Setenta

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Al entrar al lugar, Sana vió la cabellera mojada de Jihyo desde la puerta, y se detuvo un segundo en el umbral.

Los brillantes y adorables ojitos de Jihyo la miraron un momento, y el corazón de Sana comenzó a latir más rápido.

Sus miradas se encontraron por un segundo, aunque la menor fue quien aparto la vista primero.

Sana pensó en huir, pero le había dicho a Tzuyu que se quedaría allí.

Así que corrió la puerta a su espalda, cerrándola, dejando la toalla a un lado, un poco alejado de los bordes, y dudó un momento en meterse o no.

Miró a Jihyo, quien le estaba dando la espalda, flotando cómodamente en la parte más profunda.

Suspiró por lo bajo, antes de sentarse, dejando sus piernas dentro del agua.

-¿No estabas con Momo?- le preguntó, sólo para cortar la tensión.

-Fue al baño-respondió Jihyo.

Sana asintió, por más que la chica no la vió.

-Tzuyu estaba en el baño, así que tardarán un rato.

Jihyo no respondió.

Tuvo más ganas de irse, aunque esperó unos segundos para levantarse, acercándose a la puerta.

Jihyo se dió cuenta de aquello, aunque no lo demostró, se sentía mal.

Sana tomó la manija de la puerta, pero apenas pudo abrirla unos centímetros cuando está volvió a cerrarse de golpe.

Intentó abrirla de nuevo, aunque la fuerza de otra persona no la dejaba.

-¡No se van hasta que se arreglen!

-¿Tzuyu? ¡Deja de incluirnos siempre en tus planes!

-Deja de caer siempre en mis planes contraatacó.

-¡Mierda! ¿Cuánta fuerza tienes?- Sana seguía intentando, pero ya no por escapar, sino porque alguien la estaba reteniendo.

-Es un dos contra uno, boba.

-¿Dos?

—Momo— afirmó Jihyo, desde el agua.

Sana soltó la puerta con brusquedad, ya cansada de todo esto, encajando todas las piezas en su cabeza.

Si ese era un impulso por parte de sus amigas para arreglar las cosas, sentía que no estaba lista.

La miró un momento, junto valentía antes de voltearse y volver a caminar hacia la piscina, rápidamente y con desición.

Siempre, en lo que respectaba a Jihyo, se sentía nerviosa, muy inquieta, y había costado bastante para que se acostumbrara a los besos o mimos cuando estaban a solas, pero en temas serios, importantes, de la relación (incluso en el momento de confesarse) simplemente no sabía cómo reaccionar.

Sintió sus manos temblar, se metió en la piscina, pero el agua pareció llevarse toda su valentía, y se congeló ante la mirada de Jihyo.

-No hables conmigo si Tzuyu te está obligando- dijo la otra.- No tienes que hablarme si no quieres-.

Quiso disimular con una tos cómo su voz se quebró al final, pero no pudo.

Sana se mordió el labio, sentía su corazón estrujado.

-No, Tzuyu está ayudando, yo le pedí ayuda — habló, captando la mirada de Jihyo-. Porque soy muy insegura para hablar, y tengo miedo de perderte si vuelvo a cagarla...

Mirando directamente a los ojos de Jihyo, continuó.

-No debí dejarte así el otro día, estuve mal, fuí horrible- Jihyo sólo la miraba, esperando cada palabra-. En verdad, me gustaría que tuvieras tanta fé en ti misma, en el tratamiento y en volver a caminar como yo la tengo... Porque sé que puedes lograrlo.

Los ojos de Jihyo se llenaron de lágrimas.

-Pero es tu decisión, y es algo que entendí tarde-continuó, Sana comenzó a acercarse con lentitud a Jihyo—. Te grité, y te dije las cosas mal porque... No sabía escucharte, y tampoco apoyarte, no digo que sea una experta ahora, pero... Dime, por favor, porqué no quieres seguir.

Jihyo se mordió el labio nerviosa, un hipido de llanto escapó de ellos.

Sana, inconsciente, se acercó más a ella, colocando sus manos en la cintura de la otra, dándole apoyo.

-Tengo miedo- respondió Jihyo, mirándola con los ojos desbordantes de lágrimas, que le rompieron el corazón-, de decepcionarme, ¿Y qué si no funciona? ¿Y qué si sigo en silla de ruedas toda mí vida porque ese tratamiento, ese esfuerzo, todo... Fue en vano?

Sana se sintió aún peor.

Tirando de ambas hacia la parte más baja, lo suficiente para que pueda hacer pié, abrazó a Jihyo con todas las ganas, dejando que ella llorara, sin poder evitar que unas lágrimas se le escaparan también.

-Ante cualquier cosa que decidas, te acompañaré -habló Sana-. Si no quieres seguirlo, seguiré a tu lado. Y si quieres... Voy a estar ahí para pelear contra tus miedos, yo creo que lo lograrás. Y aunque no sea así... Seguiré a tu lado igual, te querré igual, todo seguirá bien.

Jihyo calmó un poco su llanto con esas palabras, se apartó un poco del abrazo para mirarla, el agua llegaba hasta sus hombros, así que podía permanecer de pié, delante de su chica, mirándola frente a frente.

Encontró que se sentía muy buen, y sonrió, no sabía lo tanto que necesitaba escuchar un apoyo como ese.

-¿Me perdonas?- preguntó Sana.

Jihyo asintió, tomando las mejillas de Sana para besarla con lentitud.

♡Mute¹~ MotzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora