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Años después






Cuatro años atrás, si a Aldo le hubiera hecho la pregunta de "Dentro de unos años ¿cómo te vez? ¿Radicando aquí en Perú o viviendo en el extranjero siendo convocado por un prestigioso equipo?" Aldo hubiera respondido: Perú es mi hogar y me sería muy difícil dejar mi hogar natal, porque tengo preciosos recuerdos aquí. Tendría que considerar muy bien mi internacionalización, no pasando por alto los pros y contras de mi decisión.

Tonto Aldo en pensar eso.

Ahora, ya vivía como dos años y medio en Italia en un Penh House que Gianluca compró exclusivamente para los dos. Lo lujoso que era todo se notaba a simple vista, piscina personal, cada habitación con su propio jacuzzi, una cocina, una gigantesca sala de estar, chimenea, algunas edificaciones que daba un aspecto rústico y moderno, entre otras áreas esparcidas por todo el Penh House.

La idea de ir a vivir a Italia propuesta por Gianluca le costó aceptar. Ya que los primeros meses de "noviazgo" lo pasaban a distancia (esa no era una excusa) y solo se veían cada que Gianluca era convocado por Ricardo Gareca. No fue hasta que las eliminatorias del mundial de Qatar que Aldo recién accedió irse a vivir con Gianluca a Italia. Ambos muy felices por el gran resultado de Perú cuando consiguió su lugar en el mundial de fútbol.

Ahora, con más de treinta años vivía muy feliz de la vida en Italia, ocupando parte de su tiempo siendo profesor de fútbol. Con ayuda de Gianluca abrió una pequeña academia de fútbol, y aunque le fue algo difícil aprendió italiano.

Bueno, era profesor de fútbol hasta hace quince semanas. Ahora, solo se mantenía en casa siguiendo una estricta rutina.

Por su parte, Gianluca estaba a nada de culminar su contrato con uno de los prestigiosos equipos de la serie A de la liga italiana. Aquello le daba una felicidad tremenda porque solo significaría una sola cosa: Pasar más tiempo con Aldo.

Gianluca era muy irresponsable en salir dos horas antes de que culmine el entrenamiento, solo para ver a Aldo. Con la felicidad y orgullo siempre en el pecho golpeándolo, y las ansias de querer verlo lo hacían regresar como loco a su nido de amor junto a Aldo.

Ignorando el llamado de sus compañeros que lo regañaban para que se quede unas horas más, corrió hasta su auto deportivo y arrancó desesperado con tal de llegar en menos tiempo a su hogar. Normalmente hacía diez minutos el camino a su casa, hoy lo redujo a cinco minutos por la alta velocidad en la que iba.

Las rejas se abrieron automáticamente cuando estuvo lo suficientemente cerca y se cerraron por inercia cuando su auto estuvo dentro del garaje. Gianluca quitándose sus zapatillas en la entrada de la casa, colocándose las pomposas pantuflas que Aldo le regaló, según él así compartían algo como pareja.

Con la sonrisa ahí presente, dejando su mochila tirada en uno de los muebles, subió las escaleras, salteándose algunas en el camino hasta llegar lo más pronto a la habitación, suspirando bajito y contento al verlo ahí cómodamente recostado en la cama durmiendo.

Algo que amaba de Aldo, es que siguiera utilizando esa polera a rayas que le había comprado allá en Perú. Porque Aldo solo estaba utilizando esa polera y esa ropa interior, su cuerpo inerte cubierto por la fina sábana blanca.

Sus ojos brillaron mucho más cuando estuvo cerca de su chico.

Una calidez en el pecho, con su corazón bombeando más fuerte de costumbre, recodando porqué estaba muy enamorado de su actual esposo.

Go Away → GL & ACDonde viven las historias. Descúbrelo ahora