La siguiente historia contiene violación, cero romantización de la misma y personajes retorcidos
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Había estado todo el día dándole vueltas al asunto. Él, sin duda, estaba a punto de cometer la mayor locura de su vida, pero suponía que podía ser valedera si se tenía en cuenta de que eso lo haría feliz. Y estaba loco, la gente hablaría, pasaría el resto de sus días en la cárcel. Pero, ¿a quién le interesaban sus opiniones?
Quiso no hacerlo a último momento. Tenía veinticinco años y ese chico dieciséis años, se iba a meter a su casa y lo haría suyo. Le arruinaría la vida. La policía tomaría las riendas de su futuro, y ya se podía ver a sí mismo en cuatro paredes, encerrado y muriéndose del aburrimiento. Ya había sopesado las consecuencias, solo por un placer momentáneo. Sin embargo, lo anhelaba. Se arruinaría su vida... pero, por otro lado, sin él, no había vida, y quizá si solo aprendiera qué era despertar a su lado, el recuerdo podría funcionar como cura (o alcohol en una herida) cuando todo se le viniera encima. Había escuchado que si dolía se podía nombrar amor.
Se convertiría en la deshonra de la familia, en el típico sujeto que acababa con la buena reputación socialmente hablando. Todos en sus familias tenían de esos. Pero Park Jimin era un chico espléndido, lo había cautivado desde el primer momento que lo había visto.
Desde entonces, sus experimentos de las tardes pasaron a segundo plano, toda su atención en la investigación profunda de la vida privada del adolescente. Sabía todo de él con ayuda de su talento en la ciencia de la deducción, pero, también, vigilando su ventana siempre que tenía tiempo (y para él, un universitario en paro que acostumbraba a resolver crímenes por evitar el aburrimiento, totalmente mantenido, significaba a todas horas). Agradecía la buena posición económica en la que se encontraban sus padres.
Habían pasado seis meses desde que él había parado frente a sus ojos. Un compañero de clases del pequeño los había presentado. Su hermano mayor, el inteligente, era tutor del compañero y, por tanto, el chico lo conocía. Ese día estaba en La Morgue tratando de resolver uno de sus experimentos químicos y la llegada de aquel tímido rubio de ojos rasgados y con aura pacífica y sumisa, le llamó la atención totalmente.
Fue a su casa cerca de la media noche, se subió a un árbol gigante que daba con la ventana de su habitación y lo miró mientras este tarareaba una canción con sus auriculares en los oídos. Como una hora y media después, él comenzó a quitarse la ropa.
V solía no conseguir erecciones como si de respirar tratase, pero en aquellos meses vigilando al chico, su cuerpo reaccionaba totalmente diferente. Y se había dado cuenta de que quería tener sexo, pero no penetrar a cualquiera, no. Penetrarlo a él. Al inocente joven que no era tan inocente en privado. Aun cuando su tiempo de adolescente ya había sido pasado, el chico lograba despertar en él una chispa indescriptible, incluso para su coeficiente intelectual por encima del promedio.
Nuestro protagonista era obstinado, y no paraba hasta conseguir lo que le apetecía. Simplemente no tenía ganas de luchar contra sus impulsos.
Lo haría suyo. Incluso si el chico no quería.
Verlo en la escuela entablar conversaciones con sus amigos y compañeros era un martirio para él, por eso decidió raptarlo. Porque, ¿acaso él no podía disfrutar de su rubiecito también? Disfrazarse para entrar a su instituto no era trabajo fácil; pero hacía todo lo posible para espiarlo, se lo merecía. Por suerte, V siempre se había destacado en clase de Teatro.
Estaba obsesionado. Loco. Pero... de amor. Sentía que lo amaba. Y haría que el chico lo amara también.

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Psicosis | VMin
Hayran Kurgu¿Qué distancia hay entre el amor y la obsesión? V podría jurar que ama a Jimin. Lo tiene que tener, porque le pertenece; así que secuestrarlo parece la opción más lógica, y conseguir que sus sentimientos sean recíprocos su único propósito. - VMin |...