13. Chronos

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―Te crees demasiado valiente, ese es tu problema. Siempre... agh... ―forcejeó Alastor para tomar el cañón del arma, arrebatárselo a Charlotte y lanzarlo contra una de las paredes de la sala. Charlotte saltó por el estruendo. ― Siempre te metes en problemas más grandes de los que puedes sobrellevar.

"¿Por qué de todos los malditos lugares en los que pudiste entrar tuviste que escoger el más oscuro? ¿Por qué no pensaste en lo que vendría... "

Siguió reprendiéndola Alastor, cada vez alzando más la voz y acercándose a ella, pero Charlotte dejó de escucharlo... pues sus pensamientos eran aún más fuertes. Solo imaginaba la cruel manera en que sería asesinada y aguardó a que llegara algo... como un primer golpe, un desmayo... algo que le advirtiera que su fin estaba cerca. El terror invadía cada célula de su cuerpo.

Pero en lugar de ello, solo sintió como Alastor la halaba hacia él para abrazarla contra su pecho, cubriendo su cabeza con las palmas de sus manos, como lo haría un padre protector.

―Pudiste haberte lastimado, pudiste haber muerto ¿y qué haría yo sin ti? Oh, Charlie...

Sin embargo, Charlotte no se sintió protegida, sino temerosa. De repente aquel chico parecía preocuparse por ella, pero si tan solo hace unos instantes la había asfixiado, y aún tenía todas esas cosas horribles escondidas y celosamente resguardadas en el sótano...

―Por favor, suéltame. ―Respondió la rubia a secas, interponiendo las palmas de sus manos contra el pecho del castaño para separarlo, pero el agarre era fuerte, no pudo moverlo más de 2 centímetros.

―Cariño, tienes que escucharme. No es lo que parece... Si tan solo me dejaras explicarte... ―Murmuró Alastor. Era obvio que estaba desesperado, pero su tono seguía siendo tierno, tratando de suavizar a la chica, pero solo logró el efecto contrario, haciendo enfurecer aún más a Charlotte, quien finalmente lo apartó de un empujón.

―¡NO! ¡No quiero escucharte decir ni una más de tus mentiras! ―Gritó, lo suficientemente tajante para cortar el aire. ―Vi, todo lo que había en el sótano. Todas esas chicas... asesinadas. Y su único crimen fue haber estado contigo... ¡supongo que es el destino de todas las que nos enamoramos de ti!

Entonces el ambiente cambió. Los dos guardaron silencio, Charlotte estaba tan agitada que su pecho no dejaba de bombear y un par de gotas de sudor habían aparecido en su frente, pese al frío que hacía. Alastor por su lado, tragó saliva y miró con detalle a la chica. En ése momento no tenía la más mínima idea de como responderle, ese comentario había sido una clara declaración de amor.

―¿Y qué me va a pasar a mí, hm? ―Prosiguió Charlotte ―¿vas a matarme igual ahora que ya no te soy de utilidad? Parece ser que al final solo fui un objeto que utilizaste para escapar del hospital. Lo nuestro no fue nada más que un juego para ti. ―Con su dedo índice, picó en el pecho del castaño con fuerza para enfatizar sus palabras. ―Una mentira.

Los ojos de Charlotte se habían tiñeron de rojo, pues luchaba por reprimir las lágrimas de enojo, tristeza e impotencia.

―¡Mentiroso! ―Chilló, y sin pensárselo más, le propinó una fuerte bofetada en una de sus mejillas, provocando que el rostro de Alastor girara.

―He ido a comprar comida. ―Musitó Alastor, sin mirar a la rubia. ―... Y algo de ropa. ―Continuó, girando lentamente hacia ella para encararla. ―Ayer, cuando te di esa ropa, me di cuenta que era demasiado fea y sucia para ti, así que he ido al pueblo para comprarte algo bonito. No pensé que demoraría tanto, pero... he pasado a comprarte un regalo también... Y la nieve no favorecía demasiado. Y yo... ―

―¿Y tú me crees tan estúpida para creerte todas esas mentiras? ―Lo reprimió Charlotte―Casi me matas hace un rato, ¿existe alguna excusa para ello? ¡Dímelo!

Siempre tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora