Narra Dylan.
Mientras iba a casa intentaba saber qué era lo que había pasado, solo fue un corto acercamiento, aunque no había tenido una conversación de esta manera, hace mucho tiempo.
—Gracias— Baje del auto, aun con su saco sobre mis hombros, ¿Cómo es que con un simple saco, igual de mojado que el mío, me hacía sentir abrigado?.
—Joven Dylan, su madre aun no llega, pero la cena está lista— Me miró de arriba abajo y después mostró una ligera sonrisa. —¿Fue una buena noche?—
—Solo seguí el consejo de mi madre y comencé a ser su amigo— Le entregué el saco y ella lo tomó con vigor. —Esto es suyo, ¿Podrías lavarlo, por favor?—
—Con gusto— No dijo nada más y salió del lugar.
Subí a mi habitación, me cambié la ropa mojada y dudé en enviar un mensaje a Pablo, ya que al entrar en la conversación, pude ver que no había respondido a mi anterior mensaje.
—Joven Dylan, ¿Se puede?— Le respondí que sí y ella inmediatamente entró. —Le subí la cena— Con ella traía una bandeja donde claramente estaban mis alimentos. —Dígame, ¿Cómo es el joven?— La invité a sentarse en la silla de mi escritorio para poder charlar.
—Es misterioso, aunque tampoco para tenerle miedo— Ella río. —Es agradable, hace mucho no tenía una conversación tan fluida con alguien que no fueras tú— volvió a reírse.
Seguí contando acerca de mi día, incluso le dije lo que Karen me había hecho y dicho.
—Ella no te merece, necesitas a alguien que te valore y que no te traicione—
—Él me dijo algo parecido— Y fue ahí donde supe que de verdad valía la pena, ya que si me decía lo mismo que mi mejor amiga, era una buena señal.
—Pues ahora me cae incluso mejor— Se levantó de su silla. —Buenas noches joven Dylan, espero pueda seguir fomentando esa amistad, yo debo retirarme—
—Buenas noches Linda— Salió de mi habitación y me dejó pensando en todo lo que el día de hoy ocurrió.
Narra Pablo.
La noche estaba en su esplendor, tan negra que las estrellas dejaron de verse. Y no es que las estuviera viendo, en realidad yo estaba soñando.
Me encontraba en mi habitación, aunque no era en la actual, fue de la que hui, estaba idéntica, como si nada en ella hubiera cambiado.
—Es hora de bajar, ya llegaron tus invitados— Mi padre estaba en el umbral de la puerta, yo me acercaba lentamente a él, esto no era un sueño, estaba viviendo un recuerdo y no quería estar aquí. —¡No puedo creer que mi muchachito ya tenga diecisiete años!— Se acercó tan rápido que no pude alejarme, me abrazó con fuerza, tanta que incluso pudo levantarme del suelo.
Salí de la habitación acompañado de él, y al bajar las escaleras pude ver a todos, de nuevo, mis amigos, a Carlos, mi primer novio, junto a toda mi familia, era momento de decirles.
—¡Felicidades!— Gritaron todos al unísono.
Me acerqué a ellos, los saludé, mientras recibía sus obsequios.
—Felicidades, ahora eres más anciano— Extrañe tanto su voz, que me sorprendió volver a escucharla incluso en mi propio sueño. Y fue ahí cuando me abrazó, sentí que todo se había detenido, que estaba a salvo.
—¿Puedo hablar contigo afuera?— Salí con él detrás mío, me aleje un poco de la puerta y rápidamente le di un beso, el cual él recibió, gustoso. —Hoy es el día, estoy seguro de lo que soy y te agradezco que estés aquí—
—¿Estás seguro de ello?— Me miró dudoso, tenía miedo de lo que podría pasar, se notaba en su expresión y tenía, toda la razón.
—Estoy tan seguro, de querer besarte, sin tener que salir de la fiesta— Me sonrió, tomé su mano y volvimos a entrar, aunque antes de cruzar la puerta, tuve que soltarlo.
El evento transcurría rápido, era momento de cortar el pastel, todos estaban a mi alrededor, tenía la atención de todos, no había mejor oportunidad para decir la verdad.
—Primero que nada, muchas gracias por todo esto, quiero decir que los amo mucho, a todos, pero tengo una noticia que darles— Tenía los nervios a flor de piel, mis manos sudaban, e incluso mi garganta estaba seca. —Hoy que cumplo diecisiete años, he decidido que es momento de decirles algo muy importante sobre mi, pero que sin embargo no cambia nada en como me conocen, y es que soy Gay— Las palabras se hacían un nudo en mi garganta, todos se quedaron en silencio, pero eso no fue lo peor, al momento de querer buscar apoyo en mi novio, no lo encontré entre toda la gente, se había ido.
"Carlos Ruiz te ha enviado un mensaje"
Fue casi al instante de haberme dado cuenta de que ya no estaba entre nosotros. Lo abrí y no era la respuesta que esperaba, no al menos de su parte.
—"Lo siento, estoy feliz por ti, pero aún no estoy listo para decir quien soy"—
Iba a responderle, pero me había bloqueado, se había ido, definitivamente.
Por otro lado, los que sí estaban aquí, no se lo tomaron tan bien, al momento en el que el silencio desapareció, comenzaron los murmullos; "Resultó Maricon", "Ya lo sabia, solo ve como se comporta", "Vaya decepción", "Ojalá no se le pegue a los pequeños, los puede contagiar".
Aunque lo peor de todo, no fue la reacción de familiares que solo veía una vez al año, fue la manera en que mi padre, rompió una botella, al arrojarla contra la pared, mientras se acercaba a mi, de una manera amenazadora.
Me tomó del brazo, para obligarme a subir a mi habitación, arrastrándome, dejándome incluso las marcas de sus dedos sobre mi piel.
—¡Estas idiota, si crees que voy a aceptar un Marica en la casa!— No solo era el alcohol, de verdad no estaba de acuerdo.
—No es nada malo papá, es solo una...— No me dejo responder, antes de que pudiera terminar mi oración, me soltó un golpe, el cual me hizo sangrar por el labio. Y después dejó otro, y otro, y otro.
Me volví a sentir débil, tanto así que solo me dejo tirado sobre el suelo, agonizando de dolor, con el rostro mojado, no solo por lágrimas. Pero eso solo fue el comienzo de su tortura.
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Besos En Mis Cicatrices.
Teen FictionEres alguien que sigue dentro de mí, lastimando cada parte de mi interior. A veces pienso que olvidaste que yo también soy una persona, que mi corazón late igual al tuyo. Y es gracioso, porque tu junto con ella fueron quienes formaron este corazón...