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2 𝙎𝙀𝙈𝘼𝙉𝘼𝙎 𝘿𝙀𝙎𝙋𝙐𝙀𝙎

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El dúo de chicas llevaban almenos entré 5 o 6 salidas - citas

Una castaña y una pelirroja se encontraban en el centro comercial, exactamente en el local de postres.

La ojiazul hablaba más animada y estaba más hiperactiva, pues estaba en una cita más con la chica que le gustaba.

Mientras que la de ojos cafés estaba más nerviosa, admitía que le agradaba la presencia de Max, pero aún no podía dejar los nervios.

— Te gusta mucho usar chalecos ¿Verdad? — preguntó la pelirroja con una agradable sonrisa — Siempre que te veo llevas uno.

Lynn sonrió levemente, apesar de que sonará tonto ella se sentía feliz de que la ojiazul lo notará, ya que los chalecos era su prenda favorita.

— Me encantan — soltó la castaña emocionada — Nadie lo había notado — Dilay no pudo evitar soltar una leve risa.

Maxine al escucharla y verla reír sonrió concientemente, e inmediatamente deseó poder ser divertida para ella.

— Dilay — llamó la pelirroja, está la volteó a ver — Hemos estado saliendo estas dos semanas — la castaña asintio levemente — Pero ¿En qué forma? — cuestionó de forma calmada.

Lynn suspiró a tal pregunta, ella se sentía bien estando con la pelirroja. Sin embargo aún no lograba contárselo a su padre ni a nadie, a excepción de Buckley y Russo.

Dilay sonrió — ¿Qué tenemos en común? — preguntó dejando a un lado la de la pelirroja.

— Nos gustamos — afirmó la ojiazul con una sonrisa.

Si, Dilay había aceptado que le gustaba tal pelirroja.

Sin embargo seguían sin ser algo, sólo tenían salidas, aunque ambas tenían la duda de que en forma salían.

Después de un largo tema de conversación entre ambas chicas, llegaba la hora en dónde Mayfield tenía que irse

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Después de un largo tema de conversación entre ambas chicas, llegaba la hora en dónde Mayfield tenía que irse.

Aunque Max no dejaría que Dilay se fuese sola, se encontraban caminando por las calles de Hawkins para llegar a la casa de la castaña.

— ¡Dilay! — llamó la pelirroja al verla que entraría a su casa, está se regresó con una leve sonrisa — Antes de que entres, te quería entregar ésto — le entregó varias pequeñas cartas.

Lynn sonrió inmediatamente al recibir esas pequeñas hojas, no había día que la pelirroja no le diera una, así que era ya algo como rutina para ambas, aunque Dilay solía leer todas las cartas día y noche.

Dilay quería despedirse de Max de otra manera, sin embargo al voltear hacía atrás visualizo a su padre, quien veía la escena sin algúna expresión, un rostro neutro.

— Nos vemos luego, tengo que entrar — se despidió de un simple movimiento de mano, acto que copió la pelirroja desanimada.

Al momento de cruzar la puerta escuchó como su padre la había llamado.

— ¿Qué llevas ahí? — preguntó Ryan, el padre de Dilay.

La castaña volteó hacía otro lado para pensar alguna excusa — Unas hojas, son para una obra que vamos a hacer mis amigos y yo — se excusó.

— Tú solo sales con Olivia — caminó hasta quedar en frente de ella — ¿Quién era esa pelirroja?

— Es, una amiga — contestó de inmediato.

Ryan asintio comprensivo, solía ser muy protector con sus hijos, cuidaba la hora en que sus hijos llegaban a casa, sus amistades, y claro, noviazgos.

— ¿Ya puedo irme a mi habitación? — cuestionó Dilay viendo a su padre servirse una taza de café.

Esté solo asintio sin verla, ella se fué directo a su cuarto, finalmente cerró la puerta con seguro.

Se tiró a la cama y empezó a sacar todas las cartas del sobre, se encontraba más emocionada ya que Max jamás le había dado muchas en un mismo día.

Al abrir todas las cartas se dió cuenta que tenían pocas palabras, pero estaba segura que para ella se significaría mucho.

Estás estaban especialmente decoradas.

𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀 𝐍.𝐎 1

Mi insomnio tiene nombre, Apellido, Y unos hermosos ojos cafés.

𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀 𝐍.𝐎 2

Me perdí en tu mirada,
Es que el color de tus ojos me encantaban,
No son ni azúles ni verdes.
Son color café, Café que quita el sueño, Café que produce desvelos.

  𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀 𝐍.𝐎 3

No sabía lo que quería,
Hasta que quería verte todos los días.

𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀 𝐍.𝐎 4

Y una cosa puedo jurar,
Yo,
Que me enamoré de tus alas, Jamás te las voy a querer cortar.

𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀 𝐍.𝐎 5

Si quieres saber cuántas razones tengo para amarte,
Tendrás que contar mis latidos.

Dilay sonrió a tales cartas, como siempre, guardó aquellas hojas en una pequeña caja, la cuál se mantenía oculta hasta el fondo de su armario.










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Max Mayfield al ver que el padre de la castaña entró a su casa fué directo a una ventana de la casa, visualizando a Dilay y a su padre en la parte de la cocina.

La pelirroja escuchaba con claridad cada palabra mientras estaba concentrada en que Ryan no la llegase a ver.

Su rostro quedó confundido al escuchar a la castaña nombrarla como amiga.

Sabía que no eran algo aún, aunque realmente sentía tristeza al escucharlo.

Sabía que no eran algo aún, aunque realmente sentía tristeza al escucharlo

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𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 | ℳ𝒶𝓍  ℳ𝒶𝓎𝒻𝒾ℯ𝓁𝒹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora