Capítulo 10: Vuelta a Casa

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Unos golpecitos en la puerta despertaron a Aizawa. Se soltó de la almohada que estaba abrazando y se desperezó. Había sido la única noche que había conseguido dormir desde que llegaron al hotel. A su lado, Yamada se removía en su futón, medio despierto. Aizawa se levantó pesadamente, con el móvil en la mano, y abrió la puerta. Una de las empleadas del hotel lo saludó con una reverencia.

—Buenos días, señor. Lamento mucho si lo he despertado.

—Buenos días —, farfulló Aizawa conteniendo un bostezo.

—Venía a recordarles que han reservado la habitación hasta hoy, pero si quieren podemos dejársela un día más.

—No, no, nos iremos hoy. ¿Por qué ha venido a decirme esto? —, preguntó arqueando una ceja.

—Es que el plazo para el checkout acaba en una hora. —La empleada esbozó una sonrisa incómoda, como si lamentara darle esa noticia.— Si no se marchan antes del fin de entonces, tendremos que cobrarle otro día más. Lo siento mucho, señor.

—No puede ser tan tarde... —Al bajar la mirada al móvil, vio que era muchísimo más tarde de lo que se esperaba; parecía que los ojos se le iban a salir de las órbitas.— O sí. No se preocupe, nos iremos lo más rápido posible.

—De nuevo, siento mucho haberles molestado, señor.

—No, soy yo el que siente haberle causado problemas al hotel. Muchas gracias por avisarnos. —Aizawa se despidió inclinándose.

—Los espero en recepción entonces. Que tengan un buen día. —Y con otra reverencia, la empleada se marchó por el pasillo con paso apresurado mientras Aizawa cerraba la puerta.

Aizawa se giró a Yamada para decirle que empezara a vestirse, pero se lo encontró dormido de nuevo. Se acercó a la cama y, con el pie, lo empujó con fuerza suficiente como para hacerlo rodar de la cama. Yamada ahogó un grito y rodó hasta golpear la pared con un ruido seco. Se incorporó quejándose y frotándose la cabeza.

—¿Y esto a qué viene?

—Date prisa y prepárate para salir; tenemos una hora —, respondió Aizawa al tiempo que rebuscaba en su bolsa hasta conseguir ropa limpia.

—¿Por qué tanta prisa? —Lentamente, Yamada lo imitó.

—Porque si no, te cobrarán otro día más.

—¡Imposible! Me puse una alarma para levantarme tem- —Se interrumpió al ver que su móvil estaba sin batería.— ... Holy shit, better hurry.

Los dos se turnaron para asearse rápidamente y se aseguraron de que no se dejaban nada en la habitación antes de cerrar sendas maletas y salir de allí. Por desgracia, era ya demasiado tarde para desayunar en el hotel así que, una vez pasaron por la recepción para devolver la llave, buscaron una cafetería. Al poco tiempo, salían de allí con una bolsa de pastelitos y dos tazas de té y subían a la camper, dispuestos a reemprender el viaje. Aizawa guardó las maletas mientras Yamada se sentaba tras el volante y sacaba la ruta en el móvil, el cual había puesto a cargar por fin. Aizawa se asomó por encima de su hombro.

—Es un viaje largo. ¿Necesitarás que te releve conduciendo?

—Nah, tranquilo. Si hacemos paradas regulares, aguantaré.

—¿Estás seguro? —Aizawa tomó asiento a su lado.

—Sí, claro. Eso sí... —Bajó la voz y se llevó una mano a la nuca.— Tendremos que acampar esta noche. Es mucho camino para hacerlo en un día. Lo siento.

—No te preocupes. Tenemos todavía días de vacaciones de sobra. Además, no es como si no hubiéramos dormido en la misma habitación toda nuestra estancia.

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