Capítulo 6: Moomin Valley

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La mañana despertó a Aizawa con unos ojos pesados y un dolor debilitante de cabeza. La alarma penetrante del móvil de Yamada le taladraba los oídos. Sacó la cabeza de entre las sábanas y el sol le provocó ardor en los ojos. Al otro lado de la habitación, Yamada gruñía como si agonizara mientras buscaba con una mano el teléfono. Finalmente, consiguió apagarla para alivio de ambos y se desplomó sobre la almohada. Con los ojos entrecerrados, Aizawa cogió su propio teléfono para comprobar la hora. Era bastante tarde, excepto para alguien que se había dormido casi al amanecer y para otro alguien que había estado bebiendo la noche anterior.

Suspirando, se levantó de su futón y se fue a asearse. Al mirarse en el espejo, hizo una mueca al ver las ojeras oscuras y marcadas y los ojos hinchados y enrojecidos. Solo tenía ganas de meter la cabeza en un cubo con hielo e intentar dormir un día entero. Pero Yamada había hecho planes para visitar la región y no quería ver su cara de decepción al negarse a salir. Así que tuvo que conformarse con lavarse la cara con agua fría e intentar peinarse el pelo húmedo. Todavía tenía las grandes ojeras resaltando en sus ojos, pero al menos tenía la cara menos hinchada.

Volvió a la habitación y se encontró a Yamada todavía en el futón con la manta tapándole la cabeza. Al acercarse, lo escuchó lloriquear y quejarse bajo la almohada.

—¿Por qué me dejaste beber tanto?

—Porque tú querías beber tanto.

—Tenías que haberme parado.

—¿Y arruinarte la resaca? —Se apartó cuando Yamada sacó una mano traicionera e intentó pegarle.

—Eres un amigo cruel y horrible.

—Yo pensaba que era tu mejor amigo y la persona más importante de tu mundo.

—... —Yamada levantó la sábana hasta que hizo contacto con los ojos de Aizawa— ¿¡No fue un sueño!?

—Oh, no. Fue todo muy real. Me lo dijiste a la cara.

—Por favor, acaba con mi agonía —, lloriqueó Yamada mientras volvía a taparse con la manta.

—No puedo hacer eso —, respondió conteniendo la risa.— Verás, como soy tu mejor amigo y la persona más importante de tu vida, voy a ser bueno y voy a ir a comprarte medicinas a la farmacia más cercana. Y lo voy a hacer porque hemos planeado hacer senderismo hoy y sé que estabas muy entusiasmado por hacer esta ruta. Y cuando vuelva —, se levantó con un gruñido,— quiero que estés vestido y con la cara lavada. ¿Entendido?

—Eres un monstruo con cara de corderito ojeroso. —Yamada levantó de nuevo la manta.— Gracias.

—De nada. También eres mi mejor amigo, ¿recuerdas? —, dijo con una sonrisa.— No tardaré, así que no te vuelvas a dormir.

—Hmmm.

Aizawa salió de la habitación, dejando solo a Yamada con su agonía. La falta de sueño le taladraba las sienes, así que cuanto antes consiguiera las medicinas, mejor. Sacó el móvil del bolsillo y buscó una farmacia cerca del hotel.

Armados con gafas de sol y tras un buen desayuno a base de café y pastillas para el dolor de cabeza, Aizawa y Yamada conducían de nuevo en la camper por las carreteras de Semboku. El sol brillante le agujereaba el cerebro a pesar de los cristales oscuros, pero el aire fresco que la tormenta de verano había dejado esa noche le aliviaba el golpeteo que sentía en las sienes. Yamada debía de sentirse igual o peor, teniendo en cuenta la cantidad de sake que bebió la noche pasada, pero no lo aparentaba en absoluto. De no ser porque al final sí que tuvo que arrancar a Yamada del futón, jamás hubiera imaginado que estaba de resaca con lo mucho que estaba hablando. Aizawa sacó el brazo por la ventanilla abierta mientras escuchaba de fondo a un entusiasmado Yamada hablar de su destino:

Japanese RoadtripDonde viven las historias. Descúbrelo ahora