ℳ | 𝗧𝗪𝗢

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Querida Dilay :

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Querida Dilay :

Lamentablemente para mi corazón y para mí, estaba presente cuando quemaste la carta, al igual que la pisoteaste sin algún sentimiento.

¿Creíste que era una broma? ¿Creías que sólo lo hacía por molestar? ¿E̶s̶c̶r̶i̶b̶i̶ a̶l̶g̶o̶ q̶u̶e̶ t̶e̶ m̶o̶l̶e̶s̶t̶a̶r̶a̶?

Lo siento por tantas preguntas, pero realmente necesito saber si te llegue a incómodar, o si piensas que es una broma.

Pero no soy así, Dilay, y tienes todo el derecho de pensar miles de cosas, se que es raro que de la nada te lleguen cartas ánonimas, pero así de la nada llegaste tú.

Me gustaría conocerte, saber todo sobre ti, lo que te gusta o lo que no, pero mi cobardía y miedo a tu rechazó no me permiten acercarme.

Está carta que está entré tus manos es real, las palabras y los sentimientos que hay al escribirla pensando en ti, son reales.

Por cierto, te ves aún más hermosa mientras esperas el autobús fuera del centro comercial, distraída y el sol impactando tu cara dándole iluminación a tu bello rostro.

No quiero sonar como un psicópata, realmente sólo suelo admirarte de lejos intentando acercarme, pero siempre falló.

❝ 𝙈𝙚 𝙚𝙣𝙖𝙢𝙤𝙧𝙚́ 𝙙𝙚 𝙪𝙣𝙤𝙨 𝙤𝙟𝙤𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙞𝙨𝙞𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙖 𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙚𝙣 𝙡𝙤𝙨 𝙢𝙞̄𝙤𝙨 ❝

Dilay leía la carta en voz baja mientras cada vez sonaba más emocionada.

Si curiosidad de saber si esa persona había dejado otra carta o saber si era real, la llevo hasta afuera del centro comercial, a lado de una pequeña casa de aves, donde encontraría todas las cartas ánonimas.

La chica Lynn se encontraba emocionada al leer el pedazo de hoja, su sonrisa podía delatar felicidad.

Su vista bajó a su pequeño dije, el cuál colgaba de su cuello y se movía ante el viento.

Suspiró con tristeza al abrirlo, dentro de esté se encontraba una fotografía de la difunta madre de la chica, quién murió a inicios de verano, realmente llevando 1 mes desde aquel suceso. Pero el dolor y la soledad seguían sin dejar a la castaña.

Cerró el artefacto al sentir lágrimas por sus mejillas, limpió estás para después empezar a caminar hasta su casa, si no llegaba a la hora acordada, adiós tardes de centro comercial, aunque Olivia siempre tenía un plan.

Antes de guardar la carta notó que ahora no ponía "anónimo" si no una "M"

Max Mayfield se encontraba en las calles de Hawkins caminando esperando llegar a las afueras del centro comercial, ésto para verificar que su amor imposible haya recogido la carta

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Max Mayfield se encontraba en las calles de Hawkins caminando esperando llegar a las afueras del centro comercial, ésto para verificar que su amor imposible haya recogido la carta.

<¿Fuí intensa haciendo esas preguntas? ¿Y si ya le caí mal sin siquiera conocerme? ¿Qué tal si no fué por la carta?>

Eran las preguntas que resonaban en su cabeza haciéndola sentir nerviosa.

Al estar adentrada en sus pensamientos no veía por dónde caminaba, así la pelirroja terminó cayendo por una roca que estaba junto enfrente de ella.

Antes de pararse escuchó una voz que la dejó helada, evitando poder pararse del suelo.

Pues se trataba de la chica que solía quitarle el sueño por la noches, y producirle sonrisas sin algúna razón.

— ¿Estás bien? ¿Te duele algo? — preguntó la chica Lynn preocupada.

La ojiazul aceptó la ayuda de la chica nerviosamente.

Max observaba con atención el rostro de Dilay con un brillo en sus ojos, por algúna razón su rostro levemente preocupado hacía que la viera aún más linda.

La mirada de la chica bajó hasta la mano derecha de la castaña, visualizando la carta que ella había escrito, sonrió de inmediato al saber que fué por ella.

— Soy Dilay Lynn — extendió la mano en forma de saludo.

Max se sorprendió, estaba tan nerviosa que no correspondió al instante, dejando unos minutos extendida la mano de la castaña.

Dilay borró su sonrisa al ver qué no correspondió, antes de bajar la mano la pelirroja la tomó rápidamente, agitandola varias veces, pues tenía mucha emoción.

La de ojos cafés volvió a mostrar una sonrisa.

— Lo se, Soy Max Mayfield — sonrió nerviosamente.

La castaña frunció el ceño levemente — ¿Me conoces? — preguntó con curiosidad.

La pelirroja empezó a temblar — Bueno, yo — la volteó a ver directamente — Tu padre — Dilay frunció el ceño — Es que tu padre es oficial, la mayoría del pueblo te conoce.

Sonrió nerviosamente al terminar de dar su excusa, pues no le diría que la "conoció" por Mike, mientras solía verla de lejos, o que sabía media información sobre ella, claramente sin usarla para mal.

Un silencio se hizo presente entré las chicas, mientras que la castaña tenía levemente el ceño fruncido, la pelirroja se perdía en su rostro admirando cada detalle.

— ¿Por qué me ayudaste? — preguntó rompiendo aquel silencio.

Lynn se reacomodo su pequeña mochila — Quizás porque sea una tonta, o muy inocente al pensar que alguien haría lo mismo por mí — explicó recordando con todas las personas malas que se topo alguna vez — Pero, no cuesta nada seguir ayudando.

Un suspiro pesado se escuchó de parte de la castaña — Bien, me tengo que ir, cuidado al andar sóla por las calles de noche — se despidió con una amable sonrisa, causando alegría en Mayfield.

Antes de que la chica desapareciera de la vista de Maxine, ella volteó con una inmensa sonrisa.

— ¡Hasta luego, chica de ojos lindos! — Lynn gritó para ser escuchada.

La ojiazul sonrió inmediatamente dejando escapar una risa nerviosa. Le había dicho su nombre, pero ella dicidio darle ese apodo, ese acto hizo que su corazón se hiciera aún mas pequeño ante Dilay.

Sin más la castaña se fué del lugar dejando a la pelirroja con inmensos sentimientos.

Mayfield empezó a gritar levemente de emoción y sonreía sin parar, su emoción la llevo a saltar por el lugar llenos de energía y felicidad.

𝗔𝗛𝗢𝗥𝗔, 𝗟𝗢𝗦 𝗢𝗝𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗖𝗛𝗜𝗖𝗔 𝗟𝗬𝗡𝗡 𝗖𝗢𝗡𝗢𝗖𝗜𝗔𝗡 𝗟𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗠𝗔𝗫𝗜𝗡𝗘 𝗠𝗔𝗬𝗙𝗜𝗘𝗟𝗗.

𝗔𝗛𝗢𝗥𝗔, 𝗟𝗢𝗦 𝗢𝗝𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗖𝗛𝗜𝗖𝗔 𝗟𝗬𝗡𝗡 𝗖𝗢𝗡𝗢𝗖𝗜𝗔𝗡 𝗟𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗠𝗔𝗫𝗜𝗡𝗘 𝗠𝗔𝗬𝗙𝗜𝗘𝗟𝗗

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𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 | ℳ𝒶𝓍  ℳ𝒶𝓎𝒻𝒾ℯ𝓁𝒹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora