Sálvame
Hinata ahogó su llanto mientras su cadera golpeaba con la esquina de la mesada. En su desesperación la luz de la linterna apuntaba a cualquier lugar menos dónde ella se dirigía.
Puede que haya sido su miedo jugando con ella, pero juraba que escuchaba algo pesado arrastrarse tras ella.
Hinata se dejó caer de rodillas y gateo con desesperación hacia el otro lado de la mesada, buscando el compartimiento que había dicho Sakura. Ella apagó la linterna cuando está golpeó su luz en el techo, la puso en la cintura elástica del chandal y se maldijo interiormente por dejar la cuchilla en la sala. Pero... Si Sakura que había tenido un arma y estaba entrenada, no había podido detenerlo, ¿qué podría hacer ella?
Hinata abrió la puerta y comenzó a sacar distintas botellas de limpieza cuando un golpe duro se escuchó el la puerta de la cocina. Ella alargó la mano ciegamente y buscó la manija de la abertura.
-¡Hinata!
Ella se quedó paralizada cuando la voz de Hidan se escuchó por arriba de la lluvia, luego volvió a buscar la forma de abrir la abertura.
-¡A llegado nuestra hora, cariño!- gritó mientras arrastraba algo por el suelo. Hinata se ahogó con su propio llanto silencioso mientras los lentos pasos se acercaban a la mesada central-. ¡Dios nos espera!
Hinata jadeó cuando sus dedos encontraron una delgada rendija en una de las esquinas del mueble. Siguió la pequeña línea hacia abajo y encontró lo que parecía un pequeño recuadro con un hundimiento. Ella metió dos dedos y tiró con fuerza hacia afuera.
La abertura escondida se abrió, el viento entró con un silbido, tirando sus cabellos hacia atrás y mientras ella gateaba dentro las gotas heladas comenzaron a golpear su cara.
Hinata gritó a todo pulmón cuando un trueno golpeó la tierra y una mano cerró sus dedos con fuerza en su tobillo. Tomó aire y giró su cuerpo para estar boca arriba mientras pateaba con la pierna libre. Su pie calzado con una simple sandalia golpeó contra algo duro, pero Hidan seguía tirando hacia adentro de la casa mientras ella comenzó a gritar de nuevo.
-¡Ayuda!- gritó a todo pulmón con sólo el rostro fuera de la casa.
Hinata cerró sus ojos cuando las gotas golpearon su rostro, mojando todo en sólo unos pocos segundos. Alargó una mano, para trabar sus dedos en la pared y otra en el césped mojado mientras ella tiraba hacia fuera de la casa.
-¡No te resistas mí pequeña!- le llegó el gritó de Hidan a través de la tormenta y el fuerte viento.
-¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Ayuda!- gritó sin parar.
Ella gritó de dolor cuando algo duro, como un hierro, golpeó en su canilla que estaba pateando. Ese dolor la dejó casi sin fuerzas y con un empujón duro tenía la mitad del cuerpo dentro de nuevo. Ella lloró mientras sus manos iban a la linterna y la sacaba de su pantalón. Hidan dió otro tirón a su pie y estaba dentro de la cocina.
Entre las lágrimas lo vió parado allí, con una larga túnica negra mojada y su cabello claro húmedo y pegado a su cráneo. Llegó a distinguir un largo tubo metálico en su mano libre, mientras sus dedos estaban cerrados aún en su pierna.
-Hola cariño. Esto es por tu bien-, dijo mientras le daba un tirón más corto, para que estuviera lejos de la abertura.
Hinata apuntó la linterna y la encendió en su rostro, con la potencia máxima. Tuvo el resultado que esperaba, Hidan la soltó para taparse la cara y correrla a un lado.
-Dios-, gruñó.
Desesperada, Hinata se giró y gateo hacia el otro lado de la pequeña cocina. Se ayudó con los cajones para pararse y corrió, cojeo, hacia la salida de la cocina. Tenía frío, su ropa estaba mayormente mojada, y uno de sus pies dolía miserablemente, pero cuando llegó a la puerta de la cocina gritó cuando algo se encastró contra el delgado panel. Hinata miró un segundo, para notar que era el largo metal que había tenido Hidan en su mano.
Ella siguió.
Apuntó un segundo al pasillo, notando el largo brazo blanco aún en la misma posición. Se tragó su gemido mientras se dirigía a la puerta. Logró abrirla, el viento casi tirándola hacia atrás, pero se precipitó hacia fuera. Antes de que ambos pies estuvieran fuera de la casa, unos dedos atraparon su cabello y tiraron hacia atrás.
Hinata gritó mientras caía sobre su espalda por la fuerza inesperada.
-Te enseñaré el temor de Dios y el castigo por desobedecer- gruñó Hidan mientras la arrastraba desde su cabello para entrar de nuevo a la casa.
-¡Estás loco! ¡Ayuda!- lloró-gritó.
Sus manos fueron hacia arriba, pero no llegaba a alcanzar las pinzas que eran los dedos de Hidan en su cabello. Gritó y gritó, pidiendo ayuda, hasta que de repente algo golpeó su rostro. Él dolor reventó como venganza, dejándola media laxa en el suelo, sus manos cayeron al suelo y otra vez la golpearon.
Hinata nadó entre la consciencia y la inconsciencia, su nuca golpeó contra el suelo cuando Hidan la soltó. Ella agitó su cabeza, intentando salir de su estupor mientras él pasaba por arriba de ella y cerraba la puerta, peleando contra el soplido del viento.
A pesar del profundo y punzante dolor de la mitad de su cara, obligó a su cuerpo a girarse y se ayudó con sus manos adoloridas a arrastrarse hacia el pasillo. A penas había hecho unos pocos centímetros cuando manos frías y húmedas la tomaron de la cadera desnuda y la giraron en el suelo.
Corrió la cara a un lado y levantó sus brazos inútiles para pelear, dando manotazos débiles a las manos que estaban sobre su cuerpo. Un pitido más fuerte que la lluvia estaba en su oído dañado y podía sentir como uno de sus ojos comenzaba a hincharse. Gimió cuando manos duras golpearon las suyas, mientras un peso se instalaba en sus muslos.
-Basta pequeña, debo limpiar donde sea que ese impura bestia te tocó.
Ella corrió la cara a un lado cuando su asquerosa mano la toco en su lado sano. Nunca espero la abofetada que le dió de lleno en la mejilla.
-¡Compórtate!
-Iras al infierno-, murmuró Hinata con dolor, el miedo dando lugar al enojo.
-¡NO!-, gritó Hidan en su rostro, ella tenía los ojos cerrados pero podía sentir su aliento golpear en su cara. Una mano dura se cerró en la coronilla de su cabeza, apretando sus dedos para tomar mechones de cabellos. Ella gimió cuando levantó su cabeza y la golpeó contra el suelo-. ¡Si no te limpió, tú irás al infierno! ¿No lo entiendes pequeña? ¡Estoy salvándote!-, gritó para soltar su cabello y cerrar sus dedos en su cuello.
Hinata abrió la boca cuando la presión llegó, su garganta se cerró como en una tenaza, ruidos ahogados salieron mientras arrastraba sus pies sobre el suelo, buscando la forma de sacarlo de arriba de ella. Sus uñas se clavaron en la mano, pero lo único que sirvió fue para que los dedos se apretaron más fuerte en su tráquea.
-Naruto..- gimió con su último intento de gritó.
Una fuerza desconocida la golpeó y peleó más duro, peleando por aire, levantó las caderas intentando sacárselo de encima. Corrió su cuerpo a un costado, pero nada parecía servir. Sus manos tantearon, subiendo por su torso desnudo hasta que llegó a su cara. Hinata intentó clavarle las uñas en el rostro, pero él se apartó fácilmente.
La fuerza desconocida se escapó de sus dedos con la misma rapidez que había llegado. La negrura comenzó a nadar por su único ojo bueno. Puntos brillaron en su visión mientras veía el rostro transformado de Hidan sobre ella.
¿Eso sería lo último que vería?
Se preguntó cuando la oscuridad la reclamó...
ESTÁS LEYENDO
Destino
RomanceHinata quería disculparse por su mal comportamiento en su adolescencia con su único amor. Naruto no puede siquiera verla, está lastimado profundamente. ¿Pero será una mala jugada del destino que un asesino en serie que está investigando Naruto haya...