Treinta y uno

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Momo llegó a su casa un día y escuchó las voces del comedor, frunciendo el ceño, extrañada, fue hacia allá

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Momo llegó a su casa un día y escuchó las voces del comedor, frunciendo el ceño, extrañada, fue hacia allá.

Encontró a su madre hablando lentamente mientras movía las manos, en gestos lentos.

Su madre desde hacía bastante tiempo que no enseñaba el lenguaje de señas a nadie, ya que no tenía a nadie interesado en aprenderlo.

Pero le parecía más raro que la mujer no le hubiera dicho nada.

Su madre solía usarlo para establecer conversaciones de señas con sus alumnos, siendo ella la mejor estudiante de su madre, solía corregirlos, Momo era como la prueba de fin de cada semestre.

Se sorprendió al ver la cabellera castaño Pelicorto que conocía bien.

Zhou Tzuyu.

¿Por qué su mayor estaba aprendiendo señas?

A la chica no le había interesado aprender nada a lo largo de los dos años que llevaban siendo amigas, ¿Por qué lo haría ahora?

Los ojos de Tzuyu notaron su presencia y se congeló a mitad de una seña.

-Momo.

-¡Oh!- la señora Hirai se sorprendió, mirando a su hija como si la hubiera atrapado haciendo algo ilegal, soltó una risa nerviosa -. Momoring, llegaste temprano, ¿Qué-?- se calló cuando escuchó los pasos de la chica subiendo las escaleras.

Iba a decirle algo a Tzuyu pero la chica actuó por su cuenta, esquivandola para seguir a Momo.

La mujer reprimió el instinto de ir ella también.

Si había un momento donde Tzuyu debería mostrar todo lo que habían practicado sería ese.

♡Mute¹~ MotzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora