más tiempo, Choi le hizo entrar en una oficina. Jimin no salió hasta hora y media después, y JungKook no estaba todavía en el vestíbulo.

—Tal vez no recibió el aviso.—dijo Choi.

El rubio le lanzó una mirada. No era como si JungKook estuviera llegando tarde, incluso si le había ocurrido una emergencia. Intento llamar mientras se dirigía a su coche. Sin respuesta.

Se quedó dormido. Tal vez su teléfono está en silencio. Tal vez algo paso con su familia. Tal vez perdió su teléfono.

Ninguna de esas teorías se sentían bien.

YoonGi había desaparecido y los policías estaban volviéndose locos buscándolo. No lo habían atado a Zico o al asesinato de la pelirroja aún, pero como Jimin había sospechado, uno de los chicos de su lista había aparecido muerto en el parque. Con una herida de bala. Ahora, JungKook no estaba respondiendo y las palabras de su primer mensaje seguían pasando a través de su cabeza.

Estás metido en más de lo que puedes imaginar.

Lo sentía tan real que podía sentir sus manos temblar en el volante mientras se apresuraba a casa. Algo andaba mal.















El apartamento de JungKook estaba silencioso, vacío y oscuro. Había un plato sucio en la mesa del comedor donde Jimin había almorzado esa mañana. Pero eso era todo. Sin nota, nada de nada. Excepto que cuando se fue, vio el coche de JungKook en el estacionamiento. Sus llaves no estaban colgadas en la puerta de su apartamento.

Mi casa.

No podía correr a través del complejo lo suficientemente rápido. No había rastros del coche de YoonGi, pero eso no significaba nada. Si supiera que la policía estaba buscándolo, no sería tan estupido como para conducir su coche por ahí.

Tomó las escaleras hasta su puerta de dos en dos. Estando afuera, se detuvo. Llamó de nuevo. Presionó el oído contra la puerta y buscó el sonido del timbre del teléfono de JungKook adentro.

Nada.

Sus manos rozaron el pomo y la puerta se abrió unos centímetros. Quien hubiera llegado antes no había cerrado o bloqueado la puerta. JungKook no tenía llave de su casa todavía. Eso no dejaba muchas opciones. ¿Llamaba a la policía? Le dirían que esperara, que no fuera. No podía hacer eso, no si algo le había pasado a su novio.

Tomó una respiración profunda y entró. La puerta del dormitorio estaba cerrada, pero recordó haberla dejado abierta. Así que, centrándose en ese hecho, cerró la puerta y no notó a YoonGi en un primer momento que estaba dando un paso afuera de la cocina. Jimin giró y se encontró mirando hacia el cañón de su propia pistola. El peligris tenía unos papeles en su otra mano. Se parecían sospechosamente a la historia que había conseguido de esa profesora.

HUSHED; KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora