Su rostro es experto en ocultar sus emociones, pero sus pies, en cambio, no.
Desde aquella noche, las grietas bajo Mirabel se intensificaban cada vez que veía a Bruno, de quien rápidamente rehuía por el enojo que aún se encontraba en ella.
Mirabel ya no era una niña, su impulsividad había muerto el día en que sus hijos vinieron al mundo porque supo que desde ahora todas sus acciones los afectarían también a ellos, es por ello que a medida que pasaba el tiempo y empezaba a envejecer de cuerpo y mente se dio cuenta que Bruno tenía razón al poner fin a su romance, ahora ella tenía demasiado peso en sus hombros como para poder darse el lujo de ser descubierta, su reputación supremamente alta como para arruinarlo todo con algo que nunca podrá ser.
Sin embargo, eso no significaba que dejara de amarlo nunca.
Bruno solía tener miedo de no poder participar en la vida de sus hijos, pero ahí estaba, desde el día cero dándolo todo por ellos y por ella también. Aquel hombre desde el día en que volvió no dudó en aconsejarla cuando se encontraba dubitativa sobre alguna decisión importante y también estaba ahí cuando no tenía tiempo para cuidar de sus niños, él era para ella el pilar principal que la sostenía para no caer ante la presión que le ejercía su puesto.
Ella cada día se enamoraba más de él, porque le había demostrado ser un hombre que valía la pena.
Muchos hombres fueron a por ella, tanto con buenas como malas intenciones, pero ella simplemente rechazó, no le importó los comentarios de su familia que a ojos de la sociedad estaba bien volver a encontrar el amor y formar un hogar para sus niños, pero para ella, quien sabia la verdad, quien aún veía todos los días al amor de su vida no estaba dispuesta a comprometerse con nadie más.
Porque ella era de él y él era de ella.
Por eso le dolía cada vez que él, su persona favorita en el mundo le pedía que buscara a alguien más, ¿acaso ya no la amaba? ¿entonces por qué la cuidaba? ¿porque le obsequiaba poemas y joyas? ¿Por qué le pide algo que él mismo no hará?
Siempre era lo mismo, durante esos 11 años todo había sido un tira y afloja con sus sentimientos que, a decir verdad, había días en los que simplemente deseaba tirársele encima y desenterrar todos los recuerdos que prometieron ocultar.
Pero ella ya no era esa Mirabel, no podía ni debía permitirse esos lujos del alma.
Y así llegaron al presente, sus hermosos niños cumplían ya 11 años y ella no entendía como el tiempo avanzaba en un parpadeo. Es así que como todos los años se levantaba más temprano de lo normal y con una sonrisa que pocas veces mostraba se desentendía del mundo exterior para dedicarse en su totalidad a organizar la mejor fiesta para sus bebés.
—Emilio por favor, quiero que esas plumas estén en el patrón de verde, azul, naranja y rojo—Pedía al hombre que ayudaba con las decoraciones de Domingo—Lucía, ese azul es demasiado oscuro, necesito uno más perlado, ese es el color favorito de María—recordaba al otro lado, luego miró al centro—Me gusta encanta ese dorado—Comentó al arco de colores dorados que adornaba uno de los lados de Casita, sonrió al pensar en los ojos de Ángel cuando se iluminaban con su don.
—Mi amor, sé que es un día muy especial, pero por favor, siéntate un momento—Le dijo con diversión Julieta a su hija, Casita atrajo una silla a donde ella estaba y aprovechando que Mirabel aún se hallaba distraída, la sentó.
—Lo siento, simplemente sabes que amo esta fecha—Recordó el día en que la partera puso en sus brazos a sus niños, para ella poder sentirlos ahí con ella fue la sensación más hermosa del mundo. Sus recuerdos fueron ahuyentados con el sonido de un piano cargado de alegría y emoción.
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Pecadores Imperfectos | MiraBruno
FanfictionImagen temporal de portada, la imagen es de @double_blind en Twitter ¿Por cuanto tiempo se puede esconder un secreto? ¿Puede un pecador ser perdonado? ¿Qué pasará con los hermosos frutos de aquel pecado dulce? ¿Serán ellos arrastrados también?