¿Podrás con ésto?

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¿Podrás con ésto?

Naruto quiso seguirla cuando Hinata salió de la habitación, pero Sakura lo tomó del brazo y lo detuvo a tiempo antes de hacer una estupidez.

— Calma— dijo con voz enojada mientras apretaba sus dedos, sus cortas uñas casi hundiéndose en su carne.

Naruto observó el rostro de su amiga y se quedó clavado en sus ojos verdes, intentando calmarse y no pensar en lo que no  había dicho Hinata.

—¿Qué carajos, Naruto?— gruñó Kiba mientras también entraba en la habitación de interrogatorios. Él no esperó respuesta, empujó a Naruto contra la mesa, haciendo que Sakura lo soltara—. Ella es una víctima, no el acusado—, gruñó.

Naruto lo miró con frialdad mientras se levantaba de dónde había casi caído. Kiba negó con la cabeza y luego miró a Sakura, cruzando de brazos.

—¿Y tú? Señorita Hyūga— dijo imitando el tono que había usado Sakura con Hinata—. ¿Que diablos les pasa? ¿Hay algún maldito problema?

Naruto tomó el expediente que habían abierto para Hinata y bajó la mirada para ver en la primera hoja una foto de ella. Suspiró mientras lo cerraba y lo ponía bajo su brazo.

—Es una larga historia—, respondió Sakura sin dar mucha información y también dándole un empujón a Kiba.

—Pues me importa una mierda. ¿Conoces a la señorita Hyūga?— preguntó Kiba a Naruto.

No respondió, pero eso fue todo lo que necesito Kiba. Él sacó su teléfono.

—Voy a llamar a Hatake. Si no pueden comportarse como dos profesionales, le diré que le dé el caso a alguien más.

Naruto se adelantó y le saco el teléfono de un tirón. Lo bloqueo cortando cualquier intento de llamada de Kiba.

—Tu no harás unas mierda. ¿Me oyes?— gruñó Naruto.

—Devuelve mí maldito teléfono. Lo haré si no puedes concentrarte o tratar a una mujer con cuidado...

—No sabes de lo que hablas Kiba— Sakura se metió entre ellos cuando Kiba lo enfrentó, poniendo sus rostros a pocos centímetros.

Kiba era casi tan grande y alto como Naruto, pero era totalmente lo contrario a él. Mientras Naruto era algo oscuro y alejado, Kiba era luz y alegre. Mientras Naruto prefería evitar a las mujeres, Kiba amaba ser el caballero de brillante armadura para cualquier mujer en peligro.

— Sé lo que hablo— gruñó en su defensa—. ¿Te digo lo que ví?— preguntó señalando la silla a dónde había estado Hinata—. Una mujer asustada, que se siente vulnerable por una amenaza y a un detective pasándose de listo con ella. ¿Que mierda Naruto?— lo miró furioso—. Parecías un maldito gorila. ¡Dímelo!— gritó haciendo una imitación a una voz más gruesa y profunda y se golpeó el pecho con los puños—. Capullo— lo insultó mientras estiraba el brazo y le sacaba el teléfono.

Naruto apretó los dientes. No podía defenderse de ese insulto, él sabía que habría golpeado en el rostro si alguno de sus chicos trataba así a una mujer mientras recolectaba en información. Él tomó aliento y lo soltó, intentando relajarse.

Kiba tenía razón, debía separar lo que sea que Hinata despertaba en él y concentrarse en el caso.

—Tienes razón— murmuró mientras desviaba las miradas asombradas de ambos amigos de él—. Tengo una historia algo complicada con Hinata, que ella fuera la próxima víctima de este asesino en serie, fue una clase de mala jugada del destino.

La habitación se quedó silenciosa mientras él repasaba todo lo que habían hablado con ella. Simplemente no había podido evitar su reacción cuando se dió cuenta que ella si había seguido con su vida con otro hombre. ¿Será que ella había sido igual con él? Una chica tierna, ¿pero le habría hecho lo mismo? ¿Siendo una celosa infernal?

— Mandé a Shino para que la llevara cerca de su trabajo—, dijo Kiba más relajado—. Él la seguirá al trabajo y esperará que salga. Iré con él en unos minutos. Pero necesito que me digas que tienes esto controlado, Naruto. Si no puedes dejar aparte tu vida personal, hablaré con Hatake.

Naruto conectó su mirada con Kiba y asintió luego de unos segundos.

—Lo tengo controlado. Esto fue simplemente un desliz. Me tomo por sorpresa que sea ella, hacía muchos años que no la veía—, Naruto se volvió dándole la espalda a sus amigos y suspiró mientras se pasaba una mano por los cabellos—. Tranquilo. No volverá a pasar.

Él no se volvió cuando Kiba contestó:— Bien—, para irse sin más preámbulos.

Naruto se masajeó la frente, el dolor de cabeza volvió como una migraña que casi no lo dejaba pensar. Él tensó su cuerpo cuando una mano se apoyó en su brazo. Volvió la cabeza para ver el rostro de Sakura llena de preocupación.

—¿Estás bien?— preguntó suavemente.

Él suspiró mientras bajaba la mano y cerraba los ojos. La imagen de Hinata se quedó clavada en su memoria a fuego. Su rostro seguía siendo tan angelical, estaba más hermosa de lo que había imaginado. Su cabello largo seguía oliendo a canela, su piel seguía siendo blanca como la nieve, sus labios eran rojos como la sangre.

No era justo...

No era justo que ella fuera tan hermosa, debía tener una advertencia en la frente de lo que era. De cómo podía destrozar a un hombre con sus celos...

—Estoy bien—, volvió a suspirar—. Pero Kiba tiene razón. Debemos tratarla como cualquier mujer que habría entrado aquí—. Naruto volvió su mirada a su amiga y sonrió un poco al ver su mueca—. Sé que no pudiste evitarlo, pero no debes desquitarte con Hinata. O no...

—Ella te lastimó—. Le interrumpió Sakura mientras se cruzaba de brazos. Pero también se mordió el labio y bajó los brazos cuando Naruto la miró con una ceja alzada—. De acuerdo. No me pidas que me vuelva su amiga, porque no lo haré. Pero la trataré como si no la conociera.

Naruto sonrió mientras agitaba los cabellos de Sakura como hacia cuando estaban en la escuela de policías.

—Te agradezco que me defiendas, pero no necesito que lo hagas. Sí, Hinata me lastimó. Pero ambos éramos críos. Espero que ella haya cambiado.. por lo menos algo—, murmuró con el ceño fruncido mientras volvía a abrir la carpeta de Hinata.

—¿Podrás hacer esto?— preguntó Sakura cuando él se quedó con la mirada en la foto del rostro de Hinata.

Naruto cerró la carpeta y levantó la mirada hacia Sakura.

—Si—, prometió—. Supongo que nos debemos una charla con Hinata. Tal vez, esta es la forma del destino de decirme que tengo que hablar con ella y cerrar ese maldito capítulo de mí vida.

 Tal vez, esta es la forma del destino de decirme que tengo que hablar con ella y cerrar ese maldito capítulo de mí vida

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