La echaba de menos.

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Cuando hicimos acto de presencia, todos nos miraban.
-Eilan, hemos decidido hacer turnos, hoy me quedo yo.- Comentó Afri.- Tú sólo te quedarás si es necesario, ¿vale? En principio los turnos son entre nosotros.- Agradecí infinitamente el gesto.
-Gracias Afri.- Y les miré a todos, en realidad. Sabían que también iba para ellos.
-Pues venga, a dormir todo el mundo. Me voy a quedar yo poniéndoos verdes con la Mari.- Bromeó la morena.
Todos reímos y, tras decirle, no menos de 10 veces cada uno, que cualquier cosa que necesitase nos llamase, nos fuimos.
-¿Vamos?- Dije a Julia y Alba. Las había llevado yo al hospital, por lo que tendría que ser yo quien las devolviese a sus respectivas casas.
-Si quieres las acerco yo, se te ve cansada Nataliuca.- Me dijo Pablo. Me lo planteé por dos segundos, pero algo en la mirada de Alba me decía que eso no es lo que quería.
-No te preocupes. Las acerco yo. Nos vemos en casa.
Tras despedirme de mis amigos, y después de que lo hiciesen también las "polis", fuimos a mi coche.
Alba iba de copiloto, y Julia iba atrás. Primero dejamos a Julia.
Las conversaciones entre las tres salían fluidas.
-Gracias maleante. Te debo una.- Se despidió de mi la gaditana.
-Ninguna Juls. Hasta mañana.- Había acordado pasarse mañana a ver cómo estaba María.
-Nat, ¿estás enfadada?- Preguntó la rubia una vez nos quedamos solas. Me había vuelto a llamar Nat. No me hervía la sangre, como me pasaba con el resto de simples mortales, pero seguía sin ser del todo agradable. Pretendía decírselo, pero sus ojos de corderito preocupado me indicaron que como saliese de mi boca alguna palabra un poco más fuerte de lo normal, algo en ella se rompería. Así que preferí ignorarlo.
-No Albi. Está todo bien.- Suspiré.
-¿Y tú?¿Estás bien?- Justo llegamos a la dirección que ella había marcado en el GPS. La miré.
-Es duro. Pero sí.
-Sé que hay trasfondo detrás de toda esta historia.- Iba a indicarle que era terreno pantanoso, cuando me indicó que me callase.- Ya sé. No voy a entrar al trapo, pero sabes que cualquier cosa yo voy a estar aquí, ¿verdad?
-Bueno, no lo sabía porque literalmente te conozco desde hace menos de una semana. Pero gracias Albi.
-Pues lo digo completamente en serio, morena. Soy tu segundo poli de confianza.- Sonrió y lo hice de vuelta. Apreciaba el gesto.
Iba a irse con un sólo gesto con la mano, pero no me parecía suficiente.
-¿Ni un abrazo a tu maleante favorita?
Rapidamente se giró y me abrazó fuerte. Me quedaría así por horas. Pero se separó.
Cuando vi que la puerta de su casa se cerró, arranqué el motor y me fui.

Llevaba sólo un día sin ver a Alba, y podría decir que la echaba de menos.
Fui a ver a María un rato por la mañana. En el turno de Ici. Sabía que por la tarde irían todos, pero no me veía con fuerzas de ir para allá, así que decidí ir a ver a Marilia.

Sabía que mis amigos estaban ya reunidos allí por las fotos de mierda que me mandaban. Que si María con la maceta del hospital, con el mando de la tele, con la bandeja... La verdad que no había quien les tomase en serio. Pero se agradecía.
Julia también estaba.
Iba vestida con mis vaqueros negros, una camiseta interior blanca, y una camisa de baseball del mismo color que los pantalones, dispuesta a salir por la puerta, cuando alguien tocó el timbre.
Abrí.
-¿Te vas?- Era Alba.
-Ee... sí, iba a salir. ¿Qué pasa? ¿Todo bien?
-Sí, sí. Es que como no estabas en el hospital me había preocupado.- Osea que ella también había ido.
-Tranqui, sólo que he decidido hoy darme un respiro. Fui a verla esta mañana con Ici.
-Ah vale, vale.
-¿Has venido sólo porque no estaba en el hospital?- La manera en la que esta chica se estaba metiendo tan de lleno en mi vida no era de mi agrado precisamente. Pero por algún motivo que desconozco, era incapaz de apartarla.
-Me encantaría decirte que no, pero la verdad es que sí.- Me hizo sonreir.-Pero ahora que me he cerciorado de que no estás cometiendo ningún crimen, te dejo en paz.
No quería que se fuera.
-Voy a ver a Marilia. ¿Quieres venir?

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