→ Prólogo.

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"Oe' mano"

Aldo despegó los ojos de la pantalla de su celular luego de enviarle un último mensaje en el grupo familiar, deseándoles a todos un buen fin de semana también anunciándose que no iba a asistir a esa pequeña reunión que habían organizado.

Miró a Renato Tapia quien estaba dejando varias bolsas del supermercado sobre la mesa. Mirando estresado gruñendo molesto cuando se dio cuenta que se había olvidado algunas bolsas en su auto.

"¿Podrías hacerme un enorme favor, Aldo?" cuestionó Renato mientras guardaba nuevamente las llaves en su bolsillo. Aldo asintió. "¿Podrías ir a sacar a pasear a mi Checo pe'? De seguro quiere cagar y no quiero que haga toda su procesión de popó en todo el departamento, ta' que Yotún me va a colgar vivo si ve la caga de Checo por ahí"

"Te dije que dejaras a tu perro en tu departamento" le recordó Aldo mientras se levantaba del sofá, tomando la correa del perro de Tapia, silbando unas cuantas veces para que aparezca el can. "Así te ahorrarías tanto lío"

"Dejar a Checo solo en mi departamento, significa comprar otros muebles nuevamente. No estoy cagando plata mano, suficiente le debo un jarrón a la esposa de Gallese"

Aldo soltó una risa, más aún viendo como el perro de Tapia estaba rascando con insistencia el fino cuero del mueble de Yotún. Renato maldiciendo desde el primer día que adoptó al perro.

"Venga aquí" Aldo le dijo a Checo agitando la correa en el aire. El can lo miraba atento. "¿Vamos a dar un paseo hasta que el tío Yoshi se encargue de sacarle la mierda a tu papi por el desastre que hiciste?"

"¿Qué hizo ahora la mierda andante de Tapia?" cuestionó Yotún ingresando a su departamento con las bolsas que había dejado Renato en el estacionamiento del edificio.

Ayuden a Renato, por favor.

Aldo no respondió mientras aguantaba sus ganas de reírse, colocó su correa a Checo quien lo siguió gustoso. Luego de cerrar la puerta del departamento escuchó los gritos de Yotún hacia Tapia por el desastre que había hecho su can.

Estando dentro del ascensor dejó ir todas sus carcajadas.

Vaya suerte que tenía Renato con los perros.

"Hey amiguito, cálmate carajo" exigió Aldo jalando la correa evitando que el can se lanzara contra un perro más grande que él

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"Hey amiguito, cálmate carajo" exigió Aldo jalando la correa evitando que el can se lanzara contra un perro más grande que él. "¡Checo, que te calmes, mierda!"

El perro siguió ladrando con insistencia, y Aldo no tuvo más remedio que cargarlo para poder cruzar la pista y disculparse de la gringa que había sacado a pasear a su enorme perro Silveriano.

Acomodó un poco sus lentes oscuros a pesar de que ya estaba atardeciendo, regresando de la vuelta que le había dado a Checo. En ningún momento el perro se había detenido a hacer popó, lo que significa más trabajo para Renato en limpiar el departamento de Yotún.

Se quedó parado un rato esperando que el can hiciera pipí junto a un árbol, para su mala suerte ahí recién comenzó a hacer popó

Lo peor de todo, no trajo alguna bolsa o palita para recoger el excremento del perro.

"¿Justo a mí, he?" le preguntó al can quien le ladraba suave, con la lengua afuera. "Lástima que no traje nada para recoger tu mierda, así que como saben quién es tu dueño, ya se encargarán de ponerle su multa a él"

Aunque el perro no le entendió solo siguió a Corzo de regreso al edificio donde vivía Yotún.

Se rio en medio de la calle pensando en qué le sucedió a Renato en su ausencia. Estando a solo unos metros reconoció el auto de Gallese ingresar al estacionamiento, y apostaba que Cueva venía con él después de que ambos habían pedido permiso a sus respectivas parejas para asistir a la reunión (omitiendo que había chelas de por medio) que estaba haciendo Yotún.

Avanzó hasta el interior del edificio, en el living había un chico, quizá un poco más alto que él, mirando atento su celular y luego regresando a mirar el letrero que tenía en frente, repitiendo lo mismo una y otra vez.

Solo pudo mirar su perfil, tratando de reconocer si era alguien quien conocía. Concentrado en verlo, se había olvidado de que estaba agarrando la correa del perro de Tapia. El perro corrió hasta aquel desconocido saltando hacia él desprevenidamente haciendo que su celular cayera al suelo.

Aldo se congeló por lo que había pasado frente a sus ojos. Corriendo hasta el perro y sostenerlo rápidamente de su correa tomando una distancia considerable con aquel desconocido, el perro ladrándole insistentemente al extraño.

El chico recogió su celular, con un pequeño puchero en sus labios al ver la pantalla rajada.

"Oh, lo siento mucho" pidió Aldo desesperado acercándose un poco hacia el extraño. "En serio, lo siento. Ni siquiera es mi perro... es de mi amigo, él puede..."

"Non te preocupes" el chico le respondió, rascando su nuca algo avergonzado por su mal acento español. Su voz resaltando lo italiano. Mirando atento los detalles rotos de la pantalla. "Es algo materiale, puedo comprarlo otro. Quizá un mejor IPhone que esto" dejó de mirar su celular para ver al bonito chico que tenía frente a él. "¿Podrías ayudarme, por favore?"

"Si"

"¿Dónde queda el dipartimento número G-7?"

"Mi amigo está en el G-5, queda en el mismo piso. Si gustas, vamos juntos"

El extraño asintió, siguiendo a Corzo. Manteniendo una distancia considerable entre ambos, con precaución porque el perro que le seguía ladrando a la defensiva.

Aldo presionó el botón correspondiente a su piso y volteó a mirar al chico que metía las últimas maletas al departamento.

"Por cierto, soy Aldo Corzo" se presentó él, con una sonrisa adornando sus labios.

Una bonita sonrisa, que admiró aquel extraño que pronto conocería más.

"Gianluca Lapadula"

Go Away → GL & ACDonde viven las historias. Descúbrelo ahora