CAPÍTULO 24.

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Narra Eva.

Galicia era otra cosa cuando sabías que tu hermano ya no iba a estar ahí esperándote en la puerta de casa con los brazos abiertos.

O cuando sabías que al entrar a su habitación no iba a estar ahí sentado delante de aquel escritorio lleno de apuntes.

Galicia era otra cosa pero aún me transmitía esa paz al sentir el olor a tierra mojada y el frío invernal en el mes de diciembre y el color verde a mi alrededor.

Toni, mi primo me estaba esperando y aunque no fuese mi hermano Lucas, ahora era lo más parecido que tenía a él.

Rodeé su cuello con mis brazos y él me acercó más con los suyos estrechándonos en un anhelado abrazo.

-Toni: ¿Cómo te va pequeña?

-Eva: Bien. ¿Cómo van las cosas por aquí?

-Toni: Como siempre.

El verano pasado estuve un mes en Galicia porque necesitaba una desconexión y rodearme de mi gente.

En ese tiempo aquí mantuve una conversación con mis padres, una que desde que falleció mi hermano necesitábamos tener.

Mi madre comprendió al fin que, aunque el dolor por la pérdida de un hijo siempre iba a estar, tenía que seguir viviendo porque tenía una hija aquí.

Que aunque mi padre lo tenía como hijo ejemplar quizás no era tan ejemplar porque al fin y al cabo todos habían sido jóvenes en un momento de la vida y se hacían locuras.

Y yo comprendí, más bien acepté, que mi hermano ya no estaba aquí pero que jamás olvidaría su recuerdo y que mis sobrinos y sus nietos era el legado y el recuerdo que nos había dejado Lucas.

Toni me dejó en la puerta de casa pero al entrar no había nadie.

Hacía tiempo que no veía la casa tan silenciosa, tan vacía.

Subí y dejé la maleta en mi habitación e inevitablemente me acerque a la habitación de mi hermano como si aún hubiese una posibilidad de encontrarmelo ahí sentado en ese escritorio o tumbado en la cama escuchando alguna de su estruendosa música. Pero, era eso, simples recuerdos que no podía borrar de la mente cada vez que pisaba aquella habitación y que por nada en el mundo quería hacerlo.

Llame a mi madre porque sabía que mi padre aún trabajaba.

-M.Eva: Hola cariño.

-Eva: ¿Dónde estás mamá?

-M.Eva: En el parque.

-Eva: ¿En el parque?

-M.Eva: Si, con tus sobrinos Mel y Luke.

No sabéis lo que me alegra escuchar eso. Mi madre empezó a comprender que Mel y Luke no tenían la culpa de que su padre ya no estuviese entre nosotros. Llegaron en el peor momento del mundo para iluminar nuestras vidas.

-M.Eva: ¿Cuando llegas, cielo?

-Eva: Emm ya estoy en casa. ¿Cuándo llegarás?

-M.Eva: Oh vente al parque. Luego he quedado con Eli y su madre para comer con ellas. Le hará ilusión verte.

Sin pensármelo dos veces, cogí las llaves de casa y me dirigí hacia el parque.

Pude ver a mi madre sentada en uno de los bancos, hablando cariñosamente a una pequeña Eli; una pequeña Eli porqué, Mel era clavada a su madre.

El niño, Luke, quién era una pequeña imitación a mi hermano Lucas, me vio desde el tobogán.

"Enamorada de un fuckboy"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora