Pasiones

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Pasiones

[Mateo 5:27-29] "Oyeron ustedes que se dijo: 'No deben cometer adulterio'. Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Ahora bien, si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no todo tu cuerpo sea arrojado en el Gehena.

[Romanos 7:5] Porque cuando estábamos en conformidad con la carne, las pasiones pecaminosas que eran excitadas por la Ley obraban en nuestros miembros para produjéramos fruto para la muerte.

[1 Corintios 7:9] Pero si no tienen autodominio, cásense, porque mejor es casarse que estar encendidos de pasión.

La podía observar desde donde estaba.

Bella y perdida en sus pensamientos, su piel brillando por los tenues rayos de sol que empezaban a salir.

Hinata era una mujer madrugadora, limpia y amable. Siempre recatada con su vestimenta cerrada, sin mostrar mucha piel, sin apretar ninguna de sus curvas de mujer. A pesar de ello, le había llamado la atención a penas entro en la iglesia unos años atrás.

Su piel era tan blanca, como un ángel pecaminoso, lo tentó desde el primer instante.

Él había cumplido su tarea con Dios, derramando lágrimas por cada mujer perdida, pero sonriendo cuando estás fueron entregadas a Dios limpias.

Hinata le había mostrado que todavía había santidad en el mundo. Pero él la ensució con sus pensamientos. Era un castigo justo el que le había impuesto su Señor.

Limpiarla, limpiarse con ella y ambos entregarse a nuestro creador.

Verla así, tomando su café de cada mañana en su ventana de su departamento, había sido una costumbre desde el primer momento que supo que lo hacía. Mientras ella estaba allí, simplemente contemplando la creación de nuestro Dios, él la contemplaba a ella con binoculares desde su habitación.

Su pasión lo tomó desprevenido, haciendo que su miembro se endureciera con la sola idea de limpiarla. Ella sería especial, su compañera en el Reino de Dios.

Pero algo le hizo fruncir el ceño. Una sombra tras ella.

Un jadeó ahogado se escapó de sus labios levemente abiertos cuando una cabeza rubia se asomó por su cuello. Brazos bronceados y grandes la rodearon desde atrás mientras ella sonreía.

—Dios mío — murmuró con aberración cuando notó que era ese agente.

No contento con abrazarla, rompiendo ese momento que era sólo de ellos dos, él beso su cuello, subió por su mandíbula mientras la muy prostituta corría la cara para darle espacio a sus atenciones obscenas.

—Señor mío—, gruñó cuando él fue a su boca y la ensució.

Ella se había corrompido. El hombre la había ensuciado antes de que él llegara para salvarla.

Se sacó los binoculares de la cara cuando el rubio subió una mano y cerró la cortina, sacando a Hinata de su vista. Cortando su ritual matutino.

Él dejó que la furia creciera en su interior, tirando el binocular a la pared contraria, enojado gritó sin palabras.

Ella estaba sucia.. Corrompida... Estaba sucia...

Sucia...

Corrompida...

No importaba, decidió. Él la limpiaría y sería aceptada por Dios. Y por él.

¿Por qué quién era él para no aceptarla, si Dios también lo hacía?

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