Cuarenta y cinco

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Ni Momo ni su madre se dieron cuenta en momento exacto, pero terminaron hablando en señas por las lágrimas.

En un principio, Momo había entrado en pánico, porque no había hablado desde que despertó del viaje, y esa sensación de ansiedad por perder de nuevo su voz la habían dejado inmóvil en el asiento.

Tzuyu se había dado cuenta automáticamente de aquello, la había abrazado con fuerza, dejando caricias en su espalda y sus cabellos, calmandola con voz suave.

-Sabes de dónde sale tu voz, Moguri, lo recuerdas- sintió a la chica asentir, con el rostro escondido en su hombro-. Ya no eres muda, puedes hablar, sabes cómo hacerlo, confía en tu voz.

Momo tardó un momento en hacer un sonido afirmativo, haciendo sonreír a ambos.

Tzuyu besó sus labios una última vez antes de bajar del auto, saliendo hacia el frente de la casa, dónde Jeongyeon ya estaba tocando la puerta.

Del resto, casi no entendieron nada de las palabras de Momo, y tampoco de la señora Hirai, entre las lágrimas, la emoción y esa adorablemente torpe y aniñada forma de hablar de la menor, las palabras dejaban de ser.

Así que ahí estaban, madre e hija hablando con señas mientras lloraban con una sonrisa en sus rostros.

♡Mute¹~ MotzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora