Presentimientos
Naruto estuvo tensó apenas entró en la iglesia. El lugar era algo lúgubre, frío, tenebroso.
Hinata estaba quejándose de estar todo el día encerrada, y estaba con ganas de salir. Primero habían ido de compras, para que luego ella le exigiera que la llevara a la iglesia. Naruto no le había gustado mucho la idea, su instinto le gritaba que se mantuviera alejado de allí. Pero no podía negarle esas cosas a Hinata, ella había vuelto a hacer ese mohin que lo volvía loco.
La misa o como sea que se llamará ya había empezado cuando ellos entraron. Había bastante personas y Hinata saludo con la mano a unos pares mientras caminaba para sentarse casi a la mitad de los asientos.
Naruto se mantuvo en su espalda, mirando a todas las direcciones, sin poder evitar sentir ese escalofrío que baja por su nuca. No encontró ninguna mirada maliciosa e intentó relajarse cuando se sentó al lado de Hinata en el banco de madera incómodo.
Hinata apretó su biblia al lado de él, con su mirada en el hombre que hablaba con voz fuerte pero tranquila. Naruto miró hacia adelante, notando que él hombre le dió una mirada rápida antes de desviarla a sus otro oyentes.
Escuchó, un poco. El diácono de tal vez unos 30 a 40 años, estaba hablando del papel de la mujer en la iglesia, de la sumisión que debía mostrar a su padre y luego a su esposo. Naruto frunció el ceño, al notar como apretaba sus manos en la madera donde tenía apoyada una enorme biblia. Eso le hizo prestar más atención, pero el diácono cambio de tema a los hijos.
Naruto sintió una mirada y comenzó a buscarla por los costados, notando que a un costado del altar dónde estaba el diácono dando su misa, había una silla y un hombre mayor, de tal vez 40 a 50 sentado. Él subió una ceja al ver un obispo. No había visto muchos por allí.
Sus tripas de revolvieron cuando notó que su mirada estaba en Hinata. Él, de manera instintiva y algo provocativa, rodeó los hombros de la concentrada Hinata, y la pego a su costado. Hinata se apoyó en él, pero Naruto logró su cometido.
El obispo lo miró con el ceño fruncido.
Naruto sostuvo su mirada oscura, notando que parecía muy altanero sentado en lo que parecía un trono. Hacia mucho tiempo que no iba a una iglesia, aunque su educación fue en una escuela católica.
Se quedó con la mirada clavada en él, hasta mucho después que él la desvío hacia otro lado.
¿Él había sentido esa misma mirada?
Cuando había sido pequeño, le había tenido algo de miedo al cura de su pequeña parroquia. Tenía algo que le molestaba, hablaba constantemente del infierno y como serian quemados allí si no obedecían a Dios. Su madre había sido religiosa, pero cuando estuvo cerca de los 10 años, ella no lo dejó ir más a catequesis. Seguían llendo a la iglesia, como familia a veces, y aunque el cura le decía a su madre que lo llevará, ella nunca más lo hizo.
Cuando cumplió los 20 supo el porqué.
Él había sido pederasta. Había abusado de unos cuantos de sus compañeros, su madre nunca lo había sabido con seguridad, pero había visto algunas miradas que le habían hecho sentir incómoda. Ella lo salvó de un seguro abuso.
Desde allí, no se acercó a una iglesia. Sabía que no todos los curas eran malos, pero prefería servir a Dios a su manera. Después de todo ¿justo él que era el que hacía que los malos la pagarán, no merecería un pedacito de cielo?
Los cabello de su nuca se crisparon, sus brazos reventaron en piel de gallina, haciendo que girará la cabeza hacia atrás con rapidez. Su mirada se afiló en otro hombre, de su edad, ojos claros y fríos lo observaron con altanería hasta que de repente Naruto saltó cuando la gente comenzó a aplaudir.

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Destino
RomanceHinata quería disculparse por su mal comportamiento en su adolescencia con su único amor. Naruto no puede siquiera verla, está lastimado profundamente. ¿Pero será una mala jugada del destino que un asesino en serie que está investigando Naruto haya...