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Narra Pablo.

No sabia cuanto tiempo paso, mientras me miraba en el espejo, recorriendo cada marca que se me hubiera creado en el cuerpo, por culpa de Oliver.

—¡Aquí estás!— Reconocí su voz, sin tener que mirar su rostro, era él, mi acompañante, por fin me había encontrado. No dije nada, permanecía estático frente al espejo. —¿Qué te pasó?, ¿Quién te hizo eso?— Seguía sin responder, y fue ahí que sentí como sus brazos me rodeaban con fuerza, ignorando por completo mi ausencia de la realidad.

—¡Es tu culpa!, ¡Es tu puta culpa!— Forcejee para que me soltara y así lo hizo. Se alejó de mí, al ponerse de pie e hice lo mismo, para seguir enfrentándolo. —¿¡Por qué tenías que haberme dejado solo!?— La sabana se iba quedando atrás, mientras yo avanzaba hacia el. Dejando al descubierto, mi pecho al igual que el hecho de que solo me encontraba en ropa interior, y ciertas manchas rojas, tanto en mi ropa como en la misma sábana.

—No sé de qué hablas, yo no tengo nada que ver con esto, ¿Qué fue lo que pasó?— Mis pasos se acercaban a él, así como los suyos se acercaban a mí, los míos llevan furia y pena, los suyos compasión y empatía. Al estar lo suficientemente cerca de él, comencé a golpear su pecho, pero seguía débil y un tanto mareado, aunque ahora ya no solo por el alcohol.

—Él...— No podía ni decirlo, dolía incluso más que la primera vez que me hicieron esto. Solo caí sobre sus brazos, los cuales me tomaron y junto conmigo cayeron al suelo.

—Tranquilo, estoy aquí contigo— Estaba sentado sobre una de sus piernas, dejé de preocuparme por lo que pudiera estar pasando alrededor, incluso de lo que me habían hecho.

—Por favor, nunca te vayas— Lloraba en su pecho, el mismo que minutos antes había golpeado, culpando de algo, que evidentemente, no era culpa suya.

El tiempo pasaba de una manera lenta y consoladora, me ayudó a volver a vestirme e ignoro que mi trasero hubiera sangrado, simplemente, tomó mi mano, bajamos y después de una búsqueda rápida, él logró ver a Oliver.

—¡Oye, idiota!— Todos giraron, incluso Oliver, quien estaba con Montse de una manera muy cercana.

—¿Qué pasó?— Su semblante era "superior", soberbio e incluso orgulloso, como si supiera lo que iba a hacer. —¿Ya te dijo lo bien que la pasamos tu noviecito y yo?— Comenzó a reírse, no quería generar un problema, aunque algo dentro de mi, hervía por decir la verdad de los hechos.

Pero no lo hice, tenía miedo de lo que podría pasar y de él en realidad. Dylan no respondió nada, solo se acercó a Oliver y de un solo golpe le rompió la nariz, o al menos eso era lo que comenzó a gritar después de tirarse al suelo y cubrir su rostro.

Salimos del lugar, subimos al auto de Dylan y nos fuimos en dirección a mi casa.

—¿Puedo pedirte un favor?— No baje del auto, a pesar de llevar minutos frente a la entrada, solo miraba mis piernas, mientras mis manos sudaban e intentaba no llorar.

—Siempre— Pero él seguía conmigo, paciente a lado mío.

—Por favor, no le digas nada de lo que pasó a mi madre, no quiero que se haga algo más grande, por favor— Pocas lágrimas bajaban por mis mejillas, las únicas que lograron salir.

—No haré nada que no quieras, pero deberías decirlo, poner una denuncia si es necesario— Su mano estaba sobre mi hombro, su mirada me analizaba. —¿Estarás bien?— ¿Por qué tuvo que haber terminado la noche así?.

—Lo estaré, lo hablaré en terapia, estoy bien, solo no estoy listo para decirle a mi madre, pero se lo diré, algún día, te lo prometo— Puse mi mano sobre la suya y le sonreí, él me devolvió la sonrisa y asintió.

Besos En Mis Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora