Puta egoísta

261 24 1
                                    

Empecé a ver una luz blanca.
Su puta madre.
Ya la había palmao'.
-Eilan se está moviendo.- Escuché voces, pero no las distinguía.
Parece que lo de morir queda para otro momento.
Empecé moviendo los dedos, y poco a poco conseguí algo más de movilidad, hasta que conseguí abrir los ojos.
Ahí estaban todos nuestros amigos. Estaban incluso Julia y Alba. Pero esta vez sin uniforme. Me pregunto cuánto tiempo habría pasado desde que caí inconsciente.
Rapidamente recordé todo. Y miré la camilla de al lado, incorporándome tan rápido, que un pinchazo en el estómago me hizo retorcerme. Ici me cogió la mano y me hizo tumbarme de nuevo.
-Cielo, tranquila. La Mari está bien. Ya sabes que es de hierro.- La miré sin entender. Si estaba bien, ¿por qué no hablaba? Esta situación me estaba agobiando. Necesitaba moverme.
Despacio, me incorporé de nuevo, esta vez con la ayuda de mis amigos. Tenía una venda en la mano, que me quité despacio, viendo las heridas y restos de sangre. Debía ser de los puñetazos. Tenía una venda en la cabeza, y moratones por todo el cuerpo.
Me acerqué a la camilla de mi amiga. Que yacía dormida. Miré a mis amigos, que tenían los ojos cristalizados.
-Qué ha pasado.-No era una pregunta. Era una orden.
-Siéntate Eilan.- Esta vez me hablaba Afri. Obedecí. Se me iba a salir el corazón del pecho. Ici se sentó a mi lado mientras me daba la mano.- La Mari está bien, como ya te ha dicho Ici. Está estable. Pero está en coma.- Ahí dejé de escuchar todo lo que vino después. No podía estar otra vez en este punto. Y menos ella. Sé cómo acaba eso. No podía ser.
Me levanté sin decir nada y, sin levantar la vista a mirar a ninguno de los acompañantes, salí pitando de la habitación.

[En la habitación del hospital]

-¿Nadie va a ir a por ella? No puede irse así.- Hablaba Alba.
-Necesita tiempo.- Contestó Itziar.
-Pero, María sólo está en coma. Los mismos médicos lo han dicho. Se va a poner bien.
-Alba... Natalia no te ha contado nada, ¿no?- Preguntó esta vez Afri, dejando a una rubia perpleja.
-No... ¿qué pasa?
-No importa. Ella te contará si lo ve oportuno. Para ella no es sólo un coma.
Todos sus amigos se miraban entre ellos. Estaban rotos. Incluso Julia se unía al consuelo que se daba aquella "familia".
Todo para que, al final, Damion ni si quiera estuviese en aquella revuelta. Estaba componiendo en un banco cerca del mirador, y ajeno a todo aquello.

[Vuelta a la perspectiva de Natalia]

No sabía cuánto tiempo llevaba en aquel banco fumando, pero el sol empezaba a salir entre aquellas montañas.
En realidad me sentía un poco mal por haber dejado a mis amigos allí. Y me sentía aún peor por haber abandonado a María. Pero no podía quedarme allí ni un segundo más.
El amanecer me calmaba, pero el décimo piti que me fumaba me advertía que me estaba matando más rápido de lo que debería.

Mi teléfono sonaba. Pero no quería escuchar a nadie. Ya sabía que se iba a poner bien. Pero también lo iban a hacer mis padres, y desconectaron sus máquinas cuando se suponía que ya no se podrían mejorar.
Pasé horas en aquel banco, lejos de la ruidosa ciudad.
No sabía bien cuánto había estado allí sentada, envuelta en mis pensamientos, pero el sol que golpeaba mis ojos justo de frente me advertía de que la hora de comer ya había pasado.
Mi móvil hacía horas que había dejado de sonar.
Andé lenta y calmada a mi casa, deseando que mis amigos estuviesen en el hospital, y no tuviese que mediar palabra con ellos. Pero lejos de ello, un poco y hasta mis padres estaban en aquella casa.

En cuanto el ruido de mis llaves en la puerta advirtió a los inquilinos que estaba por entrar, apareció una Itciar envuelta en ira.
-¿!PUEDES DESACTIVAR EL MODO EGOÍSTA DE UNA PUTA VEZ Y UNIRTE A LA PIÑA?! QUE ESTO ES IGUAL DE DURO PARA TODOS.- Me quedé estática. Podría haberme esperado varias riñas. Pero esta no era una de ellas. En realidad, Ici tenía razón. En esto estábamos juntos. Y nos necesitábamos.
En cuanto vió mi cara de demacración y tristeza, sus ojos mostraban cuánto se arrepentía de lo que acababa de decir. Me abrazó fuerte.
-Perdóname. Pero creí que te había pasado algo, y estaba histérica y...- Empezó a llorar.
-Tranquila hermanita. Está todo bien. Lo siento de verdad. Tienes razón. Tenemos que estar unidos.
Reforzamos el abrazo.
Cuando nos separamos, sequé las lágrimas a mi amiga y, tras ver que, efectivamente en esa casa estaba todo el mundo, me fui a cambiar, bajo la atenta mirada de Alba, quien también parecía triste.

A otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora