Capítulo 5: El Templo y el Río

32 3 2
                                    


N/A: Antes de empezar, quiero comunicar a todos mis lectores que me voy a tomar una semana de descanso del fic. Este último capítulo no tiene toda la calidad que me gustaría que tuviera, así que creo que descansar un poco y reemprenderlo después con más ganas es mejor que estar obligándome a escribir capítulos con cada vez peor calidad. El próximo capítulo saldrá dentro de dos semanas en lugar de una. Muchas gracias por seguir aquí y apoyarme. Nos vemos <3

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Un peso en el pecho que no le dejaba respirar lo despertó. Gruñendo, intentó débilmente quitárselo de encima, pero el esfuerzo era demasiado para alguien que estaba recién despierto. Empezaba a hacer calor, a pesar de notar que el yukata solo se mantenía en su sitio gracias a la tenacidad del cinturón. Algo peludo le hacía cosquillas en el cuello y una respiración húmeda golpeaba contra su clavícula. Abrió un ojo, sabiendo que ya no podría volver a dormirse, y vio a Yamada con la cabeza apoyada en su hombro y con una pierna y un brazo echados por encima de él. Un mechón de pelo, que le caía por encima de la mejilla, se movía al ritmo de los suaves ronquidos. Con una mano, se lo retiró con cuidado de no despertarlo. Así de cerca, podía contar una a una las pestañas rubias y espesas y hasta se dio cuenta de que el sol estaba haciendo aparecer pecas sobre el puente de la nariz.

Salió de su ensimismamiento cuando Yamada suspiró suavemente y lo estrechó más contra él en sueños. Mordiéndose el labio inferior, decidió que era momento de salir del futón para no correr el riesgo de que Yamada lo pillara mirándolo tan intesamente. Se quitó la pierna de encima y le levantó el brazo mientras deslizaba con cuidado el suyo de debajo de él. Al levantarse, se aseguró de taparlo para que no le diera frío y se recolocó bien el yukata. Todavía era temprano, pero la cocina del hotel ya estaba abierta. Decidió ir a por el desayuno y llevárselo a la habitación. Cuando llegó al restaurante del hotel, hizo su pedido y se sentó a esperar. El comedor estaba casi vacío, con apenas un puñado de personas repartidas por las mesas, todas silenciosas e intentando combatir el sueño y las legañas con café. Quizás gracias a eso su comida no tardó mucho en estar lista y uno de los empleados, por insistencia de éste, lo acompañó hasta la habitación. Allí en la puerta se despidió de él y entró solo.

Yamada estaba recién levantado, pues se estaba frontando los ojos y todavía llevaba el pelo y la ropa revueltos. Aizawa tragó saliva cuando las sábanas resbalaron y revelaron una pierna desnuda que asomaba entre los pliegues del yukata. Desvió los ojos y se dirigió al armario para sacar la mesa, sobre la que después colocó la comida.

—He traído el desayuno. ¿Tienes hambre?

—Me comería un supermercado entero —, dijo Yamada con un bostezo y recogiéndose el pelo en la nuca.

—¿Incluyendo las coles de Bruselas? —, preguntó con una sonrisa mientras se sentaba.

—A ver, seamos razonables...

Desayunaron tranquilamente, viendo cómo el sol iluminaba poco a poco la habitación. A través de la puerta que daba a las termas privadas, se podía oír a los pájaros trinar cada vez más alto, saludando al nuevo día. No tardaron en terminarse la comida y, tras dejar los platos apilados en la puerta de la habitación, abrieron la puerta que daba a las termas privadas y salieron a sentarse en el escalón de piedra, a ver el viento agitar las ramas de los árboles que rodeaban la casa de huéspedes. Yamada bostezó otra vez y se estiró antes de romper el silencio.

—Bueno, basta de tomar el sol como si fuéramos dos viejos ¿Hoy qué te apetece hacer? Tenemos todo Senboku para ver.

—Quisiera solo dar una vuelta por la ciudad. Y quizás visitar el lago.

Japanese RoadtripDonde viven las historias. Descúbrelo ahora