Destino

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Destino

¿Cómo olvidar tu primer amor? Es algo que te marca, que te sigue toda la vida. Puede recordarlo con una gran sonrisa o los ojos llenos de lágrimas. Las emociones son fuerte, demoledoras, sientes que no puedes vivir sin él... Pero si puedes.

O por lo menos sobrevives.

A Hinata le pasó eso.

Amó, con locura y total entrega. Pero no fue suficiente. Sus inseguridades destrozaron a su único amor. Sus celos, sus miedos comieron todo su luz armoniosa y Naruto simplemente se cansó de sus planteos. Él peleó, con capa y espada contra los monstruos que eran sus celos, pero ella comprendía cómo se desgastó.

Él también la amó, la cuidó e intentó todo para que la relación funcionará. Pero eran niños jugando a ser adultos. Pensando que por siempre estarían juntos y nada podría separarlos.

Naruto levantó un muro para que nadie los separará. Fue inesperado saber que su enemigo estaba dentro de los muros, dentro de ella.

Hinata tuvo una infancia difícil, una donde nunca fue suficiente para sus padres, para su hermano. Siempre fue comparada con las otras niñas, que no era lo suficientemente femenina, que no era lo suficientemente inteligente, que no era fuerte, que no tenía carácter. Siempre se sintió insuficiente, eso no mejoró en su adolescencia.

Aún así, se enamoró.

Naruto era un muchacho alegre, algo torpe, pero amoroso. Siempre tenía algo gracioso para decir, era tan espontáneo que ella simplemente se quedó prendida de él de manera automática.

Que él la notará fue lo más difícil que tuvo que hacer. Por su odiaba timidez, le costó muchísimo acercarse a él, saludarlo o simplemente intentar sostener su mirada.

Él día que Naruto se acercó, algo sonrojado (raro en él) y nervioso, diciendo que gustaba de ella, fue... Simplemente... Unos de los mejores días de su vida.

Fueron novios por dos años.

Los primeros meses fueron perfectos, llenos de momentos lindos, inolvidables. Naruto fue su primer beso, su primeras emociones locas. Él primero que la tocó, el primero que la hizo sentir bien. Su primero en todo.

Naruto era su motivo para levantarse, para ir a la escuela, para respirar. Ya nada más le importaba. Él juraba que le pasaba lo mismo. Naruto era cada momento, cada instante, cada respiro. Él era como el agua, como el oxígeno que tanto necesitaba.

Ese amor desesperado comenzó a volverse en algo asfixiante cuando los celos entraron en la ecuación.

El último año de la secundaria, Naruto había cambiado mucho. Dejó de ser el chico gordito y algo bajo, para pasar a ser el chico más alto y bien formado de la escuela. Su voz también cambió, siendo más profunda y estaba un poco más maduro.

Hinata lo notó, y también las demás.

Los celos empezaron con miradas curiosas de las otras chicas, ver cómo algunas que ni siquiera lo habían mirada, empezaban a acercarse a él. Naruto seguía siendo algo ingenuo, Hinata sabía que él no se daba cuenta en ese tiempo, pero ella sí.

Después comenzó a compararse con ellas, más delgadas, más inteligentes, más bronceadas o mejor cabello. Sus inseguridades llenaron su cabeza y ella se desquitaba con él, sin darse cuenta que estaba  quebrando su amor como lo hace los rayos del sol con un lago congelado.

Hinata siempre se sentía insegura, siempre sentía que Naruto miraba a alguien más. Sentía que él se estaba arrepintiendo de estar con ella. Su corazón se oprimía cada vez que una chica le sonreía, se encerraba en ella misma para no dañarse y lo trataba mal.

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