Sinceridad

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No era una noche muy fría, así que decidimos pillarnos unos bocatas de tortilla CON cebolla, importante, e ir hacia el mirador.
-Me gusta este plan.- Me dijo Alba sinceramente.
-A mi también.
-Mañana vuelvo a las prácticas... Qué pereza me dan.- La miré sorprendida.
-Pero estás haciéndolas porque te gusta, ¿no?
-Sí y no. Me encanta, y si lo llego a conseguir me doy con un canto en los dientes. Pero es el sueño de mi padre también, y eso supone una presión extra que no sé si estoy dispuesta a soportar.- Se notaba que este tema le afectaba. Así que me incorporé para hablar bien con ella.
-Albi, yo no sé nada de ti, pero convertirte en una Julia 2.0 es tu sueño, y al parecer el de tu viejo también. Y evidentemente habrá presión encima, pero no puedes plantearte dejarlo sólo por la presión si es lo que realmente te gusta.- Me miraba muy atenta, casi sorprendida. Supongo que no se esperaba que alguien como yo pudiese dar consejos.
-Ya... eso sí es verdad. Me costó darme cuenta de que era lo que quería, pero al final lo hice. Al principio me echaba para atrás el hecho de tener que venir a Madrid, y empezar de 0. Sin amigos.
-Bueno rubita, pero eso ahora es un problema menos, porque ahora nos tienes a nosotros.- Con cualquier otra persona sabría que me estaba precipitando. Pero con ella estaba segurísima de que no.
-Si... aunque no creo que seáis la mejor...- Parecía que estaba buscando las palabras correctas.
-¿Influencia?- La ayudé.
-Sí, algo así.- Ouch.
-Pues puede que no, pero tampoco veo que a Julia le suponga un gran problema.
Era verdad. Julia era la jefa de la comisaría del barrio, y no tenía ningún tipo de problema en salir con nosotros, y menos aún ahora con lo de María.
-Tienes razón... perdona. Es que a veces me meto tanto en el papel que no me doy cuenta. Además, allí todo el mundo habla maravillas de vosotros.- Seguí con la converación intentando remediar sus palabras. Evidentemente me había ofendido su comentario, pero no iba a machacarla con el tema.
Seguimos un buen rato, hasta que salió lo que ella realmente quería saber.
-Y... ¿Qué les pasó a tus padres? Si no quieres contármelo no hace falta, eh.- La miré por unos segundos. No era ningún secreto, pero no me gustaba hablar estas cosas, y menos con alguien a quien acababa de conocer hacía una semana escasa.
-Murieron.- Siguió analizándome.
-Yo... no sé muy bien que decirte...
-Tranqui. No tienes nada que decir, está todo bien.
-¿Por eso te conocía la señora del centro de menores? Porque tras aquello, fuiste allí, ¿no?.-Asentí. Puso cara de estar hilando cabos.- ¿Y por eso conoces a Marilia?
-Algo así.- Estuve barajando la posibilidad de contarle la historia completa, y finalmente sus ojos curiosos, pidiendo saberlo todo, me convencieron de ello.- Yo entré cuando era muy pequeña, y aquello era una mierda, allí sólo me llevaba bien con Haus y con Ici. Nos cuidábamos todo el rato, y un día, aparecieron María y Pablo en mi vida, quienes con tan sólo 11 añitos consiguieron sacarme de aquella mierda. Sin embargo no pudieron hacer lo mismo con Haus e Ici.- Hice una pausa recordándolo.- Al tiempo, cuando ya sabíamos bien lo que teníamos que hacer, comenzamos el plan "Robin Hood". Que como ya bien sabrás, consiste en robar a los ricos y dárselo a los pobres. Así que cuando me enteré de todo lo de las mafias, entramos ahí con todo y les jodimos la existencia, sacando de paso a Ici y Haus. Desde entonces ese sitio es un poquito mejor. A Marilia la metieron por lo mismo que a mí. La conocí uno de los días que fui a ver cómo iban las cosas por allí. Esa niña no tiene a nadie. Por eso voy todos los días.
-Sí tiene, Nat. Te tiene a ti.- La miré. Sonreía sincera.
-Supongo.
-Vale... entonces entiendo que el hecho de que María esté en coma te duela muchísimo, pero, ¿por qué crees que no va a despertar?
-Porque mis padres no lo hicieron.- Su mirada se clavó en mi a la velocidad de la luz. Intentaba buscar alguna señal de que eso me dolía. Y, a pesar de que sí lo hacía, no encontró nada.
-Nat...
-Estuvieron tanto tiempo en coma que desconectaron sus máquinas. Ni siquiera sé si eso es legal.- Me encogí de hombros.
-No lo sé, pero pienso averiguarlo.- La miré.
-No pierdas el tiempo en eso, tampoco hay mucho que hacer a estas alturas.- Era duro pero era verdad. Tan verdad como las lágrimas que caían por las mejillas de Alba.
Extendí los brazos y rápido se lanzó a abrazarme, aumentando su llanto.
Era preciosa.

A otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora