ℳ | 𝗙𝗢𝗨𝗥

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Dilay se encontraba en la cafetería "Coffee Shack " la cuál era famosa en el pequeño pueblo

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Dilay se encontraba en la cafetería "Coffee Shack " la cuál era famosa en el pequeño pueblo. Se encontraba con su amiga Robin, quien había llevado a un chico.

Pues necesitaba saber almenos una pista de aquella persona de las cartas, e inmediatamente pensó en su amiga, Robin Buckley.

— ¿Cartas? ¿Eso existe? — cuestionó Harrington confuso.

Ambas chicas ignoraron a Steve viéndose entre sí mismas incrédulas.

Robin tomó las cartas, mientras inspeccionaba estás hacía gestos de confusión, pero a la vez como si estuviera entendiendo. Los otros dos miraban con atención cada gesto de la chica.

— Las cartas son escritas con bolígrafo amarillo, con un tanto de brillo morado — mencionó observando con atención.

— Si, eso ya lo sabemos genia — habló Steve moviendo su mano obvio.

Dilay frunció el ceño ante el chico, no lo conocía para nada, aunque no podía decirle algo ya que era invitado de su amiga.

La chica de pecas rodó lo ojos sin molestia a tal comentario. Suspiro para después ver a la castaña — ¿Has pensado que puede ser una chica? — preguntó de sorpresa.

La de ojos cafés abrió los ojos completamente — ¿Por qué lo dices? — preguntó angustiada.

— Tanto como el color amarillo y el morado son considerados para chicas en éste estúpido pueblo — informó algo disconforme.

— Es verdad — ambas miraron a Steve — Los chicos no usan esos colores, ya saben, son muy sentidos hasta por un color — encogió sus hombros para después tomar de su café.

— Pero, no estás segura ¿Verdad? — cuestionó Lynn nerviosa.

— No estoy segura, pero tómalo como una probabilidad — sugirió Buckley con una leve sonrisa.

— Éso arruinaría por completo la imágen de mi padre — empezó a contar Dilay — No quiero que se burlen de él por eso, además, nose nada de eso — empezó a mover sus manos — ¿Qué hago? — interrogó con nervios.

Robin y Steve se miraron entre sí con miradas algo tristes al ver los tantos nervios de Lynn.

— No te preocupes, también puede ser un chico — aliento Steve — Los chicos cuando están enamorados, créeme, no les importa algo en absoluto, menos unos colores.

Dilay calmó su respiración ante las palabras de Harrington.

— Tengo que irme, gracias Robin — miró al chico — ¿Cómo te llamas? — preguntó con el ceño fruncido mientras tomaba todas sus cartas y las guardaba.

— Steve Harrington, cuando ocupes consejos mejor dime a mi, ella no sabe mucho — apuntó a Robin, quien bajó su mano bruscamente.

— Gracias a ambos — saco un billete de su bolsa — Para tu café, Harrington — mencionó para después salir del lugar a pasó rápido.

𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 | ℳ𝒶𝓍  ℳ𝒶𝓎𝒻𝒾ℯ𝓁𝒹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora