Nota

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Nota

Tres días después

Hinata entró en su oficina con cansancio. Había pasado dos noches infernales, entre el miedo y las cosas que le despertaba Naruto, no había podido descansar nada. Las ojeras bajo sus ojos era la prueba de lo mal que lo estaba pasando.

Sabía que siempre tenía policías siguiéndola, no los había visto, pero podía sentirlos. No había vuelto a cruzar a Naruto y agradecía ello. Él día anterior había tenido una sesión con Kurenai, donde le explicó todo lo que estaba pasando con la nota y como Naruto resultó ser el detective en jefe del caso. Su terapeuta le dijo que si no se sentía cómoda, podía pedir al jefe de Naruto para que pusiera a otro hombre en su lugar, ya que él no había actuado con profesionalidad. Hinata dijo que lo haría, aunque no lo creía. Puede que Naruto haya sido un idiota, pero suponía que hacía un buen trabajo porque él tenía su número y su dirección y en ningún momento volvió a buscarla.

Hinata se sentó en su escritorio, y prendió su monitor mientras dejaba la taza de café en la pequeña mesa. Abrió el cajón para sacar su teclado y se quedó congelada al ver un papel blanco. Frunció el ceño y lo sacó, su dedos temblaron cuando abrió la nota.

"Él no podrá salvarte. Está escrito, dulzura. Serás mía muy pronto..."

Hinata soltó la nota como si estuviera apunto de quemar sus dedos, sin terminar de leerla, y se tapó la boca cuando le dieron náuseas. Corrió su silla con ruedas lo más lejos posible de su escritorio y tembló mientras miraba hacia la única abertura de su pequeña oficina. La puerta.

Él había estado allí...

Él había tocado sus cosas...

Posiblemente se había sentado en su silla.

Ella pego un pequeño chillido mientras se levantaba y se tambaleaba hacia donde había colgado su bolso y salió de la oficina. Bajó la mirada al suelo mientras caminaba rápidamente hacia el baño, buscando un lugar seguro. Podía sentir como todas las miradas se clavaban en ella. Empezó a ver miradas raras en personas que jamás había sospechado. Sus viejos compañeros la observaban caminar, pálida y algo mareada.

Pudo respirar un poco mejor cuando se encerró en el pequeño cubículo y se sentó en el retrete tapado. Todo su cuerpo temblaba, así que no le pareció extraño que le costará tanto agarrar su teléfono. Ella sollozó en silencio mientras buscaba el número del detective Inuzuka, que se lo había ofrecido cuando le pidió perdón por parte de sus compañeros. Le dijo que lo llamara por cualquier cosa que necesitaba y si Namikaze volvía a comportarse de esa manera, prometiendo que él se haría cargo de cualquier problema.

Se llevó el teléfono a la oreja mientras se tapaba la boca con la otra mano, su estómago apenas lleno con unos sorbos de café se revolvió como si estuviera en una batidora. Su corazón golpeó dolorosamente entre sus costillas, haciéndole saber qué estaba viva y muy asustada.

—Detective Inuzuka— contestó al tercer tono.

—Hola..— tartamudeo con voz rota Hinata, sin ser capaz de decir otra cosa ya que su garganta se cerró con un enorme nudo.

—¿Señorita Hyūga? ¿Es usted?— Hinata soltó un ruido cuando quiso contestar, la voz de Inuzuka se volvió profunda—. Tranquila, ¿Está en su oficina? Tenemos a una patrulla cerca de su edificio, sólo hágame saber si necesita que estén allí.

—Baño..— murmuró.

— Estarán allí en unos minutos. No se mueva, ni me corte...

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