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Narra Pablo.

Los meses continuaron pasando, logramos terminar el colegio, solo quedaba nuestra graduación. Nuestra relación dentro de la escuela pasó a ser olvidada por todos, y es que dentro de esa página, surgía un nuevo chisme cada semana.

Por otro lado, Carlos y Karen, habían quedado atrás, de manera definitiva. Estaba en mi mejor momento, la graduación sería dentro de dos días, mi novio me tenía una sorpresa, incluso me habían dado de alta en terapia y Oliver continuaba en retención.

—¡Estoy tan feliz por ti mi amor!— Sus labios besaban mis mejillas con furor, llenos de emoción y cariño en cada uno de ellos. —Has podido superar todo, estoy orgullosa— Mi madre estaba esperándome fuera del consultorio.

—Y todo gracias a ti— Salimos de ese lugar, al salir me fue inevitable voltear a donde me encontré a Oliver, sintiéndome aliviado por no verlo de nuevo en ese lugar.

El día continuó, llegando a casa me encontré a mis pocos amigos de la escuela, entre ellos Montse, acompañados de la familia Fuentes, tanto Dylan como su madre.

—¡Felicidades!— Gritaron todos al unísono. Parecía una fiesta, mi casa estaba decorada, en una mesa había regalos y por un momento no podía creerlo, había pasado un año desde ese día, desde que todo esto empezó y ahora estoy incluso mejor de lo que estaba antes de todo.

—Feliz cumpleaños— Dylan antes que todos, me abrazo y llevo con todos.

Muchos me felicitaron, incluso llevaron regalos, pusieron música, sirvieron comida y algunos bailaban, éramos pocos dentro de casa, solo dos personas bailaban, mientras los demás jugábamos algún juego de cartas.

Las horas continuaron pasando, un hombre llegó a mi casa, no sabía quién pudiera ser, pero tampoco le di importancia, no fue, hasta que mi madre me pidió salir junto con ella.

—¿Está todo bien?— Les pregunté. La postura del hombre parecía madura, su aspecto moreno, cabello negro y chino, alto y ligeramente musculado, le otorgaba un aura de imponencia.

—Me gustaría presentarte a alguien— El hombre dio pasos hacia mí, y extendió un regalo. —Él es Mario, mi nuevo novio— Pareció sorprendido ante la etiqueta que mi madre le puso. Tome la bolsa y saque lo que había en ella.

—No sabía que obsequiarte y tampoco quería llegar con las manos vacías y tu madre no me dejó traer alcohol— La miró de reojo mientras sonreía. —Pensé que podría gustarte— Dentro de aquel regalo se encontraba una bandera del orgullo LGBT, nunca pensé en tener una, pero ahora que lo hago me siento, completamente orgulloso por tenerla.

—Hubiera sido mejor el alcohol, pero al menos, ahora tendremos mucho tiempo para conocernos— Lo rodé por los hombros, a pesar de él medir más que yo y entramos en la casa. Pude ver a mi madre feliz de mi reacción, si yo estaba feliz quería que ella también lo estuviera.

La noche cada vez era más densa, la gente ya se estaba yendo, en la casa solo quedamos, los Fuentes, mi madre y Mario.

—¿Sabes algo sobre la Universidad?— Dylan estaba en mi habitación, mientras los adultos charlaban.

—Es algo que quería preguntarte— Ambos mirábamos el techo, pero el giro a verme. —¿Aceptarías vivir conmigo en la ciudad de México?— Voltee a mirarlo, sus ojos estaban vivos de ilusión.

—¿Te irás allá?— No estaba del todo seguro de irme con él. —Pensaba en buscar una Universidad local, no me gustaría dejar sola a mi madre— Lo vi ponerse serio, desilusionado.

—Ella ya no está sola, tiene a Mario— Volvió a mirar el techo y yo hice lo mismo.

—Lo siento, es solo que, no me siento seguro de ser aceptado en una Universidad de la capital— Tomé su mano, correspondió a mi agarre y volvió a mirarme.

Besos En Mis Cicatrices.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora