2 | 𝗙𝗢𝗨𝗥

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Un cielo color violeta, la noche haciéndose más fría con el triste viento, o era éso para Max cuando no veía a su novia Dilay

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Un cielo color violeta, la noche haciéndose más fría con el triste viento, o era éso para Max cuando no veía a su novia Dilay.

Al ser una noche lluviosa la castaña no tenía el permiso de su padre para salir, ya que era muy arriesgado salir con plena tormenta.

Dilay se encontraba en su habitación escuchando música mientras que está misma la taradeaba.

Al tener su puerta abierta (Por ordenes de su padre) logró escuchar el sonido de aquel teléfono que se encontraba en la sala. E inmediatamente salió disparada hacía esté.

Al llegar casi a el teléfono vió a su padre que atendería tal llamada, la castaña inconscientemente le arrebato el artefacto.

— Es Olivia — mintió mientras sentía la mirada de su hermano dudosa sobre ella.

Sin tener alguna respuesta de su padre se fue a su habitación, ahora cerrando la puerta con seguro, al asegurarse de que nadie la escuchará contestó la llamada.

¿Hola? Maxine — contestó, en su rostro se formó una sonrisa.

Disculpé la hora señorita Mayfield — una risa se escapó por parte de la castaña — Pero el corazón pregunta por usted
¿Qué le digo?

Dile que no se desesperé, mañana nos veremos — la ojiazul sonrió al escuchar como su novia le seguía el juego.

Después de una larga hora de hablar por teléfono, Dilay tuvo que colgar, ya que su padre tenía hora estricta para dormir.

Al colgar la llamada Lynn suspiró con una gran sonrisa, jamás había sentido todos los sentimientos que ahora sentía por la pelirroja. Era algo que le gustaba, pero también hacía ponerla nerviosa.

— Hora de dormir, Dilay — habló Ryan asomándose por la puerta.

Ryan entró a la habitación de su hija para arroparla como lo hacía todas las noches, también con su otro hijo, Harry.

Dilay sabía que su padre no era malo, simplemente se preocupaba por sus hijos, ya que era lo único que tenía y hacía sentirlo llenó de felicidad.

Después de que haya arropado a su hija y darle su beso de buenas noches, se marchó del lugar, antes de cerrar la puerta volteó a ver a su hija, y a su hijo, quien lograba verlo debido a que la puerta estaba abierta.

— Tal vez para ustedes sea un mal padre — limpió su primera lágrima — No soy el padre perfecto, solo quiero protegerlos... — murmuró ligeramente, cerró la puerta del cuarto para dejarla descansar.

Era el día siguiente, ahora Dilay como se lo había prometido a su novia, estaba justamente con ella ahora en su habitación

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Era el día siguiente, ahora Dilay como se lo había prometido a su novia, estaba justamente con ella ahora en su habitación.

— Sigo insistiendo que hubiera sido más divertido ir al centro comercial — insistió la pelirroja mientras acariciaba las manos de su novia.

— Si nos ven juntas de tal manera, nos molestarán — apuntó con su mirada sus manos entrelazadas y sintiendo las caricias cariñosas que le daba la ojiazul — Y te he aclarado que no es por tí, no es que me avergüences — explicaba tratando de remediar su mala explicación.

— Entiendo esa parte — concordó Maxine — Pero no lo tomes a mal ¿De qué te sirve sentir si no lo expresas?

La pelirroja volteó a ver a su dulce novia, quien en su rostro había tristeza ante tal pregunta, e inmediatamente sintió el arrepentimiento.

— Lo siento si te hice sentir mal — tomó las delicadas manos de la castaña — Solo se que te quiero demasiado, y esperaré hasta el día que estés lista.

Lynn sonrió tímidamente al escuchar tales disculpas — No importa — negó varias veces — Yo también te quiero — aclaró dándole una sonrisa segura.

Maxine no pudo evitar sonreír aún más — Sabes — se acercó más a su novia — Odio estar lejos de ti — dejó un pequeño beso en la mejilla de la castaña — Casi muero ayer de tanto extrañarte — agregó con un tonó de dramatismo, haciendo reír a su novia.

Ambas chicas terminaron teniendo una tardé de risas, pequeños besos, y algunas lágrimas debido a las películas.

Sin duda Dilay no se arrepentía de que la pelirroja le enviará cartas, no se arrepentía de haberse dado la oportunidad de conocerla.

Sin duda Dilay no se arrepentía de que la pelirroja le enviará cartas, no se arrepentía de haberse dado la oportunidad de conocerla

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𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 | ℳ𝒶𝓍  ℳ𝒶𝓎𝒻𝒾ℯ𝓁𝒹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora